Tomar la decisión de irse de la ciudad natal nunca es fácil. Prueba de ello lo son los testimonios de todos los melillenses que han participado tanto en la primera como en la segunda edición de los reportajes ‘Melillenses por el Mundo’ de El Faro. Muchos se van animados a estudiar fuera por un periodo breve que, en ocasiones, se alarga de manera indefinida. Otros levantan el vuelo en busca del trabajo de sus sueños y algunos se marchan a la aventura para ver mundo y vivir nuevas experiencias y conocer gente.
Sea cual sea el motivo de su marcha, algunos regresan para establecerse de nuevo, otros echan raíces en sus ciudades de acogida, pero las visitas a Melilla nunca faltan y las redes sociales acortan las distancias hoy en día. Javier González y Javier Salmerón son dos melillenses que narran en el número de hoy su decisión de abandonar la ciudad, sus ilusiones, qué hacen y cómo se encuentran a miles de kilómetros de distancia: González en Italia y Salmerón en Estados Unidos. Ambos comparten las ganas por volver y ambos coinciden en el motivo de su marcha, motivada por mejorar sus oportunidades laborales en otros lugares y aprender de otras culturas.
“Me ‘fui’ en 2006. Entre comillas porque siempre he vuelto a menudo. El periodo más largo sin bajar a casa fue de mes y medio. Voy en mis descansos, días libres y vacaciones”, explica Javier González, piloto de líneas aéreas. Este melillense estudió cinco años en Málaga, pero volvió a Melilla para trabajar en 2001. Su pasión por volar le animó a fundar en 2004 Airmel Club Aéreo de Melilla con escuela de pilotos privados. Allí empezó a impartir clases de vuelo al hacerse instructor en Madrid un año antes.
Dos años más tarde, en 2006, empezó a trabajar en su primera compañía aérea en León y ahí fue cuando se vio forzado a dejar Melilla para seguir su sueño de volar por el mundo. Después de León voló a Málaga y ya comenzaron los destinos internacionales: Gotemburgo (Suecia), Moscú (Rusia), Londres (Reino Unido), Ginebra (Suiza) y, actualmente reside en Roma (Italia).
“Siempre tengo en mente regresar o acercarme si el trabajo me lo permite”, reconoce. González admite que echa de menos la cercanía y la tranquilidad de Melilla, sobre todo desde que vive en un “mundo tan frenético como la aviación”. Lo que más le gusta de su ciudad de acogida es que pasea por “los orígenes de nuestra civilización”.
“Trabajo como maestro de segundo de Primaria en una Escuela de Inmersión en Minnesota (EEUU). En España soy funcionario del cuerpo de maestros de inglés, aprobé con plaza este verano en las últimas oposiciones”, relata Javier Salmerón, un melillense de 30 años que abandonó la ciudad en 2015 con un objetivo muy claro: “Me fui para probar una experiencia nueva que siempre quise hacer y mejorar mi inglés”. Este joven cuenta que participó en el proceso selectivo para maestros en Estados Unidos y Canadá que cada año convoca el Ministerio de Educación.
“Muchos no conocen este programa o ni lo intentan, es una pena”, lamenta. Salmerón afirma que tiene pensado regresar a Melilla en verano para reincorporarse a su vacante. ¿Lo que más echa de menos? A su familia, amigos, la comida y el mar y añade: “Poder caminar a todas partes y tener todo lo que necesitas cerca. El clima y ese sol incluso en diciembre, enero y febrero”. Lo que más le gusta de su ciudad de acogida es “la educación, el buen civismo, la iniciativa de la juventud por prosperar. Vivir de ayudas sociales no se lleva aquí ni está bien visto, aunque tampoco hay tantas facilidades como en España para acceder a estas ayudas”.
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