El presidente de Coalición por Melilla, Mustafa Aberchán, ha tenido a bien denunciar la descoordinación que existe entre la Delegación del Gobierno y la Ciudad Autónoma en plena crisis del coronavirus. Que esto ocurra en Cataluña, se podría entender por motivos obvios, pero que pase en Melilla donde PSOE gobierna en coalición con los cepemistas y Cs, chirría un poco y transmite a la ciudadanía una desagradable sensación de desgobierno; de que aquí cada uno barre para su casa y de que no estamos en buenas manos.
La denuncia de Aberchán no sólo sirve para marcar distancias con uno de sus socios de Gobierno sino también para poner en entredicho la colaboración y la lealtad entre administraciones. Es difícil de explicar que la UME ya esté limpiando y desinfectando residencias de mayores en varios puntos de España y que aquí hayamos considerado que no urge que el Ejército nos ayude a despejar las calles. Lo ha hecho Ceuta y no por ello ha dejado de ser Ciudad Autónoma. En fin, que quizás estamos pecando de una prudencia desmedida cuando lo que está en juego es la vida de la gente.
Ha sido triste seguir la intervención de Aberchán. Triste porque en estos momentos lo último que queremos descubrir es que hay sables en alto entre el tripartito y la Delegación del Gobierno. Triste porque quizás éste no es el momento de intentar sacar ventaja política. Tristes porque sabemos que cuando el líder de un partido que está en coalición estalla contra uno de sus socios es porque se las ha estado tragando dobladas durante muchísimo tiempo. De aquí sacamos un titular más o menos claro: “No hay unidad frente al coronavirus”.
Tengo que reconocer que la gestión de la crisis del COVID 19 en Melilla no está siendo ejemplar. Hay una parte de la ciudadanía que sigue sin entender que para frenar la pandemia hay que quedarse en casa. En la península las multas caen sin contemplaciones, pero aquí nos tiembla el pulso. ¿Por qué? No lo sé, supongo que por exceso de paternalismo. Porque todos sabemos lo mal que estamos económicamente y que esta multa podría hundir en la miseria a cualquier familia.
El consejo debe ser sencillo: “Quédate en casa y no te multarán”. Es así de simple pero como en muchos otros temas, a los melillenses nos cuesta acatar las leyes. De alguna forma reivindicamos que esto es territorio comanche y vale todo. Pues no. No puede valer todo, cuando tenemos las comunicaciones cortadas con la península y nadie puede salir de la ciudad porque no hay forma de regresar (salvo excepciones muy justificadas).
Pero claro, la gente no se ha concienciado de que hay que quedarse en casa porque mientras en el resto de España los periódicos locales y regionales llevan la publicidad a toda página y las webs van repletas de banners pidiendo civismo, aquí en Melilla nos hemos ahorrado ese dinero. Hemos pasado de pedir una rebajita del precio desde el Departamento de Comunicación de la Asamblea a directamente suprimir esa inserción publicitaria en la prensa. Cuando pase todo esto, porque pasará, pediremos responsabilidades. Es inaceptable que se apueste por ahorro frente a la información en un caso tan extremo como el que estamos viviendo. ¿En nombre de qué o de quién? ¿Con qué argumentos?
El ex presidente Juan José Imbroda reclamaba la difusión de esa publicidad hace unos días en sus redes sociales. Se preguntaba por qué se ha decidido unilateralmente suprimir una información que sí está llegando al resto de españoles. ¿Somos ciudadanos de segunda y esta es una manera de escenificarlo?
Las asociaciones de prensa y de periodistas a nivel nacional han advertido ya de que la caída de ingresos por publicidad impedirá que la información seria y veraz llegue a los lectores porque a las empresas de comunicación no les quedará más remedio que recortar. En eso Melilla ha creado escuela. Se nos viene encima un nubarrón y en este caso sale teledirigido desde el Palacio de la Asamblea.
En medio de la tempestad vemos cómo Aberchán ha estallado y ha pedido responsabilidad a la Delegación del Gobierno. Porque ahora lo que toca es ser leales, corresponsables y remar todos a una. Todos es todos: los de izquierda, los derecha y los de centro. Todos.
Los melillenses necesitamos que nuestros políticos antepongan el deber a los triunfos personales. Es incomprensible que se piense en Madrid cuando debería pensarse en La Cañada, en El Rastro o en la gente que sigue haciendo oídos sordos al confinamiento. Estamos todos los españoles igual de desesperados porque esta situación es inédita, pero lo que está en juego es nuestra salud y buscar la forma de evadir el colapso de nuestro sistema sanitario.
Entre todos tenemos que bajar la curva de crecimiento de casos de coronavirus. Pero para eso necesitamos que Delegación y Gobierno local vayan a una. Es lo que toca. Aquí no vale ahora pensar en colores políticos. Os pedimos responsabilidad, apretar el culo y darle a los pedales. Es lo mínimo que podéis hacer… de momento.
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