Opinión

La Navidad es tiempo de valorar

El 15 de diciembre se estrena la película dramática escrita y dirigida por J. A. Bayona ‘La sociedad de la nieve’, la cual, muy probablemente, será la más taquillera de la temporada. No me extraña que en estas fechas sean muchos los que una tarde se sienten en una butaca para ver un largometraje que conecta con nuestros corazones: queremos aprender a vivir mejor en las dificultades y a amar mejor lo que tenemos, lo que nos ‘toca’ vivir, y no lo que nos gustaría que nos pasase.

La vida es así de dura y de bonita. ‘La sociedad de la nieve’ es una historia sobre la vida, donde la vida no es posible. Fueron 16 los que sobrevivieron a la tragedia, que fue la de vivir 72 días en un entorno extremo y hostil. Un frío blanco nieve inundaba todo y el color rojo sangre resalta en el color puro.

La tragedia comenzó cuando el vuelo 571 de la Fuerza Aérea uruguaya se estrella en 1972 en el remoto corazón de los Andes. En el avión viajaban los integrantes del equipo de rugby All Christians acompañados de amigos y familiares. Muchos salían de su país por primera vez y nunca habían visto la nieve. Estaban felices de ir a Santiago de Chile, porque allí en ese momento era todo muy barato. Tenían ganas de divertirse gastando poco. Un ambiente festivo reinaba entre los pasajeros cuando se oyó un “abróchense los cinturones” por parte de la auxiliar de vuelo, pero el ambiente de bromas, jolgorio y alegría inundaba la atmósfera. Hicieron falta fuertes turbulencias y el ver las montañas muy de cerca desde las ventanillas para que esos alegres jóvenes deportistas se lo empezaran a tomar en serio. El avión temblaba y estaba rodeado de las imponentes montañas de los Andes, cuando la panza del avión chocó partiéndolo por la cola, el resto del fuselaje aterrizo en un valle deslizándose como un trineo sin control. En ese desliz sin control muchos ya empezaron a rezar. El fuselaje se frenó en seco al chocar con un banco de nieve y 13 murieron en el acto.

En un segundo, la vida de los supervivientes da un vuelco de 180 grados. Cuentan que la primera noche fue terrible. El fuselaje sería su refugio improvisado, y el frío era tremendo, la zona se la conoce como El valle de las Lágrimas, se asemeja a un gigantesco congelador que, por la noche se llega a los cuarenta grados bajo cero. En la primera noche se murieron cuatro personas. Pero los que sobrevivían querían vivir. Poco a poco van tomando conciencia de que si quieren estar vivos se las han de ingeniar y organizar una ‘sociedad’.

De los jóvenes salen emociones como la capacidad de ir más allá de los límites (tenían mucho frío, hambre y sed), el apego a la vida (sus familiares los daban por muertos pues habían dejado ya de buscarlos y ellos no podían soportar esta idea pues estaban vivos), la fortaleza (tenían que aguantar en esa situación sin desfallecer, resistir pese a la dureza), la solidaridad (a pesar de las peleas, discusiones que mantenían sabían que tenían que ayudarse los unos a los otros, eran un equipo), el ingenio (cada uno aportó al grupo sus capacidades, un estudiante de ingeniería hizo radio, quien limpiaba, los estudiantes de medicina curaban, etc.), la piedad (todos los días rezaron el rosario).

Roy Harley, uno de los supervivientes de la tragedia confiesa que se siente orgulloso de haber hecho parte de esta aventura que, como dice el National Geographic es la historia número uno de supervivencia de los últimos cien años. Es formidable cómo el ser humano, cuando sobrevive a la tragedia, puede llegar a sentirse orgulloso de lo vivido.

La tragedia de estos jóvenes empezó un 13 de octubre y termino un 22 de diciembre, siendo recibidos con mucho cariño.

Unos chavales con muchas ganas de vivir después de vivir una situación extrema, logran rehacer su vida. Y, lo que es más, se sienten orgullosos de haber vivido esta dura prueba, donde muchos mueren a su alrededor, y los cuerpos congelados les sirvieron de alimento. La situación era extrema, comer esa carne humana o morir. Hay mucha gente que sufre en soledad durante mucho más tiempo y meterse en esta historia da fe y esperanza. Creo que serán muchos los que se sentirán atraídos por esta película estas navidades, pues necesitamos historias que nos recuerden que estamos vivos y debemos valorar las cosas pequeñas.

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