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“Mientras esté aquí, las puertas de este despacho van a estar abiertas para todos”

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La viceconsejera de Participación Ciudadana, Nasera Al-Lal, comenta en ‘El Faro’ sus comienzos en la acción social a favor de las mujeres y sus primeros días en este cargo.

Nasera Al-Lal Mohamed es una melillense de fuertes convicciones sociales que ha dedicado parte de su vida adulta a mejorar las situación y el futuro de cientos de mujeres de la ciudad a través de la Asociación Mujeres Vecinales. Esa entidad le ha permitido desarrollar su inquietud de ayuda al prójimo y le ha servido como escuela para poder estar hoy en día como cabeza visible de la Viceconsejería de Participación Ciudadana. Al-Lal comenta en ‘El Faro’ sus comienzos como ‘activista social’ y sus primeros días a cargo de esta área de la Ciudad.
–¿Por qué dedicó gran parte de su tiempo a una entidad social como Mujeres Vecinales?
–Siempre me ha gustado hacer algo por el prójimo. Ayudar a alguien. La actividad social  siempre me ha gustado. No lo hice con la intención de estar aquí en la Viceconsejería, pero todo lo que hago, lo emprendo con el convencimiento de hacerlo con toda mi fe y mi corazón. En la asociación nadie puede decir que se le ha hecho desprecio. Siempre estaba la puerta abierta y si no le hemos podido ayudar, se le ha asesorado para hacerle ver el camino más corto para solucionar el problema de esa persona.
–¿Cómo surge Mujeres Vecinales y de qué forma se implica con la acción social en Melilla hasta llegar a ocupar un cargo político?
–Vida política no tengo, ya que llego aquí gracias a Mujeres Vecinales, a la actividad social que hemos estado desempeñando en esta asociación. Nosotros fundamos Mujeres Vecinales en julio de 2004 y el objetivo de esta asociación, más que dedicarnos al entretenimiento y el ocio, era llevar a cabo una serie de servicios sociales a un colectivo muy necesitado tanto laboral como socio-económico. Nosotros veíamos que ellas no tenían esa capacidad para llegar a las instituciones donde pudieran exponer la problemática que vivían día a día con su familia, con respecto al paro, la atención escolar, las actividades sociales; donde ellas pudieran tener otro tipo de relación con otros colectivos sociales, con otras personas. Pensamos que nosotros allí sí que teníamos una gran labor por hacer. El trabajo era largo y duro. Un trabajo en el que no podías decir que de la noche a la mañana se podía solucionar unas problemáticas tan difíciles como las que nos encontrábamos.
Tuve la suerte de encontrarme con un buen equipo, también mujeres. Porque tengo que decir que todas las que trabajamos allí éramos mujeres y todas tenían ganas de que este proyecto saliera a delante. Todas pusimos la carne en el asador viendo que podíamos hacer algo por esas mujeres.
–¿Cómo fueron esos comienzos?
–Los primeros años fueron duros porque te encuentras que no tienes local, no tienes medios. Tienes que patear muchas calles e instituciones, pero el que la sigue la consigue, y a base de mucho esfuerzo, mucho trabajo y tesón, hicimos que se nos aceptara y que vieran que lo que estábamos haciendo era una labor interesante. A raíz de eso, conseguimos el apoyo de la Ciudad, sobre todo. Tengo que darles las gracias porque ellos sí vieron que este proyecto podía aportar muchísimo y apostaron por ello. Y así fue. Nos dieron el empujoncito, pues sin medios económicos a penas se puede salir adelante. Y la verdad es que dio buen resultado a las familias que atendimos, a esos niños que dimos apoyo escolar, a esas mujeres a las que abrimos el abanico para que ellas pudieran moverse y buscarse la vida en cursos y trabajos. Ésa fue la andadura de esta historia que todavía continúa. No voy a dejar de seguir haciendo cosas aunque mi etapa de ‘activista’ en acciones sociales haya cambiado un poco ahora, por un perfil más político.
–¿Recuerda cómo fueron esas primeras negociaciones con los políticos?
-Todo fácil no fue, pues tienes que llegar y darte a conocer y presentar buenos proyectos, pues no se trata de presentar mil y que no sirvan para nada. Tenías que demostrar que se estaba haciendo una labor, hacer acto de presencia de alguna forma y que esa acción se llevara a cabo. Cuando ellos lo vieron no dudaron en abrir las puertas y asegurarnos que estaban para lo que hiciera falta y dentro de sus posibilidades, nos ofrecieron colaborar con nosotros. No fue ni difícil ni fácil, tan sólo mostrar lo que estábamos haciendo y ellos ver que era cierto lo que estábamos desempeñando. Trabajo cuesta, pues no puedes esperar en tú entidad detrás de una mesa a esperar que te lo traigan todo hecho. Las cosas no se consiguen así.
–Usted es una líder en Mujeres Vecinales.
–Es lo que intentaban hacer mis mujeres de mí. Aún siento que trabajo allí y que sigo allí con ellas. Por mi parte me gustaría, pero sería imposible. No sería de recibo estar en los dos puestos. Pero sí es verdad que mis mujeres, como yo las llamo, me siento parte de ellas, porque nacimos todas juntas. Es decir, que el proyecto lo formamos entre todas, no fue algo sólo mío. Puse la idea sobre la mesa, pero ellas arrimaron el hombro. Cuando había un proyecto eran las primeras que se lanzaban al ruedo. Para mí, ellas sí que son unas líderes más que yo para ellas, porque apenas tenían estudios, eran mujeres que  no se habían involucrado en ninguna actividad, y que de la noche a la mañana se pongan el mundo por montera y digan vamos a intentarlo, porque vemos que hay una posibilidad y una forma de vida distinta a la que estábamos acostumbradas. Sin pensárselo ellas fueron las que apostaron por mí porque Nassera la presidenta de Mujeres Vecinales no es nada sin esas mujeres.
–¿Se imagina Melilla sin Mujeres Vecinales?
–La verdad es que no. Pero no me imagino ni el barrio ni otros sin esta asociación. Mujeres Vecinales no sólo es del Tiro Nacional, hay mujeres de la Cañada, de Reina Regente, de Cabrerizas y de todos los lugares de la ciudad. Mujeres Vecinales no debería desaparecer, no porque la sienta como mi entidad, sino porque es bueno que haya una entidad de mujeres donde ellas tengan voz y voto, donde ellas puedan, a través de esta entidad, cambiar su forma de vida y salir de lo rutinario. A través de Mujeres Vecinales tienen un aliciente y pueden decir si están contentas, enfadadas, si algo les gusta o si quiere cambiar algo. Debería estar siempre.
–¿Cómo le llegó la propuesta de ser viceconsejera de Participación Ciudadana?
–Como se suele decir, creo que era el momento o que alguien vio en mí que podía desempeñar ese mismo trabajo que yo hacía en la entidad. Allí a pequeña escala, pero aquí a gran escala. Voy a hacer lo mismo, es la suerte y la alegría que tengo, ya que puedo desempeñar el mismo trabajo que allí a gran escala. Aquí tengo la posibilidad de atender a un montón de gente que no son sólo mis socias. Estoy haciendo el mismo trabajo que en la asociación y además, un trabajo que me gusta. No estoy haciendo el papel de cara a la galería, sino que estoy haciendo lo que quiero y lo que me gusta. Me han dado esta oportunidad para seguir desempeñando ese trabajo, que estoy encantada de hacerlo. Mientras esté aquí, las puertas de este despacho van a estar abiertas para todo aquel que necesite de mi ayuda y dentro de mis posibilidades, por supuesto, que puede contar con esta Viceconsejería.
–¿Esos fueron los motivos de decir sí a la propuesta del presidente de la Ciudad?
–Sí. Tengo claro si me hubieran ofrecido otra área cuyo trabajo no conociera, no me iba a meter en una Consejería de la que no entiendo. Tengo que hacer algo en lo que yo creo, que me guste y que beneficie a un sector de personas que no tienen, a lo mejor, posibilidades de encontrar esa puerta abierta en otro lugar. Estoy convencida de que estoy aquí por mi trabajo y de que el área que me han dado es lo que me gusta hacer. Cuando vengo por la mañana a mi trabajo vengo encantada de la vida. No me cuesta ninguna pereza venir. Venga quien venga a buscarme yo estoy aquí y aunque me tengan que esperar unos minutos, yo los voy a atender, porque me gusta mi trabajo.
No entiendo mucho de política. Soy novata y tengo que reconocerlo, pero nadie nació sabiendo y en este tiempo me voy poniendo al día.
–¿Tiene en mente nuevos proyectos para llevarlos a cabo en esta legislatura?
–Cuando llegué al primer día a este despacho no hubo opción a pensar mucho en los  proyectos porque me encontré con las actividades de Ramadán. Hay muchas ideas frescas, pero hay que ir encajando poco a poco y ver cuál es la más cercana a un cierto sector u otro. Todos los proyectos que haces están encaminados a todos, pero sí que cada sector demanda una serie de necesidades y actividades que se deben poner en marcha y no sirven para otro sector. En Melilla hay personas que están en un nivel de vida cómodo y otros que no. Los más necesitados  son a los que intentamos apoyar más, porque están en riesgo de exclusión social  y son los sectores que tienen mayor dificultad para encontrar trabajo e incluso de relacionarse con otras personas. No tienen esa facilidad por la situación económica en la que están o la zona en la que viven. Son factores que influyen en este tipo de personas y son con las que tienes que sentarte y poner todos los sentidos para que lo proyectos que les propongas encajen con ellos.
De nada sirve tener sobre el papel muchas ideas y que luego esas ideas no tengan nada que ver y no aporte nada a ese tipo de personas. Tengo muchas ganas de hacer proyectos, de poner todas esas ideas, ordenarlas y ver cuál interesa mejor. Pero también tengo que decir que el presidente de la Ciudad anunció que se creará la Fundación del Distrito IV y V y que es un proyecto muy bonito, que merece la pena llevar a delante.
–¿Pero tiene algún proyecto en concreto que desee emprender?
–Tengo claro que lo que a mí me gustaría no es lo que necesitan esas personas en ese momento. Puedes tener muchas ideas y decir que salgan adelante, pero para que se puedan llevar acabo es necesario preparar a esas personas. Porque es una escalera, hay que ir subiendo de peldaño en peldaño. Una cosa es lo que te gustaría, pero no se puede llevar a cabo porque hay una cultura, una forma de vida, una manera de ver las cosas que no es la tuya. Tienes que ir poco a poco, que fue lo que nos pasó en Mujeres Vecinales. Tuvimos que ir adaptando las actividades, las ideas y los proyectos, porque no ibas ver a una mujer musulmana de 70 años sentada delante de un ordenador. Tenías que hacerle entender qué ventajas podría sacar ella de esto y eso lleva un trabajo diario. Hasta que entra y ve que merece la pena intentarlo por lo menos.
Hay que pasar por otras actividades antes de llegar a tu idea. También nos pasó con el apoyo escolar. Había niños que estaban por la tarde jugando en la calle hasta la noche. Nosotras decíamos que eso no podía ser, porque tenían tareas que hacer, pero había que hacer ver a las madres que los niños tenían derecho a jugar y también debían, un par de horas dedicarlas a las tareas. Si ellas no podían estar con ellos, pues les decíamos que los derivaran a Mujeres Vecinales. Costó trabajo pero ahora hay 80 niños en las clases de apoyo y son las madres con los niños y sus mochilas los que aparecen a las 16:00 horas. A base de charlas y de comparación de las notas de unos niños con otros del mismo barrio, para que las madres supieran que había diferencias, y que eso era el mejor futuro para los hijos. Hablar mucho con ellas es lo que hace que luego consigas hacer otro proyecto más grandes.
Todo tiene que estar en su justa medida es un cúmulo de actividades sociales y diálogo hasta que todo se vaya encauzando. No puedes llegar a un barrio y decir que traes un proyecto medioambiental para que los barrios se mantengan mejor si tienen tres cubos de basura en casa, porque ellos dirán que no tienen ni para comprar una bolsa como para comprar tres cubos. Así es como yo lo entiendo, que la forma de llegar a estos lugares es así. No puedes irrumpir de golpe y porrazo en un barrio donde hay unas costumbres y barrerlas de un escobazo. No puedes hacer eso. Hay que trabajar con muchas horas y mucho tiempo y cuidarlo todo con mucha delicadeza. Dependiendo de cómo dices las cosas, cómo tratas a la gente y cómo llegas, la respuesta es de una u otra forma.
–¿Cuáles son las áreas que le resultan más complicadas de esta Viceconsejería?
–Hasta la fecha, como soy nueva, no me he encontrado con ninguna pero le aseguro que para mí no hay ninguna complicada. Por mi carácter y mi forma de ver las cosas, haciendo mi trabajo con honradez y ganas, no puede haber dificultades. Las dificultades te las puede presentar una persona que venga a demandarte algo que no esté en tus manos y no puedas solucionarlo de inmediato, pero seguro que encontramos alguna de un lado u otro.

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