El escritor Miguel Ángel Fernández Sanjuán publica ‘Soplos de África’, un libro que explora los tiempos del Protectorado español en Marruecos l La obra mezcla la novela histórica con la romántica y la de intriga.
Miguel Ángel Fernández Sanjuán reside y trabaja en Aranjuez (Madrid), pero nació en Ceuta de madre melillense. Su fascinación por esta tierra y por la época del Protectorado han sido su fuente de inspiración para escribir ‘Soplos de África’ (Editorial Círculo Rojo), el primer libro que publica y sobre el que conversa con El Faro.
–‘Soplos de África’ es su primera novela. ¿También su primera creación literaria?
–Sí. Aunque he tenido contacto con la poesía, este libro es el primero que he creado y publicado. Ha sido una labor de dos años, dos años y medio, y me siento muy satisfecho de haber expresado lo que quería contar.
–¿De qué trata esta historia?
–Quiero ubicar al lector en una zona muy concreta, el norte de África, lo que fue el antiguo Protectorado español. Muestro a una familia que emigra a esa parte de lo que fue España y se hace un hueco allí. La narración recorre distintas épocas, desde los años anteriores a la Guerra Civil hasta la década de los 70, cuando varios protagonistas se reúnen, ya ancianos, y se van contando sus vivencias. En cuanto al género, mezcla novela histórica, la romántica y también intriga.
–¿Cómo es el proceso de documentación? ¿Cómo se eligen los escenarios para los hechos?
–Me he documentado leyendo biografías de militares para poner en valor lo que está disperso en la Historia y centrarlo en esa parte tan singular que es la del Protectorado. Aparte, he leído a otros autores muy diferentes y gracias a ellos he obtenido ideas que he ido plasmando en la narración. El escenario lo tenía bastante claro porque siempre me he sentido atraído por esa época. He querido destacar la importancia de Melilla y Ceuta en la Historia y para ello he creado personajes que lucharon en la Guerra Civil. Algunos de ellos sofocaron la rebelión de Asturias en 1934, eran gente que en un principio defendió la República pero acabó oponiéndose a ella.
–¿Qué autores le han influido como escritor?
–Me gusta la novela de intriga y en ‘Soplos de África’ he creado un componente misterioso buscando un final que sorprenda al lector. También me gustán las novelas de Gabriel García Márquez, que suelen dejar un final abierto para contar una segunda o incluso una tercera parte. Historias de familias como la de ‘Cien años de soledad’, que no terminan nunca y dan lugar a más relatos. Aparte, disfruto con el género épico y por eso he plasmado batallas en la novela. Y también me gusta mucho la obra de Federico García Lorca: la temática del amor, la prosa poética, la belleza en el lenguaje aunque no lleve rima... Además, siempre he disfrutado escuchando a los mayores de mi familia, que me contaban historias impresionantes de la Guerra de Marruecos.
–¿Qué papel representa Melilla en ‘Soplos de África’?
–Mi madre era de Melilla y siempre me habló de maravilla de la ciudad. Me contaba recuerdos de su niñez y por eso parte de la historia que narro se desarrolla aquí, donde varios personajes vivieron el alzamiento de 1936. Los protagonistas vienen de la península y se instalan en Melilla. Después se van a Alhucemas, luego a Tetuán y finalmente se asientan en Ceuta.
–¿Ser de Ceuta y tener relación con Melilla ayuda a encontrar buenas historias que contar?
–Sí, porque significa estar vinculado a zonas de Marruecos y te permite expresar una cultura que no es exactamente la tuya. Pienso que Al-Andalus no terminó en Tarifa, sino que fue algo mucho más amplio, con una cultura común muy presente. Suelo viajar a Tánger y a Tetuán y tengo admiración por esa cultura común. Aparte, tanto en Melilla como en Ceuta hay historias propias muy interesantes, relacionadas principalmente con la vida militar, que ha calado mucho en las dos ciudades.
–¿Se escribe mejor sobre situaciones dramáticas?
–El drama de la enfermedad de mi madre y su muerte fue lo que me hacía escribir más. Cuando se sufre un drama personal, éste influye mucho a la hora de explicar y dar un toque dramático a la historia. La trama que narro tiene dramas personales. No es sólo un canto al amor y a la alegría.
–¿Cómo puede compaginar su trabajo de veterinario con la vocación literaria?
–Casi nadie de mi profesión se lo explica. Vivo y trabajo en Aranjuez y consigo encontrar tiempo libre porque me organizo muy bien en el trabajo y atiendo de forma flexible. Después de la jornada, en los tiempos libres, me siento ante el ordenador y escribo. Lo más importante de escribir es tener tiempo para pensar qué es lo que quieres contar y eso lo busco todos los días. Pienso en cómo continuar la historia, hacia dónde llevarla, que sea interesante, que enganche, que tenga saltos temporales y de personajes y que un sitio te pueda llevar a otro.
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