El consejero de Medio Ambiente y Sostenibilidad, Hassan Mohatar, aseguró este martes que la Ciudad está trabajando para acabar, entre enero y febrero del año que viene, con los cortes de agua que, entre las doce de la noche y las cinco de la mañana, se producen en numerosos puntos de Melilla. O, al menos, reducirlos.
Así lo expresó durante su visita el martes a la desaladora, en la que estuvo acompañado por la viceconsejera de Incidencias y Línea Verde, Yonaida Sellam, y en la que, junto a los técnicos allí presentes, detalló que el Gobierno local había instalado un bastidor nuevo hace un mes, que el próximo llegará en agosto, que en noviembre habrá uno más y que el último, con el que se espera resolver este problema acuciante para tantos vecinos, llegará a principios del año 2023.
Está previsto que cada uno de ellos proporcione unos 2.000 metros cúbicos extra al día de agua, que, además, prometió, será de mayor calidad según se vayan instalando estos nuevos elementos, si bien el técnico de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir allí presente, Rafael Álvarez, no quiso mojarse al respecto.
Mientras que ese momento llega, el consejero avisó de que los ciudadanos tendrán cortes de agua cada vez que haya que incorporar un bastidor nuevo, así que este miércoles y este jueves los melillenses que no dispongan de depósito en casa o cuyos barrios no tengan suministro de agua independiente a través de los pozos, como el barrio de la Victoria, sufrirán restricciones entre las cuatro de la tarde y las seis de la mañana.
El consejero lamentó las molestias que todo ello pueda ocasionar a los melillenses que las sufren, pero aseguró que es absolutamente necesario parar la desaladora para acometer estos trabajos.
En cualquier caso, sólo serán dos días, que, si los comparamos con la de años y años que miles de ciudadanos llevan sin poder usar el agua con normalidad por las noches, ciertamente no son gran cosa. Eso sí, cabe esperar que este problema se resuelva finalmente en los plazos marcados por Mohatar, ya que no parece de recibo que un lugar que supuestamente se encuentra en el primer mundo y quiere mirar a Europa sufra con resignación este tipo de situaciones, ante los que cualquier otro español quedaría harto sorprendido.