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“Ni las migraciones son algo reciente ni se frenan con fronteras físicas más altas”

Francisco Javier García Castaño analiza el fenómeno de la inmigración en nuestra ciudad.           l Advierte de los efectos negativos de utilizar expresiones como “invasión” para tratar este tema.

Melillla lleva varios meses viviendo una situación de intensa presión migratoria. El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) ha batido su récord de sobreocupación, llegando a albergar más de 1.900 personas. También se ha producido el salto más masivo de la historia, en el que medio millar de subsaharianos consiguió entrar en nuestra ciudad. Y ha sido necesario reforzar el número de agentes de Policía y Guardia Civil que controlan el perímetro. La situación es compleja, pero al margen de la realidad puntual de este momento, el fenómeno migratorio es algo que se vive en Melilla desde siempre. El director del Instituto de Migraciones de la Universidad de Granada, Francisco Javier  García Castaño, analiza la situación desde una perspectiva amplia, dejando claro que no se trata de un fenómeno nuevo y que la solución no pasa por poner fronteras físicas más altas.
 –¿En qué momento se encuentra la inmigración?
–Las tendencias migratorias no deben ser observadas con una mirada fija en un determinado momento, sino que necesitamos una cierta cronología para analizar con sosiego este tipo de fenómenos. Algunos organismos internacionales como la OCDE con su informe anual (SOPEMI) sobre las migraciones nos vienen indicando en los últimos tres años que las migraciones hacia los países de la OCDE (la mayoría de Europa, entre otros) han decrecido. En el caso de España los datos más recientes nos hablan también de una reducción del flujo de inmigración. Según la “estadísticas de migraciones” que publica el INE, desde el 2008 se viene reduciendo el flujo de inmigración procedente del extranjero (en el año 2008 fueron 599.074 personas, en el 2010 fueron 360.704 y en el 2012 fueron 304054).
Cuestión diferente es que en determinados momentos observemos el crecimiento de los flujos en lugares concretos. En los últimos años se redujo la llegada de personas procedentes de África en “cayucos” y “pateras”, aunque sí vemos como crecen los intentos de cruzar las fronteras en Ceuta y Melilla. Sin embargo, no debemos perder de vista que se trata de dos de las fronteras más importantes que tiene Europa en su zona sur y ello las convierte en lugares especialmente sensibles ante este fenómeno de las migraciones.
–¿En términos generales, qué provoca el incremento de las migraciones hacia países europeos?
–Las causas de las migraciones son varias y complejas. Los diferenciales de desarrollo entre unos y otros territorios del planeta es uno de los argumentos más utilizados y más en nuestro tiempo que tales diferencias son conocidas por ambas partes. Pero debemos tener cuidado y no dejar que nos confunda la idea de la diferencia del desarrollo entre unos lugares y otros. De hecho, no se trata de que la gente pobre de unas zonas quiera acudir a los lugares ricos del planeta. Los que emigran no son los pobres. Los pobres, para su desgracia, no pueden ni siquiera emigrar. Son los capaces y los preparados los que intentan cumplir sus aspiraciones y anhelos en otros lugares y ese objetivo les ayuda a tomar la decisión de abandonar su territorio. De todas formas, de nuevo no debe confundirnos la inmediatez del fenómeno. La mayoría de la gente de un lugar con pocos recursos o sin muchas perspectivas de futuro no emigra. En muy pocos lugares del planeta que se caractericen por la emigración de sus gentes nos encontramos con que la mayoría de su población se marcha, a pesar de que en muchas encuestas se nos dice que son mayoritarios los que expresan su deseo de salir.
Lo anteriormente expuesto es sólo una posible razón para explicar las migraciones, son algunas otras las posibles causas y yo dedico un curso de cinco meses en la Universidad de Granada a explicarlas y nunca tenemos tiempo suficiente para aclararlas todas.
Para concluir esta cuestión, la primera idea que he querido transmitir es que ni las migraciones son un fenómeno reciente, ni se frenan con más altas fronteras físicas.
-Hace años en Melilla no existía una valla con Marruecos y no había problemas. Ahora, sin embargo, la valla no es suficiente. ¿Qué ha cambiado en este periodo??
–Si se plantea de esa manera alguien podría concluir que entonces el problema es la valla… Lo que ha cambiado y puede volver a cambiar es que frente al control ejercido en otras partes del planeta para prohibir las migraciones, éstas se desplazan hasta lugares que puedan ser más porosos al tránsito.
Desde la crisis económica de principios de los años setenta, los países desarrollados establecieron una política de “inmigración cero”. Comprobaron que todos los inmigrantes que habían llegado en décadas anteriores, cuando se acabó el trabajo y ya no quedaba ni para los autóctonos, no regresaban a sus países de origen. Ya habíamos convertido el trabajo en una mercancía y había dejado de ser un derecho –si es que alguna vez alcanzó tan alto prestigio– y el occidente desarrollado se planteó que sólo dejaría entrar a “mano de obra inmigrante” durante el período que la necesitara. Junto a ello se cerraron las fronteras y ese hecho obligó a entrar con los famosos contratos de trabajo. El resultado fue y sigue siendo que la gente que quiere venir y no puede bajo esas y otras circunstancias  lo intenta por cualquier otra vía.
Yo pienso que es fácil de entender… Si las personas quieren ejercer sus derecho a salir de su nación y al llegar a otro país se encuentran con vallas que se lo impiden, nos encontraremos con que una parte intentará saltar la valla. Luego vendrá el que esa forma de entrar no nos parezca adecuada a los que estamos de este lado de la valla, pero es la única posible a los que están del otro lado.
Por otra parte, un cambio importante que también se ha producido en estas tres décadas es que el sur de Europa está intentado homologarse al norte y tal homologación supone atraer también población del exterior.
-Melilla es una ciudad de dimensiones reducidas. Desde algunos foros se utilizan palabras como "invasión" para hablar de las llegadas masivas de inmigrantes, ¿qué consecuencias puede tener usar esta terminología?
–“Oleada”, “avalancha” e "invasión" son las tres expresiones que más han sido utilizadas en los medios de comunicación en las últimas dos décadas para referirse en muchos casos al fenómeno inmigratorio hacia España. Se han utilizado tanto cuando los flujos eran pequeños como cuando eran grandes. Si a ello añadimos la persistencia por parte de muchos responsables públicos al adjetivar a las personas inmigrantes con el calificativo de “ilegal”, tenemos un perfecto cóctel para que mucha gente termine viendo a esas personas como un peligro y una amenaza. La población inmigrante representan la perfecta figura de la ‘otredad’ en nuestros tiempos. Se trata del extraño al que temer por desconocimiento y al que ver como una potencial amenaza. Si ello es alimentado desde diferentes discursos de los que detentan la autoridad y el poder, será fácil esperar una reacción negativa por parte del resto de la población. Ello explicará, en parte, el surgimiento de partidos políticos abiertamente xenófobos. La paradoja surge cuando la respuesta de los que dicen no ser xenófobos es hacer lo que los xenófobos quieren: Expulsar al otro.
-En los últimos meses el tema de la inmigración se ha vuelto muy mediático. ¿Puede estar provocada por la repercusión que están teniendo las entradas?
–Justamente eso… Se está convirtiendo en algo muy mediático… y desde los medios el tratamiento que se da al fenómeno de las migraciones no siempre es ajustado a la realidad, sino a la coyuntura de lo que acaba de ocurrir y, también, al servicio de determinadas posiciones de poder. Si a ello se añade que las formas de entrar en la ciudad son retransmitidas a todo el mundo, que los medios de todo el mundo hablan de la ciudad en la que mueren personas tratando de cruzar la fronteras y por último, el lugar donde se dice que se “acoge” a esas personas tiene capacidad para diez personas y metemos cincuenta… la mezcla de situaciones hace que parezca fácil entender que en determinadas personas crezca la “incomodidad” y en otras directamente el miedo.
La valla como problema no es algo nuevo, aunque las soluciones que se nos ofrecen son siempre las mismas: más vallas, más altas, más difíciles de flanquear, más dañinas para los que se aproximen… y junto a ello más fuerzas de seguridad para “protegernos” –¡¡¡uno no sabe muy bien de qué, ni de quién!!!. Parecería que están a la búsqueda de la valla que nos blinde del exterior no deseado salvo para determinados momentos…
Pero digámoslo claro, no son estrictamente hablando las entradas lo que asusta, es el tratamiento que damos a este asunto lo que termina construyendo el miedo en la gente.
-Se habla de efecto llamada y de mafias que controlan las entradas. ¿Realmente existen esos dos fenómenos o las entradas están provocadas por otros motivos??
–En el campo de las teorías migratorias se usa como una de los argumentos más clásicos el push and pull (‘expulsión-atracción’). Desde Ernest Georg Ravenstein, a finales del siglo XIX, se viene explicando que unas condiciones de vida malas en determinados lugares expulsan a determinada gente de los mismos y que unas mejores condiciones de vida en otros lugares atraen a esas personas expulsadas. Aunque tales explicaciones han sido matizadas con algunas aportaciones y críticas, lo cierto es que siguen teniendo un cierto valor explicativo.
En este ámbito se podría situar el llamado “efecto llamada”. La oferta de una vida mejor en otro lugar siempre podrá suponer para cualquiera una forma de llamada; también para un doctor en Física de una Universidad en España que ve como su futuro puede ser más prospero en investigación si se marcha a un centro extranjero. Por tanto, no criminalicemos también el efecto llamada. En las lógicas del capitalismo, la prosperidad es una forma de atracción y ella se fundamenta sobre la necesidad de que se mantengan y se reproduzcan las desigualdades para que ese capitalismo exista. No se trata de que este sistema provoque desigualdades, sino que el capitalismo nace de la propia existencia de la desigualdad. Es su elemento fundacional.
Al amparo de tal situación, parece fácil imaginar la aparición de personas que quieran mercantilizar, como tantas otras cosas, esos fenómenos de expulsión y de atracción. La información que tenemos es siempre muy parcial y conozco pocos estudios sobre las llamadas mafias de la inmigración. Sin embargo, sería lógico pensar que si alguien quiere iniciar el viaje migratorio, siempre aparecerá un grupo de personas que se encarguen de ‘facilitarlo’, aún a costa de precios desorbitados y riesgos terribles. Su existencia no hace más que explicar aún mejor la magnitud del deseo, la necesidad y la desesperación de algunas personas por salir de determinados lugares.
Dicho lo cual debemos concluir que parece fácil imaginarse que las llamadas en forma de ‘atracción’ pueden provocar y de hecho provocan las migraciones. Más difícil es mantener que son las mafias quienes provocan la migración…

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