Como parte de la campaña divulgativa del Centro de Historia y Cultura Militar de Melilla para el año 2022 y con el propósito de dar a conocer los fondos patrimoniales que allí existen, el Museo Militar de la Ciudad Autónoma ha presentado una exposición temporal sobre ametralladoras.
Los interesados podrán ver esta muestra en la referida instalación, ubicada en el Baluarte de la Concepción Alta en Melilla La Vieja, en el horario de 10:00 a 14:00 horas de martes a domingo.
Como recuerda la nota de prensa, las ametralladoras son mucho más antiguas de lo que pudiera creerse, pues tienen su origen en los órganos que empezaron a usarse a finales del siglo XIV y se emplearon en los ejércitos europeos hasta finales del siglo XVIII.
No obstante, las primeras ametralladoras propiamente dichas aparecieron en la Guerra de Secesión Norteamericana (1861-1865), cuando se construyeron numerosas armas de esta clase, con destaque para las del sistema Gatling, que subsistió hasta principios del siglo XX sin modificaciones esenciales. Su sistema identificativo se centra en la rotación de una serie de cañones alrededor de un eje central.
Más adelante, el comunicado apunta que las primeras referencias al estudio de las ametralladoras en España nos sitúan en el año 1867, año en que se ensayó una ametralladora Gatling enviada desde los Estados Unidos. Luego, en 1870 se experimentó con la ametralladora francesa Cristophe-Montigny y otras.
Por su riqueza informativa, El Faro reproduce el resto de la nota del Centro de Historia y Cultura Militar de Melilla.
Sir Hiram Stevens Maxim (1840-1916) fue un ingeniero estadounidense, inventor de la primera ametralladora completamente automática. Stevens fabricó un arma de retroceso, aprovechando los gases producidos en el momento del disparo. En 1896 se adquirieron doce ametralladoras inglesas Maxim-Nordenfelt, modelo 1895, que fueron enviadas a Cuba. Estas armas no dieron en dicha guerra los resultados que se esperaban debido por un lado a su mal empleo táctico y, por el otro, a los entorpecimientos que presentaban, derivados del cartucho, por lo que una vez regresadas a España, la casa Maxim las reformó tras el pago de unas 50 libras por arma. Una vez modificadas, estas armas se asignaron ocho de ellas a las dos Brigadas de Infantería de Ceuta y Melilla y las cuatro restantes quedaron en la Escuela Central de Tiro, pasando después a la Segunda Brigada de Cazadores de guarnición en el Campo de Gibraltar.
Al mismo tiempo que se sucedían estos acontecimientos, la Comisión de Artillería prosiguió con sus estudios y pruebas de todas las ametralladoras existentes en aquella época, llegando a la conclusión que en efecto la ametralladora Maxim, cuyo comportamiento había sido desde el principio satisfactorio, dejaba de serlo a los 3.000 disparos, ya que al iniciarse el desgaste del rayado empezaba a disminuir su retroceso, con lo que resultaba imperfecta la alimentación.
Entre 1901 y 1914, se realizaron estudios y nuevos ensayos con ametralladoras Hotchkiss, Maxim, Bergmann, Skoda y Schawarzlose, preparadas para emplear el cartucho Máuser español. Como resultado de estas pruebas, la Comisión de Experiencias, aconsejaba como mejor arma la ametralladora Hotchkiss, Mod. 1907, arma de origen francés, si bien no rechazaba la Maxim.
En 1908-1909, la ametralladora Vickers-Maxim modelo 1905, con la modificación que se le había practicado en su boca de fuego, consiguió asegurar el retroceso de éste y, por tanto, el funcionamiento del mecanismo de alimentación.
Al empezar el año 1910, el Ejército Español disponía de 48 ametralladoras, 12 eran Vickers-Maxim Mod. 1905 y 36 Hotchkiss, que se denominó como Modelo 1907-1909, Primera Serie Española. De las Hotchkiss, quedaron 4 experimentales en la Escuela de Tiro y Comisión de Experiencias y 32 repartidas en los Batallones de Cazadores y Regimientos de Infantería de Línea. De las Maxim, 8 en la Comandancia General de Melilla y 4 en Ceuta. Excepto las Hotchkiss experimentales, las 44 restantes intervinieron en la Campaña de Melilla de 1909-1910 y poco después, las ametralladoras Maxim fueron relegadas como armas de posición, quedando únicamente las Hotchkiss en unidades operativas.
Posteriormente se ensayó de nuevo con una Hotchkiss Mod. de 1912, con los trípodes español y francés, y se adoptaron modificaciones que dieron lugar al Modelo 1907-1912 Segunda Serie Española.
Como resultado de estas experiencias fue que la ametralladora Hotchkiss, con nuevas modificaciones introducidas y con el trípode español, fue declarada reglamentaria en 1914, con la denominación de Ametralladora Hotchkiss, de 7 mm., Modelo 1914, Tercera Serie Española, estando de dotación en el Ejército Español hasta la Guerra Civil de 1936-1939.
Este arma se diferenciaba de todos los modelos anteriores en que en ella se aprovechaba la energía de parte de los gases producidos por la pólvora al producirse el disparo, para llevar a cabo automáticamente todas las operaciones necesarias para efectuar el siguiente: extracción de la vaina, carga y fuego. A diferencia de los sistemas anteriores, no tenía refrigerador, pero el cañón llevaba un radiador envolviendo la recámara, que al aumentar la superficie exterior del cañón, facilitaba su enfriamiento. El alza, similar a las de fusil, iba colocada en el cañón.
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