Los melillenses sufrimos en la tarde de ayer un nuevo sobresalto a causa de los temblores de tierra que están golpeando nuestra ciudad desde el pasado enero.
A las 16:04 horas se sintió un sismo cuya intensidad alcanzó los 4,8 grados en la escala Richter. Sólo duró un instante, pero lo suficiente para inquietar a muchos vecinos. Trece minutos más tarde, una sacudida de igual magnitud volvía a azotar.
Aunque en general no ha habido que lamentar daños, el 112 recibió alrededor de 40 llamadas, muchas de ellas para solicitar información sobre este nuevo terremoto. Asimismo, tras sentir la primera sacudida, hubo quienes se subieron a sus coches y buscaron refugio en los Pinos de Rostrogordo, una zona considerada segura por encontrarse en un lugar elevado y libre de edificaciones.
Los Bomberos tuvieron que realizar algunas actuaciones. Por ejemplo, en la calle General Aizpuro debieron sanear una fachada que había quedado agrietada como consecuencia del seísmo. También tuvieron que acudir a otros puntos de la ciudad, como las 400 viviendas.
El Faro recabó testimonios de melillenses que vieron como las paredes de sus casas sufrían fisuras. Algunos manifestaron sentir miedo a seguir viviendo en sus domicilios y señalaron que buscarán un nuevo hogar.
Este periódico publica hoy declaraciones de dos profesores de la Universidad de Granada que resultan de interés para los melillenses. Los expertos son Carlos López Casado, catedrático del departamento de Física Teórica y del Cosmos, y Jesús Garrido Manrique, profesor de Ingeniería Civil.
Ambos afirmaron que los terremotos que afectan a nuestra ciudad “pueden continuar durante un año”, a causa de que todavía queda energía por liberar en el sistema de fallas.
Los profesores calculan que aún queda un 1,5% de esa energía por soltar, lo que hace prever que a lo largo de este año se sigan produciendo temblores. Así ocurrió en 2004, cuando un seísmo afectó a la localidad marroquí de Alhucemas y siguieron produciéndose réplicas durante ese espacio de tiempo.
Los expertos recuerdan que un terremoto es algo que no se puede predecir de forma exacta. Se sabe que habrá más, pero no cuándo ocurrirán.
Los melillenses tendremos que convivir con esta realidad. La tierra seguirá temblando, aunque poco a poco estas sacudidas irán perdiendo intensidad. Lo peor ha pasado y se debe hacer una llamada a la calma. Vivir con miedo permanente a una catástrofe no conduce a nada.
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