“Y los creyentes y las creyentes son aliados unos de otros: [todos] ellos ordenan la conducta recta y prohíben la conducta inmoral, son constantes en la oración, pagan el impuesto de purificación y obedecen a Dios y a Su Enviado. Sobre esos derramará Dios Su misericordia: en verdad, Dios es todopoderoso, sabio” (Corán, 9-71)
Recientemente vimos iniciativas para ampliar la oferta teológica a la comunidad musulmana integrando el componente femenino. La nueva generación tiene una conciencia espiritual, intelectual y teológica, y quiere defender su lugar en la jerarquía religiosa, también quiere contribuir al proceso de toma de decisiones más allá del papel social y psicológico que se les quiera asignar, sin embargo, todavía la sociedad se resiste ante estas iniciativas y se aferra a un modelo de islam donde durante mucho tiempo las mujeres musulmanas han sido relegadas y confinadas a espacios reducidos en las mezquitas.
A pesar de que tienen y han tenido el mismo papel que un imam, un shaykh o un guía espiritual a través de la predicación, la erudición, etc, las limitaciones del ejercicio de estas facultades son evidentes de inmediato, por ello, es urgente una diversificación del liderazgo religioso que realmente refleje esa igualdad humana y social ante Dios (y que no se lleva a cabo en la realidad). Un ejemplo de ello, es que sería imposible tener toda la jurisprudencia islámica que tenemos hoy en día, sin el papel fundamental de las grandes eruditas musulmanas en diversos campos. Notese que los líderes de las 4 principales escuelas de jurisprudencia del islam (Maliki, Shafi’i, Hanbali y Hanafí) fueron mentorizados por mujeres.
Las diferencias de opiniones sobre la mujer musulmana pone de manifiesto una comunidad de creyentes desgarrada entre diferentes mentalidades, culturas e interpretaciones del derecho canónico relativo a las mujeres. Ahora, sería conveniente encontrar las pedagogías necesarias para que las comunidades musulmanas acepten la pluralidad de opiniones jurídicas sobre la cuestión de la mujer en particular.
Hoy en día la verdadera lucha de las feministas musulmanas, que conviven en un sistema dominado principal y culturalmente por los hombres, es hacer frente a la autoridad y el control que se plantea y se impone a la comunidad musulmana que se antepone a una realidad femenina, incluso feminista, y es esta misma lucha la que iniciará un cambio sin precedentes y que repercutirá a favor del bienestar de todos los miembros de la comunidad.
Patriarcado islámico e islamofobia: la espada de doble filo
Existe una intersección de discriminaciones que sufre la mujer musulmana: misoginia e islamofobia; el doble combate. El problema de las mujeres musulmanas está siempre atrapado entre dos percepciones extremas, una percepción por parte de ciertos musulmanes tradicionalistas completamente rígidos y por otro lado, la percepción de ciertas personas ajenas a la comunidad que tienen una visión de la mujer musulmana completamente sumisa y oprimida, ambas son percepciones extremistas con las que yo personalmente no me identifico en ninguna de estas representaciones.
El lugar que se ha dado a las feministas musulmanas en el debate público es casi nulo, han estado muy ausentes. Sin embargo, el feminismo musulmán, aunque sea minoritario, nunca ha sido tan perceptible como ahora. Y sobre el terreno, las cosas están cambiando. En los eventos comunitarios a nivel europeo, podemos ver que se están haciendo esfuerzos para ofrecer espacio a las mujeres, aunque sigue siendo marginal (sobre todo a nivel local donde es prácticamente nulo).
Por lo tanto, las mujeres además de hacer frente a las críticas de algunos hombres musulmanes, también tienen que estar en alerta y atentas a los ataques islamófobos. No olvidemos que la cuestion del islam en España y en Europa en general está extremedamamente sensible y, en ocasiones, cuando las mujeres denuncian estas conductas dentro de la comunidad, es una oportunidad para reforzar la retórica islamófoba propagada en la opinion publica por una serie de medios de comunicacion y algunos políticos.
Así pues, ¿qué pensar de los defensores de los derechos de la mujer preocupados por el caso de las mujeres musulmanas bajo el manto de estos imames radicales, mientras que, al mismo tiempo, los ataques a las mujeres con velo siempre han generado indiferencia entre estas mismas personas?
Las musulmanas tenemos voz para hablar y criticamos conductas machistas pero en ningún momento se pueden aprovechar y/o utilizar estas denuncias para establecer y reforzar la islamofobia. Hablar en los medios de comunicación sin alimentar el estigma de los musulmanes puede ser sin duda un acto de equilibrismo.
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