El Movimiento en Defensa del Arbolado exige protección real para los tres ficus que se encuentran junto al edificio de Correos. De esta manera, la organización se suma a otras entidades ciudadanas para exigir que en el proyecto de reforma integral que ha diseñado la Ciudad Autónoma se proteja a estos árboles centenarios y, una vez finalizadas las obras, sigan sanos, vivos y enteros.
La Asamblea aprobó por mayoría absoluta la licitación para la reforma del antiguo edificio de Correos, un proyecto que viene de lejos y que por fin comienza a dar sus primeros pasos. Un proyecto beneficioso para Melilla respaldado por las formaciones políticas con el fin de convertirlo en unas instalaciones universitarias. Sin embargo, tanto PSOE como las entidades ecologistas temen por los árboles centenarios que se encuentran junto al edificio y que podrían dañarse durante las obras.
El portavoz del Movimiento, José Cobo, solicita la protección de los tres ficus que quedan en la acera del edificio de Correos. Recuerda que antes eran cuatro los árboles centenarios que había en este lugar, pero uno se perdió hace años debido a una poda excesiva. Por eso, insiste en que es primordial proteger los ficus que quedan.
Sin embargo, lamenta que el proyecto que la Ciudad Autónoma ha sacado no contempla de forma “clara” que los tres ficus se vayan a conservar y se traten con el cuidado y respeto que merecen durante el periodo que dure la obra. Dado el largo historial de árboles que han muerto con las sucesivas reformas urbanas de la ciudad, Cobo teme que estos tres ejemplares corran la misma suerte.
En su opinión, las empresas de Melilla no están del todo preparadas para afrontar una obra donde haya árboles. Prueba de ello, dice, son los cientos de cadáveres en pie que aún se pueden encontrar por las calles o el estado en el que se encuentra el Parque Lobera. “Siempre hay algunos que se terminan cayendo, afectando a las raíces o ramas, y el árbol muere”, lamenta.
El Movimiento reclama que los árboles se van a conservar en buen estado una vez concluya la obra, es decir, que tanto las raíces como las ramas estén bien protegidas para que, una vez que el edificio esté rehabilitado, los ficus sigan en perfecto estado. Cobo señala que, en este escenario, las ramas son las que más peligro corren, dado que habrá que montar andamios y montar maquinarias en la acera. Pero, en ningún caso, espera que sufran una poda excesiva para poder facilitar la reforma.
Cuando se aprobó el proyecto de rehabilitación, el Partido Socialista defendió que la obra fuese acompañada de un informe medioambiental que protegiese los ficus centenarios porque son patrimonio nacional de la ciudad y la obra puede poner en peligro las copas y raíces de los árboles.
También se sumó a esta reivindicación la asociación Guelaya Ecologistas en Acción, quien lamenta que han sido ya “muchísimos” los árboles que ha perdido la ciudad por culpa de no haber tomado “medidas sencillas” para protegerlos de las obras. Por eso, también exigen “protección expresa” para estos árboles centenarios.
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