Tras una noche de fiesta, le dijo a su amigo que iba a comprar tabaco y volvió con el peculiar botín. El principal acusado únicamente pudo utilizar su derecho al último turno de palabra en el juicio para defenderse. Supuestamente robó una cabina de teléfono de un establecimiento comercial y afirmó que “no sabía lo que hacía” cuando cometió el delito y exculpó al segundo acusado, amigo suyo que le acompañaba el día de los hechos después de una noche de fiesta en el Puerto Noray. El caso quedó visto para sentencia en el Juzgado de lo Penal número 2 de Melilla.
El 28 de agosto de 2011 los dos acusados salían del Puerto en un coche. El principal acusado, que llegó tarde al juicio por ‘olvidar’ su DNI, le dijo a su compañero de fiesta que iba a comprar tabaco y volvió con una cabina de teléfono que introdujo en el coche. “Me enfadé por lo que había hecho y le pedí que me llevara a casa”, declaró el joven, acusado de ser el cómplice del delito. El empleado del establecimiento y víctima del robo explicó ante el juez que el acusado era un cliente habitual. Aquella noche entró en la tienda, compró dos cervezas y de repente arrancó de cuajo el teléfono y huyó. El testigo dijo que, al salir de la tienda, solamente vio cómo el ladrón se alejaba el coche.
Detenido en el Comarcal
Uno de los agentes de la Policía Nacional declaró ante el juez de lo Penal 2 que localizaron al acusado en el Hospital Comarcal, donde acudió para que le curaran un corte que se había hecho en el brazo. En el centro hospitalario, la víctima del robo reconoció sin lugar a dudas al ladrón, por lo que éste fue detenido una vez le curaron la herida. Ni el empleado de la tienda ni el agente policial reconocieron al supuesto cómplice y el propio acusado, que reconoció el robo la cabina telefónica, le exculpó.
El caso quedó visto para sentencia, después de que la defensa del principal acusado alegara que aquella noche, después de estar de fiesta en el Puerto Noray, los efectos del alcohol pudieron ser la causa de que en el momento en el que el acusado entró en la tienda viera como algo “divertido” el arrancar de cuajo el teléfono. Por su parte, el letrado defensor del supuesto cómplice afirmó que la presencia de su cliente aquella noche en el vehículo era “circunstancial” y que, de hecho, no participó en el robo de la cabina telefónica.
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