Aparte del momento de la toma de posesión de Juan José Imbroda como nuevo presidente de la Ciudad Autónoma, el acto de constitución de la Asamblea celebrado ayer tenía otro punto de atención: el momento en que los presidentes entrante y saliente se cruzaran. Y ocurrió.
Prácticamente no había terminado el evento y faltaba aún que sonara el himno de Melilla para poner punto y final cuando Eduardo de Castro, sentado todo el tiempo entre el público, se acercó al estrado para tratar de dar la mano a Imbroda, que lo estaba viendo llegar. Por ese motivo, optó por hacerse el distraído dándole la espalda mientras hablaba con uno de sus compañeros de grupo y decía “no” disimuladamente con el dedo para que De Castro no se acercase.
Pero el presidente saliente parecía no darse por aludido, razón por la que insistió extendiendo su mano al tiempo que Imbroda seguía diciendo que “no” con el dedo. Ante la negativa, De Castro cubrió el expediente saludando al recién nombrado vicepresidente segundo de la Asamblea, el cepemista Rachid Bussian, mientras por megafonía se pedía que el público se pusiera de pie para escuchar el himno de Melilla.
Fue un momento casi esperado por todos los asistentes. Las malas relaciones entre Imbroda y De Castro nunca fueron un secreto en Melilla. Desde que en el año 2019 le arrebatara la Presidencia al popular y tuvieran aquel “roce” que incluso trascendió a la prensa nacional, uno y otro no han ocultado nunca que, como suele decirse, no se pueden ni ver.
Basta recordar uno de los últimos plenos de control al Gobierno cuando Eduardo de Castro se despedía de la Asamblea y su máximo deseo en ese momento era que Imbroda “no fuera elegido” para presidir la Ciudad Autónoma en unas elecciones que debían celebrarse todavía dos meses después. Les deseó suerte a todos los candidatos salvo a su máximo enemigo.
La animadversión de De Castro hacia Imbroda llega a tal punto que se negó a entregarle el bastón de mando y colocarle el blasón, los atributos propios de la Alcaldía bajo el argumento de que el popular no es presidente hasta que no salga publicado su nombramiento en el BOE, previa sanción real. Hasta ese punto de enemistad se ha producido en el acto de ayer.
Entre los detalles y anécdotas de la sesión, por otro lado, cabe destacar el voto de abstención de la cepemista Fatima Kaddur en la designación de Juan José Imbroda como presidente. Su grupo votó en contra pero ella afirma ser “un verso libre” y prefirió abstenerse porque entiende que con ello ni pone ni quita. En realidad, lo que hizo fue dejar en mal lugar a su compañera Dunia Almansouri, quien explicó a los periodistas que se trató de una “equivocación” por los nervios de Kaddur en ese momento.
Por lo demás, no hubo grandes sorpresas: unos usaron la fórmula de la promesa y otros la del juramento, como el propio nuevo presidente electo. Tampoco causó mayor expectativa el hecho de que los representantes de Vox y de Somos Melilla también se abstuvieran, si bien sí podría resaltarse la renovación de los vicepresidentes de la Mesa de la Asamblea, en este caso la popular María José Aguilar y el cepemista Rachid Bussian.
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