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Ni las altas temperaturas pueden frenar a los puestos de castañas

Desde mediados del mes de octubre, a pesar de las altas temperaturas que hay en la ciudad de Melilla, los puestos de castañas asadas echan a rodar otro año más con la esperanza de soportar todos los contratiempos que se les presentan pero manteniendo la ilusión intacta como el primer día.

Tras una dura jornada de trabajo, El Faro decidió salió al centro de ciudad y ya se observaba nada más salir de la redacción como el olor tan característico de las castañas empezaba a impregnar las calles y las largas colas de personas deseando seguir con su sana tradición invernal llenaban los tres puestos que hay en el centro de Melilla.

De esta forma, nos acercamos a los puestos del Parque Hernández, con su propietario Mohamed y al otro colocado en la Avenida Juan Carlos I, con su dueño Hassan para adentrarnos un poco más y saber de primera mano cuales son los secretos de esta bonita profesión, que cada vez está más en extinción y sobre todo en España.

"Es verdad que las altas temperaturas afecta en nuestro sector y se nota bastante, pero la gente está respondiendo mejor de lo esperado", comentó Mohamed, que también se mostró muy preocupado por la falta de agua y la sequía durante todo el año, ya que "la lluvia es fundamental para las castañas". "Este año no ha llovido nada prácticamente y hay muy pocas castañas porque este producto necesita mucha agua, eso es lo más preocupante", hizo hincapié Mohamed.

Tanto es así que las personas se aglomeran en pocos minutos alrededor de este puesto del Parque Hernández y el Faro pudo entrevistar a varios de ellas. Aunque también venden boniatos asados, otro fruto de temporada, las castañas son el producto estrella que gusta tanto a niños como a mayores. Así lo pudieron corroborar el melillense Paco y su hija Marina, que viven cerca del paseo marítimo y se acercaron hasta allí. "Siempre venimos, hay que aprovechar la época, merece la pena venir hasta aquí porque me encantan, en este puesto están muy buenas", admitió el padre. Asimismo la pequeña Marina lo tiene claro: "Cuando llega el invierno siempre quiero comer castañas, están buenísimas".

Al igual que opinó María, la siguiente mujer que se encontraba justo después esperando su turno para ser atendidas."Es una cosa muy auténtica, muy nuestra y muy saludable, con lo cual hay que intentar preservarlo y más con los pequeños negocios que hay que mantenerlos. Cultura, gastronomía y tradición a la vez, es muy necesario en la ciudad, dijo con rotundidad esta vecina.

Por su parte Hassan comentó que "las temperaturas si afectan y mucho a las castañas" porque las personas prefieren comprar las castañas cuando hace frío, que es realmente cuando apetece y es lo tradicional, pero la gente está viniendo aunque el tiempo no acompañe demasiado".

Las castañas en Melilla se hacen de una forma especial y en el puesto de Mohamed vemos como se preparan las castañas a fuego lento en unos recipientes especiales de lumbre. Le echa un poco de sal y dejan que se cocinen durante unos 10 y 15 minutos de lumbre y después el castañero añade a gusto del consumidor. Mohamed señaló que "las castañas saben mejor con un poquito de sal porque le da más sabor a la castaña, pero aunque el tiempo de cocción sea muy importante", el comerciante confesó que "no existe ningún secreto para hacer las castañas, eso se lleva en la sangre".

Por su parte, Hassan ante esta consulta, reveló entre risas que prefiere no contar su secreto para que sus castañas sean únicas y sigan siendo "las mejores de toda la ciudad de Melilla", pero lo importante "es hacerlas con mucho amor", confesó.

Principales contratiempos

A pesar de la buena situación que se refleja en los puestos de castañas de la ciudad, es muy complicado poder hacer frente a todos las adversidades. Los castañeros recuerdan la mala época que pasaron a causa de la pandemia por el Covid-19 y hablan también sobre la situación actual a la que se tiene que enfrentar diariamente.

"La pandemia hizo mucho daño a todos los sectores y también salimos afectados como el restó porque fue algo muy inesperado. Más que el propio confinamiento en sí mismo, lo más duro fue todo lo que se vivió después porque la gente estaba muy asustada, las ayudas para nosotros eran mínimas y ojalá no tengamos que volver a pasar por todo eso", recapituló Hassan.

Por otro lado, uno de los grandes problemas que se refleja más en la actualidad es la infracción. "Las castañas valen 6 euros el kilo, el carbón 1,30 euros el kilo, el papel, todo ha subido en general pero seguimos manteniendo el mismo precios de las castañas que el año pasado, seis castañas por un euro, pero estamos completamente ahogados, es una realidad", afirmó enfadado Mohamed.

Exactamente igual contó su compañero de profesión Hassan, con el mismo discurso. "La infracción es desorbitada ya que todo ha subido como las castañas, el papel, el carbón, la sal, y aun así seguimos manteniendo mismo precio y unidades para que nuestros clientes sigan viniendo y estén contentos pero está todo muy caro", insistió el comerciante.

Todos estos contratiempos se hacen notar y se aprecia claramente como año tras año que los puestos de castaña disminuyen paulatinamente, tanto es así que en toda la ciudad de Melilla únicamente quedan cinco. Es comprensible averiguar porque ocurre esto pero para tener certeza sobre ello, tanto Hassan como Mohamed nos cuentan un poco más desde su perspectiva dentro del sector.

"Es una pena que no haya más gente que se dedique a este sector y con el tiempo se irá perdiendo cada vez más algo tradicional como esto. Es vedad que es muy entendible que nadie quiera estar pegado tantas horas a una fogata y a la interperie, es muy sacrificado, pero pero a la vez es muy satisfactorio el hecho de ver como vienen tus clientes y la gente te anima a seguir adelante", contó.

Este comerciante también aseguró que "mantendrá el puesto abierto hasta después de las fechas de Reyes aproximadamente" y posteriormente seguirá con su puesto de venta ambulante de cofecciones en la calle Margallo y en el barrio de El Real.

"Y cuando llegue el otoño el año que viene aquí volveremos a estar al pie del cañón porque se echa de menos cuando acaba la temporada", reveló Hassan.

Al fin y al cabo todos los trabajos tienen sus ventajas y sus inconvenientes, pero la dura y evidente realidad muestra que los castañeros se encuentran en peligro de extinción por la difícil situación a la que deben enfrentarse y la vida tan dura en la que se encuentran inmersos. Por lo tanto Hassan, como Mohamed así como todos los dueños de algún puesto de castañas asadas son unos verdaderos héroes que nos siguen brindando la oportunidad de poder disfrutar de esta bendita tradición.

 

 

 

 

 

 

 

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