La Iglesia tiene bastante que decir sobre la inmigración. El problema es que muchas veces, cuando habla, no se la entiende tan bien como cuando quien contesta a las preguntas es una persona de la sinceridad y el compromiso de Ramón Muñoz.
Al leer hoy la entrevista que publica El Faro de Melilla con el delegado de Migraciones de la Diócesis de Málaga, puede haber lectores que no compartan los posicionamientos de Ramón Muñoz, pero nadie podrá acusarle de no mantener un discurso valiente y coherente con los valores en los que se fundamentan el cristianismo y la mayoría de las religiones.
A diferencia de otros representantes de la Diócesis de Málaga en nuestra ciudad, a Ramón Muñoz no le preocupa hablar de inmigración. De hecho, es un asunto en el que lleva años trabajando, lo que resulta fundamental para poder conocer de cerca el problema, como es su caso. Su experiencia con los inmigrantes y su formación cristiana le permiten contestar si titubeos a cada una de las cuestiones que se plantean, muy al estilo jesuita tan de moda desde que el argentino Jorge Mario Bergoglio ocupa el más alto puesto jerárquico en la Santa Sede.
El discurso de Ramón Muñoz es muy similar al del Padre Esteban, que hace dos semanas dejó temporalmente su trabajo diario de apoyo humanitario a los subsaharianos en Nador para hablar sin rodeos en Melilla de la inmigración. Aquí, en el IV Foro Social de Ética y Espiritualidad, se escucharon sus palabras, sinceras y comprometidas como no estamos acostumbrados a escucharlas en nuestra ciudad por boca de un religioso de su misma fe. Así, el Padre Esteban no tuvo ningún problema para poner los pies en la tierra y reprochar a las autoridades melillenses que no hubieran estado a la altura para apoyar este foro de debate. Y, más tarde, no tuvo tampoco ningún problema para viajar al mundo de la utopia y desde allí defender la necesidad de “una gran red mundial de demanda permanente, real y pacífica para que los ciudadanos tengan la última palabra de lo que se hace en la frontera”.
También el delegado de Migraciones de la Diócesis de Málaga sabe que la inmigración es una cuestión muy compleja. Sin embargo, Ramón Muñoz la analiza desde un posicionamiento firme e inamovible que queda perfectamente reflejado en una de sus frases de la entrevista: “La Iglesia tiene siempre que defender y promover el respeto a los derechos humanos. Para la Iglesia cualquier persona es imagen de Dios y por tanto, por encima de la ley está el amor a las personas y el respeto a su dignidad”. ¿Quién puede tener alguna duda después de un mensaje tan claro y al mismo tiempo tan comprometido? ¿Queda alguna posibilidad de que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, continúe con sus matices sobre si lo que todo el mundo ha visto y conoce es una ‘devolución en caliente’ o un ‘rechazo en frontera’? Está claro que, con esa llamada de atención moral, la pregunta que debe responder el ministro tiene más que ver con su conciencia que con el valor jurídico de una Ley de Extranjería retorcida hasta hacerla irreconocible.
El Padre Esteban habló hace unos días en Melilla. Hoy lo hace Ramón Muñoz en El Faro. Se están quedando sin excusas quienes insisten en no querer entender dónde está la esencia del problema, un problema complejo y de difícil solución, de eso tampoco hay duda.
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