Ya hay fecha para la Reunión de Alto Nivel (RAN) que España y Marruecos celebraron por última vez en 2015 en "un clima de amistad, aprecio y confianza", que no sabemos si se mantiene a día de hoy. El discurso oficial (al menos el nuestro) dice que sí. El propio ministro de Exteriores, José Manuel Alvares, dijo este miércoles en Níger, que la RAN se celebrará los días 1 y 2 de febrero, en Rabat y que es "uno de los grandes hitos de la hoja de ruta" que Pedro Sánchez y Mohamed VI se marcaron en abril de 2022.
La Reunión de Alto Nivel hispanomarroquí se celebre tras siete años y dos cancelaciones unilaterales de Marruecos en 2020 y 2021, por eso, que se celebre ahora para albares es "un hito" que demuestra la "solidez" de las relaciones bilaterales.
El discurso va por una parte y los hechos por otra. En Melilla sentimos la presión marroquí en nuestras aguas territoriales. Además, controlan la frontera y en sus manos está mejorar el sistema de aproximación del aeropuerto. Tenemos la bota de nuestro vecino encima. Y esto me recuerda la historia de un hombre musculoso, en camiseta y tatuado que en un autobús atestado de personas le pone el pie encima a otro pequeño y delgado, que por motivos obvios no se atrevió a protestar. En su defecto, optó por preguntarle amablemente cuántas paradas le quedaban para bajarse.
En todo caso, es una buena noticia para las relaciones bilaterales entre España y Marruecos que se celebre la Reunión de Alto Nivel. ¿Pero es una buena noticia para Melilla? Depende de lo que se aborde en ese encuentro porque en el de 2015 se plantearon buenas intenciones, como la potenciar la Unión del Magreb Árabe; el Foro de las Civilizaciones; se halagaron los avances en cooperación financiera, los acuerdos para evitar la doble imposición, cooperación de salvamento y control de tráfico marítimo; mejoras de conexiones aéreas y por barco entre los dos países; compromiso de luchar contra el tráfico de migrantes; de la Operación Paso del Estrecho; se abordó la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico; se habló de cooperación en el campo de la salud, la cultura, la educación, la enseñanza del español, la homologación de titulaciones.. Pero de Melilla, ni una palabra y si se mencionó, nunca trascendió.
Ahora la situación es distinta. El Gobierno de España le ha quitado almíbar al discurso a la hora de referirse a Marruecos. Ya no es nuestro amigo y socio comercial prioritario; sino una relación "estratégica", "leal y fraternal", según el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, que siempre que apunta a Rabat abusa de los adjetivos.
¿Qué nos gustaría a los melillenses que se abordara en la Reunión de Alto Nivel con Marruecos? Pues evidentemente el tema de la frontera, la aduana, la importación de pescado, frutas y verduras y el sellado de pasaportes. También que se toque, como mínimo que se toque, el tema de las conexiones marítimas entre Melilla y Saidía; Melilla, Nador y Alhucemas o Melilla y Beni Enzar.
A los que no cruzamos la frontera no nos preocupa, pero hay pasaportes de trabajadores transfronterizos que ya no aguantan un sello más y han sido invitados por la Policía Nacional a renovar su documentación pese a que el pasaporte no está caducado. Y eso no les sale gratis en Marruecos. Cuesta 150 euros y tarda 10 días en ser entregado en Marruecos. ¿Qué hacen los trabajadores transfronterizos en esos diez días que no pueden trabajar? ¿Los pierden de sueldo? ¿Cogen vacaciones forzosas?
Nos llegan propuestas muy imaginativas como el de un vecino de Melilla que ve viable crear un carnet especial para melillenses y nadorenses, que permita cruzar en ambos sentidos solo con mostrar ese documento. Además, cree que si se contrata a un veterinario en la frontera, éste podría certificar la calidad sanitaria del pescado y la carne que, de esta forma, podrían entrar con normalidad, como ha ocurrido siempre.
Eso, en su opinión, permitiría abrir todos los pasos fronterizos disponibles como antes de la pandemia. También ve viable implantar un sistema especial de Seguridad Social que facilite la contratación de transfronterizos.
En fin, la gente le da vueltas a la cabeza buscando soluciones que corresponden a los políticos. Aquí no vemos movimientos. El líder socialista de Ceuta, Juan Gutiérrez, se ha entrevistado con el ministro de Exteriores en Madrid y le ha pedido que deje entrar pescado por la frontera, pero manteniendo los visados.
Esta, en principio, parece ser una opción sensata porque ya hemos comentado en esta columna que el CETI de Melilla cerró 2022 con solo cinco inmigrantes acogidos porque todo el que entra de forma irregular en la ciudad, solicita asilo y en un santiamén cruza a la península.
En Melilla no sabemos si estas gestiones se han hecho o no. Tenemos pendiente el cambio de categoría del aeropuerto, anunciada en marzo de 2021 y pospuesto primero para el segundo semestre de 2022, luego se especificó que sería el 30 de noviembre de 2022, pero finalmente el Consejo de Ministros de ese día no recogió nada al respecto ni en Melilla se ha vuelto a hablar del asunto.
Seguimos, por tanto, sin avances ni en el puerto, que un año más cierra en números rojos; ni en el aeropuerto que pese a las dificultades ha cerrado 2022 con más pasajeros y vuelos que nunca en su historia y sin la aduana abierta en la frontera. Tenemos las tres infraestructuras básicas de esta ciudad amén de las decisiones de Marruecos. Sería imperdonable que en la Reunión de Alto Nivel de Rabat no se hable de esos temas.
A Marruecos no se pasa ni un Danone.
Y la gente que pasa a hacer sus compras o ir de paseo o a tomar algo con sus amigas o visitar familiares que solo tengan pasaporte que pasarán con ellos hay mucha gente así