La delegación en Melilla de la ONG Intervención, Ayuda y Emergencias lleva ya 19 años de existencia. La sede principal, en Valencia, tiene 25. En la ciudad autónoma algunos de sus componentes se reúnen los fines de semana para formar tanto a los equipos caninos como a los voluntarios en técnicas de rescate, y también tienen nociones sanitarias. De esa forma, cuando tienen que acudir a ayudar sobre el terreno por algún terremoto, esas intervenciones son lo más certeras posibles.
Sus componentes están pendientes siempre de las alertas sísmicas, internacionales por lo que cada vez que sucede un terremoto se ponen a disposición del Gobierno que solicite ayuda. Realizan un listado de voluntarios y se sale lo antes posible; normalmente, entre 24 y 48 horas después de que se produzca, que es el tiempo que se calcula que hay que esperar para viajar para obtener los mejores resultados posibles.
El lunes 6 de febrero, tras la alarma por el terremoto de Turquía y Siria, el grupo ya estaba disponible a partir de las ocho de la mañana. Rápidamente se miraron billetes desde Valencia y se pidió permiso al Gobierno turco para entrar en el país. A Merche González la avisaron a las 12:15 horas y tenía que estar en el aeropuerto tres cuartos de hora más tarde.
“Lo hace directamente la ONG. No podemos esperar que el Gobierno nos dé el visto bueno o nos sufrague los gastos para salir, porque, si no, se nos haría eterno”, explica Merche, quien salió sola a Madrid desde la ciudad autónoma. En la capital la estaban esperando diez compañeros de Valencia y uno de Galicia, y a las 18:30 horas estaban volando a Estambul. De allí a Adana, donde fueron recibidos por representantes de las Naciones Unidas, encargados de coordinar a los equipos de rescate y de asignar las zonas de trabajo.
Al grupo de Merche le tocó en suerte la zona de Adiyaman, una población de 330.000 habitantes cerca del epicentro del seísmo. Entre el tráfico y las malas condiciones de las carreteras, tardaron en llegar allí ocho horas y media por carretera, cuando normalmente se tardan dos o tres en hacer ese recorrido.
Era de noche ya cuando llegaron a Adiyaman y lo primero que vio Merche fueron viviendas derruidas y, en el centro de la ciudad, “un paisaje desolador, con la gente en la calle calentándose en hogueras, con temperaturas de -15 grados centígrados”.
Nada más estar allí, después de un día y medio de viaje, se les requirió su presencia para ir a un edificio donde había un varón de 26 años que llevaba dos días atrapado bajo los escombros de su casa. Una de sus piernas estaba bajo una viga.
Aunque había allí equipos turcos, según Merche, no disponen de formación ni herramientas, por lo que el grupo de los españoles accedieron mediante un túnel, hicieron el trabajo de desescombro y, a las tres horas y media, pudieron rescatar a este hombre.
El resto de días, hasta el viernes 10, iban por distintas zonas que se les iban asignando para verificar que en los edificios no había personas con vida. La población también les iba guiando.
El segundo día, también por la noche, al volver al campamento base, les volvieron a avisar de dos personas atrapadas a 200 metros de allí. Eran, en este caso, un padre y su hija. Tras seis horas y media de trabajo junto al equipo del Consorcio de Valencia, que había llegado ese día, pudieron rescatar a esas dos personas con vida.
Por lo tanto, fueron tres en total las personas que rescataron durante su estancia en Turquía. Para Merche, fue tan relevante la magnitud del terremoto que “hay poblaciones enteras que tienen que empezar de cero porque tienen que ser demolidas, ciudades con 300.000 ó 400.000 habitantes que están en la calle y que van a necesitar mucha ayuda para poder salir adelante”.
¿Tan mal está la situación? “Fatal”, asegura Merche, quien no cree que ni el cinco por ciento de los edificios que hay vayan a continuar en pie.
Hará falta, dice, mucha ayuda. Lo más urgente ahora mismo son grupos electrógenos y generadores de electricidad, así como cocina, sacos de dormir y calefactores. Todo para poder comer y aguantar el tremendo frío que allí hace.
El grupo mantuvo reuniones con representantes del Gobierno turco, tanto en el campamento base como en los distintos aeropuertos, incluidos el de Ankara, donde hicieron escala, y el de Madrid a la vuelta.
Les han pedido que organicen ayuda humanitaria, que ellos ya harán lo propio con la logística, tanto de almacenaje como de transporte. Así, la idea es que los distintos organismos que quieran colaborar envíen el material directamente a Madrid para almacenarlo y luego enviarlo junto.
Como el tiempo apremia, explica la voluntaria melillense, no se puede recoger cualquier tipo de enser, ni ropa, ni alimento. Insiste en que lo que hace falta son todos esos artículos para luchar contra el frío.
No entra en sus previsiones regresar allí, ya que el Gobierno turco está pidiendo, a pesar de que siguen apareciendo personas vivas y de que este sábado se produjo una réplica de más de cinco grados, a los equipos de rescate que vuelvan a sus países. Se están demoliendo los edificios, lo que, como se puede comprender, dificulta el trabajo de los voluntarios. Según les explicaron, “los equipos de rescate ya no son necesarios aunque se siga sacando a gente viva”.
“Ellos lo han requerido así y el Gobierno del país es el que manda”, apunta Merche, a quien le chocó la “brutalidad” de las imágenes que allí vio.
Ella lo explica de esta manera: “Por ejemplo, una de las veces, nos estábamos trasladando en un camión descubierto. Íbamos todos los compañeros con el material y poder ver desde lo alto el impacto que ha tenido el terremoto en avenidas grandísimas y en manzanas, o asomarte a una esquina y ver cómo no hay calles, porque están todos los edificios colapsados ocupando la carretera, resulta muy impactante. Además, la población está en la calle. No hemos visto ninguna casa habitada. Todo el mundo está en la calle. Los edificios están muy mal y la gente tiene miedo de que se vuelvan a caer, como han venido haciendo”.
La organización ha ayudado ya en 18 terremotos, entre ellos, tres en Turquía (1995, 1015 y este último). También se desplegaron sus miembros en Haití, en Nepal, en Argelia y en Ecuador. “Todos los grandes terremotos de los últimos 25 años”, confirma Merche, quien personalmente estuvo en el de Haití –en 2010-, en el de Ecuador –en 2016- y en este de Turquía.
Pese a todo, le gustaría recalcar que “el hecho de que vaya una persona de Melilla es trabajo de todo el equipo y de todos los voluntarios que hay tanto aquí como en Valencia”. Mientras tanto, ellos van participando en entrenamientos en Melilla o Valencia y en simularos en otros puntos de España y Portugal. “Estamos continuamente en formación y eso te facilita poder salir a un país y trabajar en condiciones”, concluye Merche, orgullosa de la labor de todo el equipo.
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