Las familias cumplieron con la tradición de visitar a las personas fallecidas l La Ciudad ha diseñado una guía con un plano para que los ciudadanos conozcan las sepulturas más representativas del camposanto.
Lola visita a menudo la sepultura de sus padres. Le enseñaron de pequeña que hay que ir al cementerio a llevar flores a las personas que están enterradas y que significaron algo en su vida. Es una forma de recordarles y de hacerles un pequeño homenaje. Lo aprendió de sus padres y aún hoy, continúa con la tradición. En el día de Todos los Santos compra flores vistosas, para que destaquen en la tumba blanca y las coloca con esmero en los jarrones que se trae de casa. Limpia la sepultura con un trapo y se queda unos minutos conversando sola. No está loca. Estos momentos los dedica a recordar los días en que acompañaba a sus padres a La Purísima. No es un momento triste. Ya ha superado la pérdida de sus padres. El día de Todos los Santos es un día para sonreír y recordar los buenos momentos que vivió con sus familiares ya difuntos, asegura. Y como Lola, miles de personas pasaron ayer por el cementerio de La Purísima para cumplir con la tradición de visitar a los que ya no están en este mundo.
Los pasillos del camposanto eran lugar de encuentro para muchos melillenses. Pasa tanta gente por el cementerio estos días que es habitual reencontrase con amigos, vecinos o conocidos. También esto forma parte de la tradición. Preguntan por cómo está la familia o si recuerdan dónde está enterrado aquel vendedor que les llevaba el pan los días de fiesta.
En familia
Son las personas mayores las que mantienen la costumbre de visitar frecuentemente a los difuntos en el cementerio. Pero en el día de Todos los Santos, niños y jóvenes aprenden el lugar en el que están enterrados sus antepasados. Las familias al completo recorren La Purísima. Es una forma de que los niños pierdan el miedo a entrar en este lugar. Además, los mayores aprovechan para contar las historias de las personas que están enterradas en las sepulturas en las que ponen flores. Un abuelo que le gustaba pescar en el puerto, una madre que cosía las mejores camisas de Melilla, una tía que preparaba la mejor paella del mundo o un hermano que no paraba de hacer chistes son algunas de las personas a las que recordaron ayer los melillenses.
Este recorrido por el camposanto sirve a los más jóvenes para conocer la historia de la familia, saber cuáles eran sus raíces e incluso de dónde vienen sus nombres, pues más de uno se lo debe a un familiar fallecido.
Una vez que están todas las flores repartidas en las sepulturas, los melillenses aprovecharon para comer en familia. Siempre hay alguien que se encarga de comprar los buñuelos, los huesos de santos o los panellet para acompañar al café de media tarde.
Una visita con mapa
La Ciudad ha instalado un gran panel en la entrada de La Purísima con un mapa en el que se señalan las sepulturas de personajes ilustres de la ciudad o que recuerdan a personas que dieron su vida por Melilla. Además, este mismo plano está impreso en pequeño con el objetivo de que los melillenses puedan localizar estas tumbas mientras visitan el cementerio. Entre las sepulturas que se señalan en este mapa están la de Fernando Bueno Espinosa, que es una columna que parece medio derruida y que está situada frente a la entrada principal, y la de Cándido Lobera, director del Telegrama del Rif.
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