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No autoexigirse o saber organizarse, entre los consejos para no estar nerviosos en la EBAU

Alrededor de 250.000 alumnos se presentan cada año a la EBAU, donde afrontan al menos cuatro exámenes de 90 minutos cada uno. Más del 96 % aprueban, según los últimos datos del Ministerio de Universidades. Pero superar esta prueba de acceso a la universidad no garantiza conseguir la nota de corte para cursar el grado deseado. Y los nervios o la ansiedad pueden ser malos aliados.

En Melilla, más de 400 estudiantes se presentarán a esta prueba que comienza el próximo 4 de junio con los exámenes de Lengua Castellana y Literatura. En unos días, estos melillenses se jugarán su futuro más cercano, por lo que muchos de ellos ya están con los últimos repasos a las materias en la Biblioteca Municipal.

Hay nervios a flor de fiel y se nota. Se juegan mucho para conseguir la nota de corte necesaria para poder acceder al grado universitario que deseen y eso conlleva bastante presión y autoexigencia.

"La emocionalidad que nos despierta la EBAU es muy específica. Sabemos el impacto que tiene fallar, hay autoexigencia, expectativas propias y ajenas, presión social, ilusiones que dependerán del resultado que saquemos", señala Mireia Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

La experta asegura que hay una creencia errónea de que la vida académica y profesional quedará determinada por lo que pase en esas pruebas. "Cuando una experiencia reúne tanta carga vital en una edad donde la madurez emocional aún no ha podido desarrollarse, el cerebro vive con mucha intensidad las emociones. Como no es fácil gestionarlas, y menos a determinadas edades, cuesta que esta intensidad se reduzca fácilmente", indica.

Según Cabero, una emoción con alta intensidad sin estar bien gestionada es una bomba de relojería, "en cualquier momento explota y nos juega malas pasadas".

Y, en opinión de Montserrat Lacalle, también profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, lo más probable es que no sean solo nervios. Cuando un alumno se siente nervioso y no rinde en el examen, se queda en blanco o no es capaz de responder de la mejor manera, "seguramente lo que le está pasando es que ya está en el rango de la ansiedad. Tenemos que ser capaces de diferenciar lo que serían los nervios y la inquietud o una preocupación sana por el rendimiento en ese examen de lo que es la ansiedad, donde el rendimiento se puede ver dificultado".

Para controlar el estado emocional y rendir de la mejor forma en un examen hay diversas opciones. Cada uno tiene su truco para llegar a este tipo de pruebas tranquilo, sosegado y con la seguridad en sí mismo de poder hacerle frente lo mejor que se pueda. Y mucho más, después de haber estado todo el curso y las semanas previas a la EBAU esforzándose y estudiando sin parar.

Con el fin de compartir estas múltiples posibilidades de mantenerse tranquilo, El Faro ha preguntado a varios alumnos que pronto se enfrentarán a la EBAU cómo hacen para que los nervios no les jueguen una mala pasada.

"Siempre hay nervios, es imposible ir súper tranquilo a los exámenes porque te juegas mucho. Si confío en que me lo sé y tengo todo bien atado a mi me da más paz", comenta Lucía. Esta estudiante opta por organizarse y cumplir un plan de estudio que se ha preparado antes para repasar. Así, si lo cumple cada día, sabe que tiene el control. Además intenta seguir el refuerzo positivo y decirse a sí misma que se lo sabe y que todo saldrá bien.

Su amiga Soraya en cambio asegura que ella lo que necesita es despejar la mente y aprovechar de la mejor forma las horas de estudio. "Yo no puedo estudiar 10 horas, pero si estudio 4 o 5, que sean muy efectivas", aclara. En su opinión, la mente tiene que descansar y el día no se puede dedicar exclusivamente a estudiar porque no se aprovecha. "A mí me ayuda a despejar la mente irme a andar al paseo", reconoce. El deporte se convierte en un gran aliado de los jóvenes en épocas de estrés.

"A mí lo que me da tranquilidad es quitarle importancia y saber que si no me da la nota, no es el fin del mundo", dice Yasmin. Esta melillense necesita una nota alta para entrar en el grado de Enfermería y es consciente de ello. Aunque lleva esforzándose al máximo todo el curso y ahora mismo no para de repasar, reconoce que lo que a ella le da paz es pensar que hay más oportunidades y que ha hecho todo lo posible por alcanzar lo que quiere.

"Yo tengo la suerte de que mis padres saben lo que me he esforzado todo este tiempo y no me meten presión. Al revés, me dicen que si no lo consigo, ya lo conseguiré. Esa confianza es lo que más me ayuda", insiste.

Sobre este último consejo, los expertos de esta universidad española recalcan que el papel que juegan los padres es fundamental. Según señalan, es muy beneficioso para sus hijos que les expliquen que el éxito en parte está en el proceso y no tanto en el resultado, "porque, además, en ese resultado puede haber variables que no dependan del alumno, sino de si el examen es más o menos difícil o de circunstancias que están fuera de su control", recuerda Montserrat Lacalle. También aconseja que muestren apoyo incondicional y les ayuden a relativizar el valor de la prueba. "Es algo importante, pero si no va bien, sigue habiendo opciones", afirma.

Por su parte, Mireia Cabero recomienda que el papel de los padres se centre en reforzar la preparación de los exámenes con buenos hábitos y horarios, ayudar a que cuiden su descanso y una buena alimentación, transmitirles confianza y seguridad interior, además de evitar "amenazas como 'como suspendas...', aceptar las dificultades con las que nuestro hijo se encuentra, no sumar presión ni tensión a la que ya siente esas semanas, explicarles experiencias propias de aciertos y errores en los exámenes para descargar exigencia, practicar en casa juntos herramientas de relajación como yoga, meditación o respiración profunda y facilitar momentos de distensión familiar, de risas, de desconexión de los exámenes".

Qué no se debe durante los exámenes

Sylvie Pérez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, recomienda evitar estas conductas durante los exámenes de la EBAU:

Contestar las preguntas en el orden en que aparecen en el examen. Durante el examen, se recomienda hacer una primera lectura de las preguntas y, después, volver a hacer una segunda lectura "y empezar por las preguntas que tengo la seguridad de saber. Después ya iremos a los conocimientos que tenemos más flojos. Es la mejor manera de ir administrando el tiempo", recomienda.

Ponerse nervioso si hay un bloqueo. En caso de que haya un bloqueo y al alumno no le venga nada a la cabeza, el consejo es parar. "Ponernos nerviosos lo único que hace es incrementar aún más el bloqueo. Hay que esperar un tiempo, pensar que cuanto más vayamos dándole vueltas, más nos iremos bloqueando, e intentar pensar en otra cosa que nos ayude a desconectar. Después, volver a intentar empezar el examen y dejar que vengan pequeñas ideas, aunque no sean exactamente las que nos están preguntando, para ir recuperando poco a poco el recuerdo", sostiene Sylvie Pérez.

Comprobar las respuestas entre examen y examen. Después de cada examen, los expertos aconsejan apartar la materia para prepararse mentalmente para el siguiente. "Es difícil de cumplir, pero no es conveniente ir a mirar enseguida si he acertado o no ni ir comparando con los demás, porque el examen ya está hecho. Si acaso, ya revisaremos cuando haya acabado todo, porque es una carrera de fondo, aunque parezca que sea un sprint", recuerda la profesora de la UOC. "Son tres días, y hay muchas pequeñas pruebas que superar. Un corredor de obstáculos, cuando pasa un obstáculo, solo se centra en el siguiente, porque no puede mirar atrás a ver si el obstáculo ha caído o sigue de pie".

Seguir estudiando durante la selectividad. Aprovechar los días de los exámenes para seguir estudiando y ampliando conocimientos tampoco es buena idea, en opinión de los expertos. "Sí podemos repasar un poco si queremos, pero sobre todo debemos permitirnos momentos de tranquilidad para descansar el cerebro y el cuerpo para que fluyan mejor los recuerdos", explica Sylvie Pérez.

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