“No sé que cambia con la desaparición del Patronato. No hay ningún tipo de ahorro”

El viceconsejero de Turismo explica en El Faro qué significará para su área la desaparición del Patronato y analiza cuáles son los atractivos de Melilla y qué cosas hay que mejorar

 

Javier Mateo vuelve a ponerse al frente del área de Turismo tras una legislatura complicada, especialmente por las dificultades en la gestión del contrato marítimo. El viceconsejero analiza la nueva situación, la desaparición del Patronato de Turismo o cómo afecta a la llegada de turistas fenómenos como el yihadismo o la inmigración.
–Está de nuevo al frente del área de Turismo. ¿Cómo afronta esta nueva etapa?
–La afronto con ilusión y con retos. Ahora mismo estamos en la mejor etapa que ha tenido la ciudad en los últimos años. Ya se han puesto en valor los recursos que queríamos poner ahora mismo en mercado y ahora queda la parte más bonita que es la comercialización de los productos que se han creado. Afianzar lo que tenemos porque la ciudad tiene unas limitaciones, pero lo que tenemos hay que ponerlo en valor.  Ahora lo que pretendemos es meter los diferentes productos en las rutas correspondientes como ‘Melilla España Africana’ que se complementa ahora con el cuarto recinto y que será un reto que todavía está sin acabar porque todavía queda recuperar el Fuerte de Victoria Chica y los aledaños, que estamos ya trabajando en ello. Eso es un producto que hay que empezar a comercializar. Otro valor que tenemos es el modernismo y tenemos que poner las bases para que en un futuro, lo más próximo posible haya un centro de interpretación del modernismo y esto puede atraer a un tipo de turismo muy especializado que nos dé pie a seguir profundizando en la organización de pequeños congresos y jornadas de trabajo.
 –El Patronato de Turismo es uno de los órganos que ha desaparecido como consecuencia del pacto de gobernabildad firmado con PPL: ¿Cómo afectará esto a su área?
–No tengo muy claro que es lo que cambia. El Patronato no es ni más ni menos que un instrumento de trabajo de la Viceconsejería de Turismo que es la que tiene las competencias, que son transferidas. El Patronato era un ente participativo en el que estaban representantes de la oposición, además de personas del sector directamente relacionadas. Al desaparecer, toda esa forma de trabajo pasa a la Viceconsejería, pero es meramente un instrumento. El personal es el mismo. En Turismo hay un técnico, un administrativo, la persona que lleva el Observatorio y un interino. Todo lo demás, la oficina de información o el PEC son trabajadores de empresas. Quiero decir con esto que no hay un ahorro de personal.
–Mi duda entonces es, ¿para qué hacerlo desaparecer? o incluso ¿para qué se creó?
–Se creó para ser un instrumento que diera más agilidad y fuera más participativo. Representa a todas las partes interesadas. Realmente, quizás hay desconocimiento, pero el viceconsejero es el mismo que el presidente del Patronato. No hay ningún tipo de ahorro. Muchas veces quien solicita la desaparición desconoce cuál es el coste, porque es absolutamente el mismo. No puede ni debe de cambiar nada. Lo único que cambiaría sería si quitáramos al viceconsejero de turismo y alguien tiene que llevar Turismo. Las competencias se tienen que desarrollar.
–El presidente de la Ciudad decía el otro día que su gestión había sido buena, pero que el hecho de que venga o no turistas depende también de otros asuntos como la valla o el yihadismo. ¿Qué se puede hacer frente a eso?
–Ahora mismo hay mercados que están desapareciendo. Por ejemplo hay touroperadores que trabajan con nosotros que han tenido que cerrar todas las oficinas que tenían en Túnez. Ha desaparecido como destino ahora mismo, es un destino de alto riesgo. Esto perjudica enormemente y es luchar contra corriente porque no lo podemos controlar. Intentamos paliar con promoción y con imagen que transmita la tranquilidad real, pero que se ve de manera distorsionada, por la forma de dar la noticia y las imágenes hacen mucho daño. Lo que está claro es que cuando alguien escoge un destino de vacaciones lo último que quiere son problemas. Entonces el hecho de que a Melilla haya habido un momento en la que se la ha querido relacionar con conceptos muy peligrosos, eso no favorece en absoluto. Ahora mismo estamos a la espera de saber que va a pasar con varios cruceros y claro a mí me preocupa la situación del Mediterráneo, porque lo que está ocurriendo empieza a poner en jaque a las navieras. Argelia está muy cercana y esas cosas provocan temores. Otro de los asuntos es el turismo marroquí, las medidas de control que se tienen que adoptar, pues por mucho trabajo que se ha hecho en la frontera, en cuanto sube el nivel de alerta se vuelve a ralentizar porque hay que hacer controles más exhaustivos.
– ¿Puede convertirse Melilla en un destino turístico realmente?
–Nosotros tenemos unas limitaciones, sobre todo hotelera, porque es una oferta muy dedicada al turismo urbano. No tenemos algo tan importante como sería un Resort, hay touroperadores que se han interesado por Melilla pero no tenemos las camas suficientes para ofrecerles. Lo que haría falta es que hubiera una oferta diferenciada. Yo siempre he apostado por un resort en Caballería, que eso sí daría pie a un tourperador. Estaríamos hablando de 400 camas, que son 900 personas cada semana. Eso crearía mucho empleo, porque además, Melilla tiene la ventaja de que sería un resort urbano.
– Pero, por ejemplo, el transporte, sigue siendo un problema. Es caro para el turista.
–Solamente con volúmenes se puede trabajar con cifras. No se puede vender a precio bajo a no ser que sea un volumen grande. Ahí hay que dar un salto. Se puede venir a Melilla con cinco noches de hotel por 210 euros, pero eso ocurre cuando vienen grupos grandes. El individual siempre sale caro. Hay que crecer sostenidamente y eso posibilitará que bajen los precios.
–¿Vendría Javier Mateo a conocer Melilla si no hubiera nacido aquí?
–Me encanta, sí. Yo creo que es una ciudad muy completa. Se ve fácil, tiene patrimonio, tiene gastronomía y tiene una gente espectacular, que es algo de lo que hablamos poco, pero en los comentarios y críticas de la ciudad que valoran mucho la belleza de la ciudad, con lo que más satisfechos se van es con el trato de los melillenses.
– Y realmente, vienen turistas a Melilla, al margen de las personas que vienen a visitar a familiares o de los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
–Sí vienen turistas y vienen extranjeros, que además está subiendo muchísimo. A base de vender muchos paquetes turísticos. Y también hay otros segmentos como en turismo de congresos o el deportivo, que también están funcionando. Quizás el que no vemos es el de volumen, el ‘de calcetín blanco’, pero para eso hacen falta grandes hoteles de cadena.
–Hablábamos antes de la inmigración como un elemento que puede frenar la llegada de turistas, pero también es cierto que hay muchas personas que quieren ver esa valla, ¿no es cierto?
–-Todos los grupos nos piden ir a la valla, cuando tienen una visita guiada en autobús quieren pasar por la valla y quieren pasar por la frontera. A la gente de fuera les atrae y es una realidad, también está, forma parte de Melilla.
–Al final quizás es precisamente la valla lo que más diferencia a esta ciudad de otros destinos.
–Siempre he dicho que Melilla tiene que seguir trabajando en la singularidad, porque para ser un destino como otro cualquiera obviamente se vienen a la mente otros sitios. Melilla tiene lo que tiene y hay que ponerlo en valor, porque eso es lo que nos hace singulares. Por eso definir el producto de ‘Melilla, la España Africana’ por llamar la atención con la situación y todo lo que conlleva esta ciudad multicultural. Aquí se respira un ambiente interracial, intercultural. De hecho pasan 30.000 personas todos los días por la frontera terrestre y eso le imprime un carácter a la ciudad.
–La legislatura ha sido dura, quizás usted ha sido uno de los políticos que más ataques ha recibido. ¿Cómo afronta estas críticas Javier Mateo de puertas para adentro de su casa?
–Es muy duro, sobre todo para tu familia. Porque los que estamos metidos en este juego desde hace mucho tiempo, aunque no tenemos una coraza y hay días en los que te dan ganas de dejarlo porque parece insoportable, pero una de las cosas que más preocupa siempre es la familia, porque eso es lo que tienes de verdad. Pero luego si te gusta y lo llevas en la sangre sigues. Te tiene que gustar lo que haces, sino me hubiera ido a mi casa. Tengo la suerte de que me han dado el área que conozco y que es mi profesión. Quizás si estuviera en otro área, quizás diría no.
–A pesar de todo ha continuado. Surge la duda de qué lleva a un político a seguir ahí. ¿La notoriedad, el poder, trabajar por los ciudadanos?
–Por crear, a mi me gusta crear y eso es algo que te lo permite la política. Por ejemplo los conciertos de música a la luna, para mí es un sueño y los que me conocen saben que tiene de mi. O musealizar Melilla La Vieja es una satisfacción. La política te permite hacer cosas y cuando creas cosas y ves una playa más moderna o las terrazas del Pueblo, te crea una satisfacción personal, que no es vanidad pero sí estás dejando algo que disfruta la gente. Te quedas con lo bonito de lo que haces.
–El nuevo Gobierno acaba de echar a andar y ya han surgido las primeras tensiones. ¿Cómo ve este nuevo Ejecutivo?
–Yo tengo experiencia porque formé parte de un primer Gobierno después de una moción de censura en el que trabajamos tres partidos y la experiencia en esto te hace tener la tranquilidad de que esto es un comienzo y como todos los comienzos hay chirríos que obviamente encajar las piezas y que nos vayamos entendiendo o conociendo, hace que ahora tengas que compartir. Yo veo algo muy positivo en esto y es el diálogo que se va a imponer por fuerza, porque quizás antes tener la comodidad de que tenías una mayoría absoluta provocaba que quizás te despistaras y no supieras comunicar mejor las cosas. Por ejemplo el Patronato ha sido muy criticado, quizás porque no hemos sabido mostrar lo que se hacía. Tenemos que empezar a andar, ir limando y explicando el porqué de las cosas. Yo creo que va a haber también una apertura de diálogo con la oposición y ahí sí que digo que es por el bien de la ciudad, porque si tranquilizamos y normalizamos la situación es bueno para todos. La crispación no es buena, no transmite ilusión ni futuro.

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