En periodo estival es cuando más turismo se presencia en todo el territorio nacional. El que prima, sin lugar a dudas, es el turismo de sol y playa, pero también son otras las opciones que están ahí pero no se les muestra el suficiente aprecio.
El turismo cultural es otra forma de disfrutar de un lugar diferente. Los monumentos, los edificios religiosos y los museos aportan riqueza a la ciudad y a su historia. Los museos, en especial, están en el punto de mira y aún más en la Ciudad Autónoma de Melilla.
El Faro ha consultado a la coordinadora de museos, al Museo del Automóvil y al Museo Histórico Militar para conocer cuál ha sido la afluencia este verano.
La coordinación de los museos de la Consejería de Cultura cuenta con el Museo de Peñuelas (Arqueológico y Etnográfico), Museo Arte Español Moderno Contemporáneo y Centro de Interpretación (Museo Siglo XVIII).
La coordinadora de actividades culturales de estos museos, Gloria Rodríguez, afirmó a este periódico que agosto es el mes con menos afluencia en los museos que lleva la consejería. “Muchos melillenses aprovechan para irse de vacaciones y los visitantes que vienen a la ciudad aprovechan su tiempo en actividades como la playa por el calor”, dijo Rodríguez.
Sin embargo, la coordinadora de actividades culturales en los museos apuntó que este verano está siendo bastante bueno en comparación con otros años. “Aun siendo este mes de julio bastante flojo en afluencia hemos conseguido aumentar las cifras de visitas respecto al año pasado en el mismo mes en casi 700 personas”, manifestó Gloria Rodríguez.
Una mañana cualquiera de agosto, paseando por Melilla La Vieja se puede dar un paseo por el museo arqueológico. No se ve a nadie en la puerta salvo una familia gaditana que está visitando la ciudad por primera vez. Están de paso y ni siquiera llegan a entrar en el centro.
En cuanto al Museo Ibáñez de Arte Español Moderno y Contemporáneo, dos turistas ajenos el uno con el otro pasean por las silenciosas salas contemplando cada cuadro y escultura. Las visitas están ahí, pero los museos están carentes de vida durante estos días de verano.
El mayor número de visitas suelen ser guiadas y en periodo escolar. Según Rodríguez, el 44% de estas suelen ser de grupos de colegios o asociaciones, mientras que un 30% son turistas nacionales. “En Melilla se sigue fomentando que los más pequeños conozcan la historia de la ciudad mediante visitas guiadas en los colegios y mediante talleres y actividades enfocadas a ese público que intentamos hacer todos los años”, añade la coordinadora de los museos.
Otra mañana diferente de agosto y el paseo continúa por Melilla La Vieja, esta vez para pasar por el Museo Histórico Militar. Sus salas están decoradas con uniformes, banderas, armamento y demás artilugios con años de historia.
Una pareja de mujeres camina por todo el museo, tanto por las terrazas como por la Sala Principal y la sala de exposiciones temporales. Mientras, el director interino, el subteniente Alonso, informa a El Faro del número de visitantes que está recibiendo el Museo Militar: “En lo que llevamos de agosto, ya han pasado 1.281 personas y eso que no ha acabado”. Julio fue un mes menos activo, con un total de 967 visitantes. Aún así, y al igual que los museos de la Consejería de Cultura, 2018 está siendo un año con mejores resultados que los anteriores. Según el subteniente Alonso, el año pasado el museo recibió a 1.2681 visitantes. Este año, ya van por más de 8.000 y se espera que la cifra a final de año supere al anterior.
El perfil del visitante del Museo Histórico Militar suele ser alguien que ha realizado el servicio militar en la ciudad y visita con su familia la pinacoteca. El periodo estival es una buena época para pisar este museo. No están únicamente las salas, sino que hay tres amplias terrazas que ofrecen exposiciones al aire libre en las que se encuentran cañones y morteros, además de unas buenas vistas a diferentes playas de la ciudad.
El horario de visita a este museo es de 10 a 2 de la tarde y su entrada es gratuita.
La gran olvidada entre las pinacotecas melillenses tiene mucho que contar. Un museo “creado desde el corazón”, tal como dijo su fundador, Miguel Ángel Hernández, en el que se narra la historia de Melilla a través del automóvil. La historia parte de1909, que fue el año en el que el primer automóvil pisó tierras melillenses, y así hasta nuestros días.
Situado en una nave en la Carretera de Hidum y con un almacén a su disposición donde se encuentran otras piezas, Hernández afirma que abundan más los visitantes foráneos que los melillenses. En agosto suele estar Federico Navaja, un “gran experto y conocedor de los automóviles clásicos”, tal y como lo define Miguel Ángel Hernández, para realizar visitas guiadas a todo aquel que pase por el museo. De hecho, a principios de este mes, un grupo de 16 personas provenientes de Málaga y pilotos de rally disfrutaron de un espacio repleto de historia.
No se sabe con exactitud el número de visitantes al museo pero en periodo estival rondan las 200 personas. La afluencia anual llega a 3.000-3.500 personas dependiendo de los grupos, colegios y colectivos, según el fundador del Museo del Automóvil. Otro perfil de visitante es aquella persona que residía en Melilla y dejó su coche a Miguel para añadirlo a su colección de vehículos. La nostalgia de la ciudad también se encuentra en este museo que se ha formado gracias a la colaboración de muchos que quisieron que sus turismos se conservaran a lo largo de los años para convertirse en patrimonio cultural.
También son los extranjeros, aunque no muchos, los interesados en pisar el Museo del Automóvil a nivel particular. “Suelen ser alemanes o franceses”, dice Miguel Ángel Hernández.
Esta pinacoteca colmada de Mercedes, Rolls royce o Jaguars, entre otras marcas, sigue siendo un misterio en la ciudad de Melilla, pero con un gran aporte histórico aun por conocer.
Las vacaciones, como parte del año en la que el tiempo libre puede convertirse en horas provechosas, suelen invertirse en desconectar la mente.
Los museos parece que suelen estar reservados para los foráneos en los meses de julio y agosto. Aun así, son estos días cuando más disponibilidad aparentan. La tranquilidad prima en sus salas, un factor que puede ayudar a que los melillenses puedan desconectar de la rutina y aprovechar para conocer la ciudad más a fondo.
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