Nador, la localidad marroquí en cuyos montes se escondían cientos de subsaharianos para cruzar a Melilla, se ha convertido en una "ciudad non grata" para las personas migrantes, que buscan otras rutas para llegar a Europa ante el férreo control policial puesto en marcha por Marruecos tras la tragedia de hace un año en la valla fronteriza.
Doce meses después de que al menos 23 migrantes fallecieran intentando cruzar la valla para entrar en la ciudad española, en las calles de Nador ya no se ven subsaharianos. Vecinos, activistas y autoridades concuerdan en que el refuerzo de la seguridad y las redadas constantes han mermado su población.
Mientras, son muchas las incógnitas sobre lo que pasó en la valla el 24 de junio de 2022. Las organizaciones de derechos humanos tienen, a día de hoy, más preguntas que respuestas: ¿Cuántos muertos hubo realmente? ¿Dónde están los desaparecidos? ¿Y los cadáveres? ¿Se juzgó a los migrantes sobrevivientes en condiciones justas?
Dificultades para vivir
En un hotel de Nador, Frank Iyanga, secretario general de la Organización Democrática de Trabajadores Inmigrantes (ODTI), explica a EFE cómo ha cambiado todo para los migrantes en la región.
"Nador se ha convertido en una ciudad non grata para ellos. Es muy difícil ver a emigrantes. La vida de un emigrante, tanto en Nador como en la región oriental, es muy complicada, tienen dificultades para circular, encontrar un trabajo y un hogar", dice.
Eso hace que estén buscando rutas alternativas y muchos, afirma, se van a las costas del sur de Marruecos y del Sáhara Occidental para coger una patera rumbo a las Islas Canarias españolas, una ruta por el Atlántico especialmente peligrosa.
Otros, según ellos mismos han relatado a EFE y confirman otras asociaciones, optan por volver a Argelia en un camino de retorno para intentar cruzar por mar desde ese país o desde Túnez, ya que hacerlo en patera por el norte de Marruecos es muy caro -entre 6.000 y 8.000 euros por persona-.
El drama del 24J ocurrió en el paso fronterizo del Barrio Chino, cuando alrededor de 2.000 migrantes, la mayoría sudaneses, bajaron desde el cercano monte Gurugú hasta la frontera para cruzarla, en el peor drama migratorio que se recuerda en Melilla.
Los vecinos de la zona, que antes presenciaban algunas noches saltos por parte de grupitos de subsaharianos, coinciden en que desde el 24J ya no se ven, una impresión que comparte una autoridad local consultada por EFE.
"Hay muchos militares, se ha reforzado mucho la seguridad. Ya no les dejan acercarse", explica Alí (nombre ficticio), que ha visto cómo una valla casi inexistente en su infancia alcanza ahora los 10 metros.
Más preguntas que respuestas
Tanto Iyanga como el responsable de migraciones de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), Said Tbel, creen que en el aniversario de la tragedia son muchas aún las preguntas sin respuesta.
Las autoridades marroquíes situaron en 23 los fallecidos, casi todos sudaneses y de los que solo se ha identificado a uno: un hombre de Sudán enterrado con presencia de su familia en el cementerio Sidi Salem de Nador.
La AMDH de Nador aumenta los muertos a 27 y habla de 64 desaparecidos y Amnistía Internacional cree que hubo 37 muertos y 76 desaparecidos, unas cifras que desde el Ministerio del Interior marroquí tachan de "infundadas".
"¿Dónde están los desaparecidos? ¿Se han ido algunos? ¿Se les ha expulsado del país? ¿Están muertos?", se pregunta Tbel. Según Amnistía, algunos murieron en el proceso de traslado de los cientos de detenidos el 24J a otras ciudades del país. "Todo eso se debe aclarar", dice Tbel.
Según este activista, entre tres y cuatro familiares, residentes en Europa, han viajado este año a Nador a identificar a sus muertos, y una decena de familias lo han hecho desde la distancia. "No sabemos qué ha pasado con los cuerpos. ¿Los han enterrado o esperan ser identificados?", es otra de sus preguntas.
Fuentes jurídicas apuntan a que los 22 cadáveres oficiales podrían estar en la morgue del Hospital Hassani de Nador, una información que no han ofrecido las autoridades.
Iyanga denuncia además las condiciones en las que 61 migrantes fueron condenados por el 24J y decenas más detenidos en las redadas de los días previos y de los meses posteriores. "Los juicios no se desarrollaron en buenas condiciones", critica sobre las condenas de hasta 3 años de cárcel por delitos como tráfico de personas.
Para Tbel, "hace falta una investigación" exhaustiva e imparcial del 24J, en lo que coincide Iyanga, puesto que la oficial de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de Marruecos y las de organismos como la AMDH o Amnistía Internacional "se contradicen".
La primera habla de un uso de la fuerza proporcional y de una investigación de la Fiscalía marroquí (de la que se desconocen los resultados), mientras que las segundas denuncian fuerza excesiva. Hay, según Tbel, "demasiadas versiones de lo que pasó".
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