Con la presencia de su familia y cientos de melillenses consternados por su fallecimiento a causa del incendio en su lugar de trabajo.
Antonio Montilla recibió cristiana sepultura en el día de ayer, sobre las seis y media de la tarde. Su entierro, acelerado por sus familiares para evitar la prolongación de un extremo dolor que se inició en la tarde del pasado miércoles, cuando el Taller Montilla se vio envuelto en un fuego que terminó atrapando a su dueño, se convirtió en una manifestación de dolor y pesar colectivo por el fallecimiento de un hombre bueno y honrado, como han venido a tildarlo muchos de los que lo conocieron.
Ayer los pésames se reproducían: En Facebook, una red social muy activa entre sus seguidores en nuestra ciudad, y también de forma oficial mediante comunicados emitidos entre otros por el Partido Socialista de Melilla o la Federación de Servicios Públicos de Comisiones Obreras en Melilla.
No hizo falta esquela mortuoria ni más propagación que el vis a vis, a pesar de que la autopsia de Antonio Montilla se realizó al mediodía, casi coincidiendo con el almuerzo, de modo que hasta última hora no pudo saberse si su entierro se llevaría a efecto en la misma tarde de ayer, como finalmente ocurrió.
Las puertas del cementerio, atestadas de público, sumaban cientos de melillenses.
Ya por la mañana, sus compañeros de talleres de mecánica, chapa y pintura de vehículos, tal cual era su especialidad en el ramo, no abrieron las puertas de su establecimiento, al menos hasta que se rescató su cadáver del interior de la nave en la que trabajaba junto a su sobrino desde que la muerte de su hermano le dejara sin su socio primigenio.
Rescate del cadáver
El rescate del cadáver comenzó sobre la hora prevista, las nueve y media de la mañana, con un destacamento del Cuerpo de Bomberos que volvió a echar agua en el interior de la nave siniestrada en el Polígono Industrial SEPES del Barrio del Real.
Al parecer, el marco de una estructura permanecía aún semi-incandescente, catorce horas después de un siniestro que sin haber sido muy virulento resultó muy aparatoso por el humo que originó, amén de mortal para el dueño de Talleres Montilla, que como informamos ayer quedó atrapado en el interior de su local, una vez que se atrevió a enfrentarse con un extintor a lo que en principio sólo parecía un pequeño conato de incendio.
Testimonios diversos aseguran que le sorprendió una explosión, fruto del mucho material inflamable que se acumulaba en el establecimiento y que, por demás, resulta propio de cualquier taller de chapa, pintura y soldadura de vehículos a motor como el que Antonio Montilla trabajaba.
Su cadáver, hallado en un altillo o camarilla del establecimiento, evidenciaba que murió de asfixia previa a las graves quemaduras que también sufrió su cuerpo y que, sin llegar a calcinarlo –como en principio se dijo- sí que fueron extremas.
Delicadeza
El rescate del cadáver, una vez el juez de guardia autorizó su traslado en torno a las 9:45 horas de la mañana de ayer, se realizó con extrema delicadeza, en presencia de sus familiares directos, entre ellos sus dos hijos y sus sobrinos: uno de ellos, el que trabajaba el negocio con su tío Antonio, pudo regresar a Melilla al igual que el hijo que actualmente reside en Huesca.
El consejero Antonio Miranda, primo del fallecido, también estuvo presente arropando a los familiares.
Por demás, el consejero de Seguridad Ciudadana, Ramón Antón, y la jefa del Cuerpo de Bomberos, María José Marcos, también supervisaron el rescate del cadáver al igual que el viceconsejero de Servicios Operativos, Francisco Villena.
Se acordonó la calle y el furgón de la funeraria entró marcha atrás para, sin testigos, hacer las labores necesarias para el traslado del cuerpo hasta la zona de autopsias del tanatorio municipal.
Una ambulancia también se sumó al retén posiblemente para atención de los familiares que pudieran necesitar asistencia sanitaria o médica, lo que finalmente no fue preciso.
Policía Científica
Casi al mismo tiempo, la Policía Científica inició sus indagaciones para determinar las causas de un fuego que los Bomberos no han podido precisar donde comenzó pero que, según fuentes próximas a los mismos, se descarta se originara en el horno de pintura sito bajo la camarilla o altillo, porque el estado en que se encontraron los cristales de su puerta frontal –hacia el interior del horno y no hacia el exterior como habrían acabado para el caso de que el incendio o explosión hubiera sido en el mismo aparato- no hacían pensar en que allí radicara el origen del sinistro.
Preguntado el Gabinete de Prensa de la Jefatura Provincial de la Policía Nacional, solamente se indicó a ‘El Faro’ que las investigaciones continúan y que los agentes de la Policía Científica se han empleado a fondo.
Daños materiales
Los daños materiales en el taller han sido extremos pero curiosamente un coche de un particular que se encontraba en su interior salió indemne. Y es que, según constató el servicio de Bomberos, el incendio no fue tan virulento aunque sí muy aparatoso por la cantidad de humo y gases tóxicos que provocó la cantidad de material inflamable que se apilaba en el interior del taller. De hecho, sólo tardaron una hora en controlarlo. La fatalidad hizo que Antonio Montilla quedara atrapado en el fondo de la nave, donde la menor presencia de oxígeno y la mayor acumulación de humo provocó su asfixia, tal cual certificó el forense según fuentes próximas a la familia que señalaron a ‘El faro’ que las quemaduras, a pesar de su gravedad, no habían sido la causa de su muerte.
Por demás, los daños causados por el fuego en las naves colindantes, una dedicada a un negocio de grúas y otra un taller de reparación de automóviles también, fueron más espectaculares que otra cosa, puesto que las llamas apenas alcanzaron a los establecimientos contiguos aunque sí el denso humo que inundó tanto la nave siniestrada.
Un incendio mortal pero no tan virulento
El Cuerpo de Bomberos, según trasmitía ayer a ‘El Faro’ el consejero de Seguridad Ciudadana, Ramón Antón, reconoce que el incendio en el Taller Montilla no ha sido tan virulentos como otros recientes, que afortunadamente, sin resultado muerte, ocuparon a los servicios de extinción de incendios durante más de doce horas para lograr apagarlos.
En el almacén de Farmacia, siniestro de marzo de 2007, los Bomberos tuvieron que emplear 20 horas, y en el de una vivienda de Ramírez de Arellano, el día de Año Nuevo de 2008, comenzaron a las cinco de la madrugada y acabaron a las seis y media de la tarde del mismo día.
En el incendio de Talleres Montilla bastó una hora, pero el resultado fue tan funesto como otros incendios sucedidos en la ciudad hace ya décadas, en los que el resultado final también se cobró vidas humanas. Fue el caso de que el ocurrió en el Mantelete, hace ya más de treinta años, con dos menores fallecidos, o el de Horcas Coloradas, cerca del Monte María Cristina, donde hace dos décadas una niña perdió la vida tras que se incendiara el colchón en el que dormía.
También en el barrio de Plus Ultra, frente al Bar Artillero, un hombre acabó perdiendo la vida en el incendio de su vivienda y, en otros sucesos, relacionados con indigentes, en concreto dos, uno en las cuevas del río sitas bajo el cuartel de la Legión y en otro en la Remonta, también el fuego se cobró dos vidas.
Imbroda lamenta la muerte de Antonio Montilla, una persona “respetable y querida”
“Lo peor es que ha muerto una persona”
El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, lamentaba ayer la muerte de Antonio Montilla como la principal e irreparable consecuencia de un incendio, como el mismo señalaba, avivado por el material propio de un taller de chapa, pintura y soldadura de vehículos a motor. “Los daños materiales se pueden superar, reponer lo perdido, pero una vida no. Hemos tenido muy mala suerte”, se lamentaba la primera autoridad local que reconocía el encomiable papel del Cuerpo de Bomberos, con una actuación rápida y reforzada por muchos bomberos fuera de turno y de descanso que, aún sin el traje reglamentario, se presentaron en el lugar de siniestro para ayudar en lo posible.
La primera autoridad local también destacó el uso del nuevo material asignado al servicio de extinción de incendios: dos motobombas que fueron utilizadas para sofocar antes el fuego pero que, igualmente, no pudieron evitar lo inevitable, tal cual fue la muerte del propietario del taller, Antonio Montilla.
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