LAS manifestaciones de los vecinos del Real en contra del centro COVID en Altos del Real han puesto al PSOE de Melilla en modo pánico porque un supuesto error del consejero Mohamed Mohand amenaza uno de sus principales caladeros de votos. Fuentes del tripartito aseguran que se enviaron, con el visto bueno del súperconsejero socialista de Salud Pública, tres propuestas de emplazamientos para el centro COVID a la Secretaría de Estado de Migraciones: una zona deportiva de La Cañada, Altos del Real y el Cuartel de Santiago. Después Mohand dijo que él había propuesto la explanada que está frente al CETI, pero punto y seguido reconoció que tardarían más en habilitarla para acoger a los positivos de coronavirus que si se montaba en Altos del Real. Nunca reconoció que éste último tiene su visto bueno. Fue, según estas mismas fuentes, la Secretaría de Estado la que eligió Altos del Real. Sin embargo, en la carta formal que necesita la Consejería de Infraestructuras para justificar las inversiones que se han hecho allí, este organismo, que depende del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones (PSOE), agradece a la Ciudad Autónoma por “el emplazamiento que habéis elegido”. Como os podéis imaginar, en el Palacio de la Asamblea aún no salen del asombro. Como tampoco salía de su asombro el ministro de Sanidad, Salvador Illa, cuando se enteró por los medios nacionales de que Melilla tenía intención de pedir el estado de alarma. Inmediatamente levantó el teléfono y llamó a la Ciudad Autónoma para saber de dónde había salido esa idea loca. Porque cuando Mohand soltó el bombazo no había hablado del asunto con el jefe del Ejecutivo al que pertenece. Nos queda la duda sobre si antes se lo comentó a Gloria Rojas, que ha convertido al súperconsejero en su talismán y lo lleva, como si fuera su sombra, a todas partes. El caso es que el ministro Illa, escandalizado por la insinuación de repetir el Estado de Alarma en algún punto de España, cuando en realidad lo aconsejable, para no hundir más la economía son los confinamientos quirúrgicos por barrios o zonas determinadas, quedó en hablar directamente con el consejero Mohand. Al mismo que, por cierto, el presidente De Castro le pidió varias propuestas de medidas para controlar el contagio de coronavirus como se hizo en la fase uno y dos de la desescalada. Eso fue a primeros de septiembre y a día de hoy los melillenses no hemos visto reacción. La única medida que ha salido de Mohand es la propuesta de estado de alarma, que casi mata de un infarto al ministro Illa. Es más, desde Presidencia pidieron rastreadores a Defensa y desde la Consejería de Salud Pública no avisaron de su llegada a la Ciudad. El equipo de Gobierno se enteró de que ya estaban en Melilla cuando en el grupo de WhatsApp de los consejeros, desde el PSOE avisaron de que estaban buscando un lugar donde ubicarlos. Así funciona nuestro tripartito. Cada uno por su parte y lo que sabe un partido no lo comenta con el otro. Si siguen donde están es porque el PP, hay que reconocerlo, está tan acostumbrado al Gobierno que no sabe hacer oposición. En redes sociales se comenta que algo se mueve en las filas populares en contra del diputado Díaz Otazu. El general estorba y no le gusta ni a amigos ni a enemigos. A mí, personalmente, no me vale el argumento de que no vive en Melilla. Hay muchos eurodiputados que no viven en España y dan el callo por nosotros desde Bruselas. También porque aquí teníamos viviendo a Mari Carmen Dueñas y como si hubiera estado empadronada cuatro años en Marte. No recuerdo que haya resuelto ningún tema medular para esta ciudad. Trabajó desde la discreción que la caracteriza, pero, en mi opinión, tan discreto fue su paso por el Congreso que cuando la quitaron para poner a Otazu, nadie salió a protestar. Otra cosa fue cuando en 2015 se anunció que nuestro querido Antonio Gutiérrez no iría de número uno en las listas. Aquello, aún hoy, duele por injusto. Así nos ha ido. Creo que lo que hace o deja de hacer Otazu habrá que juzgarlo cuando acabe la legislatura. Otros como Javier Lence podrían hacerlo mejor, pero en el PP de Melilla hay demasiados egos revueltos como para entender que les hace falta gente joven, con experiencia y que no haya salido quemado de la etapa anterior. Imbroda no quiere jubilarse y tiene derecho a querer seguir. La política es su vida y no podemos pedirle a nadie que renuncie a su vida. Él levantó el partido. Él lo llevó a la gloria. Él lo ha bajado a las catacumbas y él decidirá, si Pablo Casado se lo permite, si se autopostula de nuevo o si elige un relevo que levante al PP de Melilla, con su apoyo. La decisión es suya. De lo que él decida o de lo que le dejen decidir dependerá que los populares vuelvan al poder o continúen blasfemando en la oposición, sin hacer propuestas serias a las que se les pueda prestar atención. Siguen sin asimilar que De Castro los descabalgó y dicen los que conocen al de Cs, que se está dejando la piel, buscando pruebas para poder demostrar que la etapa popular fue una estafa para todos los melillenses. Él, dadas las circunstancias, no descarta ahora presentarse de nuevo a las elecciones. Vino a quitar a Imbroda y no quiere irse sin enterrarlo políticamente.
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