Categorías: Cultura y Tradiciones

“No me veo recibiendo el Cervantes. Tengo un punto de rechazo a los premios”

El escritor melillense Severiano Gil presenta este viernes su última novela ‘Cerca del Sáhara’, con el que vuelve al estilo de ‘La puerta de la Victoria’. En esta entrevista, Gil comparte con los lectores los secretos de su extraordinaria capacidad literaria.

El libro ‘más sostenible’ de Severiano Gil se presenta este próximo viernes. ‘Cerca del Sahara’ es el título de la serie ‘Guerreros de alquiler’ de la que ya está finalizada la segunda entrega y en marcha la tercera. El autor melillense desvela en esta entrevista algunos de los secretos de su desarrollo literario a la par que confiesa no ambicionar más premio que el contacto y las impresiones de sus lectores más acérrimos le trasladan sobre sus historias.
–¿Qué tiene de especial su nueva obra que puede llamarse ‘sostenible’?
–Es especial porque tiene un formato distinto, es como un ordenador, apaisado. En principio lo hicimos por comodidad y al habernos convertido en un homo informaticus y accidentalmente nos dimos cuenta de que se ahorraba papel pero no era nuestra intención, fue un resultado. No obstante no soy el primero en editar un libro así, Antonio Vázquez Figueroa fue el primero. Otra ventaja es que da más juego al diseño de la cubierta, se juega con más espacio.
–¿Qué se encontrarán los melillenses en ‘Cerca del Sáhara’?
–Con el libro vuelvo a un estilo a una faceta de mi escritura que llevaba abandonada diez años y que comenzó con ‘La puerta de la Victoria’, que planteaba una situación de guerra entre Marruecos y Argelia en un futuro no precisado y la clave era Melilla para que Occidente pudiera ayudar a Marruecos que estaba contra las cuerdas. Y en el prólogo de esa novela planteo el contexto donde se va a desarrollar y lo escribí hace 30 años. En esta nueva raza de guerreros, que son agentes de seguridad contratados por los gobiernos, exmilitares que ven sus expectativas frustradas en el ejército elijen una alternativa para hacer la guerra. Ahí planteo el reencuentro entre dos personas que tuvieron una historia en común en el pasado. Y ya estoy a punto de acabar la segunda parte de ‘Cerca del Sáhara’ que no es una continuación pero los protagonistas son los mismos personajes.
–¿Estamos ante una saga?
–Más que una saga es una serie que la editorial ha titulado ‘Guerreros de alquiler’ y ya estoy pensando en la tercera en la que reutilizaré algo que escribí hace tiempo y que también se enmarca en África porque la guerra ahora es económica.
–¿Cómo es posible tener esa capacidad de producción literaria?
–Porque te acostumbras a no poder vivir sin eso. Te vas haciendo con los elementos que hacen tu vida feliz y puedes prescindir de muchas cosas sin embargo tienes un entorno muy cercano, muy íntimo en el cual no puedes dejar determinadas cosas. Notas que forma parte de tus proyectos más cercanos y escribir forma parte de eso. El afán de contar cosas. A mí me hubiera gustado ser director de cine porque las historias entran por los ojos. Pero entiendo que es carísimo, tienes que tener una gran productora que te permita hacer todo eso y es más sencillo escribirlo. No entiendo vivir sin tener en alguna parte de la cabeza lo que estoy escribiendo y es muy reconfortante. Y encima se publica, la gente lo lee y dice que le gusta te hace sentirte muy satisfecho.
–¿Pero el trabajo de un escritor es un poco solitario?
–Claro, eso es lo bueno pero estás con la gente de la novela.
–Es como una realidad virtual...
–Sí totalmente pero no tienes conciencia de que sea virtual y te da la oportunidad de vivir vidas que no podrías vivir de otra manera. Tú vives cada vida con todos los personajes y te conviertes en ellos. Es verdad que tienes una visión amplia; hay que pensar como el bueno y como el malo...
–Entonces el escritor debe tener personalidad múltiple...
–Totalmente y te das cuenta que el personaje más canalla tiene sus razones para hacer algo y no sabemos por qué cada personaje actúa como actúa, pero el objetivo es que la historia sea creíble incluso si el personaje tiene que matar a su madre.
–¿Alguna vez se ha quedado dominado por alguno de sus personajes?
–Bueno casi siempre cuando escribes el personaje te domina porque te sientes responsable de él. Ya que lo has creado, hay que adaptarse a unas reglas. No puedes crear un villano que sea capaz de grandes cosas ni personajes buenos hagan felonías. Eso es una regla. En el cine se van cambiando los papeles y jugamos con eso. De todas formas, las mujeres condicionan más que los hombres.
–¿Qué diferencia hay a la hora de crear un personaje femenino y otro masculino?
–Sois más inteligentes. Cuando trabajas con la psique de la mujer te comprometes más. El hombre es más fácil porque somos más primarios (risas) y si cambias algo no es creíble pero una mujer sí porque siempre tiene sus razones porque trabajáis con más elementos a la vez y eso está científicamente probado. Por eso la mujer da más trabajo a la hora de escribir y luego son los personajes que más enamoran a los lectores.
–¿Alguna vez ha llegado a un punto de la historia que no le gustaba y lo ha borrado?
–No, no puedo. Se puede hacer con el ordenador pero no. No sé si es pereza de reescribir o un cierto respeto a la historia que ha llegado a ese punto. Sí me ha pasado llevar la historia por dónde no quería pero me ha gustado más. Me pasa cuando releo el libro un mes y medio después de haberlo terminado de escribir. También se afronta una depresión cuando terminas un libro por eso ahora hago segundas partes porque se te muere algo.
–¿Alguno de sus personajes le ha hecho llorar?
–No, no me involucro de esa manera, procuro ser frío para ser más real. No me ha importado matar al bueno de la historia o al protagonista. Sí vivo la tristeza de los personajes cuando se le muere un familiar, pero no es un dolor mío.
–¿Quién lee sus obras en primera instancia?
–Mi mujer actual, Silvia, lo lee. Pero también depende de los temas, como agente literario mío se lo tiene que leer, pero hay temas que no le gustan.
–¿Su vida real coincide en algún momento con las historias que escribe?
–Siempre eso no se puede evitar. Depende del tipo de literatura, pero cuando trabajas los personajes te faltan elementos porque lo único que tienes es la experiencia ajena o la tuya propia. Relatar el sabor del café pues no puedes hacerlo de otra forma que es cómo lo saboreo yo. La inspiración la encuentro en el día a día.
–¿El escritor nace o se hace?
–Muchas veces lo he pensado y no lo sé. Nací con las ganas de contar cosas eso sí. De pequeño me encantaba contar a mis amigos la película que había visto el fin de semana hubiera ido al cine o no.
–Entonces para ser escritor hay que ser peliculero
–Claro y el que afirme lo contrario miente. Hay que ser peliculero, le ves el angulillo a una historia que sabes que va a captar a la gente y eso pasa mucho.
–¿Se ve algún día recibiendo el Cervantes de manos del Rey?
–¡Qué va! Y es una pregunta que me hago mucho. Tengo un punto de rechazo a los premios, el único premio que me han dado me lo dieron sin presentarme. Fue en la revista Ejército en el 89 recibo una notificación de un premio por un artículo que había publicado y guardo el galardón que me dieron, pero no las 50.000 pesetas que me dieron. (Risas) El Cervantes tiene un punto de concurso, se parece tanto al examen que se enfrenta un niño que no sabes cuánto sabe el profesor. No soy nada competitivo y no me gusta la competición. Me gusta más conectar. Tengo muchos amigos escritores que deberían ser mis competidores, pero es todo lo contrario, cuantos más escritores mejor. Además, tiene un punto convencional y yo soy más rebelde, escribo lo que quiero. Mis hijos dicen que soy un ‘mascachapas’ y tienen razón.
–¿Y algún otro premio?
–Tendría que ajustarme demasiado a ser un escritor y eso me impediría hacer muchas otras cosas. Yo soy escritor a tiempo parcial porque tengo otra profesión que me ha permitido conocer muchas facetas de la vida. No me veía con mis libros buscando un editor, yo escribo porque me gusta. Mi vida no dependía de la literatura por eso no he tenido que escribir sobre un tema en cuestión. Además no es una vida muy inestable e insegura que depende de lo que se lleva, lo que se vende. Eso no me gusta y por eso el Cervantes lo veo lejano.

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