Los políticos marroquíes, ya sea el ministro de Asuntos Exteriores o la embajadora en Madrid, llamada a consultas por su Gobierno, fueron muy claros desde hace varias semanas: “España ha realizado una serie de acciones y deben tener muy claro que cuando uno toma partido al final siempre hay consecuencias”. La amenaza no podía ser más clara.
Y la prueba la tuvimos en la invasión pura y dura que se realizó a mediados de mayo con casi diez mil personas que entraron de manera ilegal en nuestro país. Y donde todavía quedan rescoldos porque resulta que a pesar de haber sido devueltos, según las cifras del Gobierno, más de ocho mil quinientos ciudadanos de este país, aún quedan varios centenares de adultos vagando por las calles de Ceuta y más de mil menores que están siendo atendidos directamente por la Ciudad Autónoma de Ceuta porque son competencia directa del Ejecutivo autonómico.
Ahora devuelven una nueva bofetada: los puertos españoles han sido excluidos de la Operación Paso del Estrecho y los inmigrantes marroquíes que quieran pasar sus vacaciones en su país de origen nada más que podrán partir de puertos franceses y puertos italianos.
Es verdad que en determinados sectores de nuestro país, de manera especial las navieras que cruzan el Estrecho de Gibraltar, por donde se canalizan la mayor parte de este tráfico, ya sea a la ida o a la vuelta, serán las grandes perjudicadas. Y de paso también otros sectores que tienen en los meses de verano su bolsa más fuerte de facturación.
Con la medida adoptada por el Gobierno marroquí se quiere, desde luego, perjudicar a esos sectores de la economía española, pero se vuelve a demostrar que a los políticos marroquíes lo que menos les importa son sus propios nacionales, con los que juega como mejor les conviene.
Ya lo hizo hace unas semanas cuando lanzó al agua a miles de adultos, mujeres y niños, totalmente engañados, para que cruzaran a nado la frontera entre España y Marruecos. No les importó para nada que corrieran peligro porque ahí lo verdaderamente esencial para ellos era buscar un verdadero conflicto para las autoridades española y para la propia Ciudad de Ceuta.
Y ahora han vuelto a repetir la jugada. La comodidad que tienen los emigrantes marroquíes de cruzar hacia su país por los puertos de Algeciras o Málaga no es lo mismo que embarcar en los puertos franceses e italianos y estar más de dos o tres días de travesía hasta que lleguen a Nador o Tánger por poner dos ejemplos.
El único objetivo que tiene ahora Marruecos es presionar lo máximo posible a España para buscar un enfrentamiento diplomático al más alto nivel que puedan, pero deben tener en cuenta que la jugada de la entrada de más de diez mil personas en Ceuta no les salió, desde el punto de vista de las relaciones internacionales, tal y como ellos lo esperaban. Por primera vez se ha visto como la Unión Europea ha advertido a Marruecos de la dependencia que tiene de las ayudas que les llegan desde Bruselas. Era la primera vez que las instituciones comunitarias se mojaban en un asunto referido a sus dos fronteras en territorio africano.
Ya incluso, cuando todos advertían, de que el problema había nacido, como así fue, con la entrada en España, con identidad falsa, del secretario general del Frente Polisario, en realidad la fuerza que está ejerciendo Marruecos es para que España se termine de mojar, de manera definitiva, en el conflicto del Sáhara, donde nuestro país mantiene la misma postura desde que abandonó este territorio en noviembre de 1975, en uno de los momentos más críticos de la historia contemporánea de España, con Franco moribundo y con el entonces Príncipe Juan Carlos, si haber sido coronado.
La prueba está muy clara y es que Marruecos, a la hora de la presión, no le importa utilizar a sus ciudadanos. Lo claro lo tenemos tanto con la invasión ilegal de la frontera de la Unión Europea en territorio africano como fue la de Ceuta o la de obligar a un desplazamiento mucho más complicado a sus emigrantes para regresar en vacaciones a su país.
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