Cultura y Tradiciones

Los melillenses recuerdan a sus seres queridos

Desde hace generaciones se visita a los seres queridos que han fallecido en el cementerio de Melilla durante el Día de Todos los Santos. Las familias se reúnen junto a la tumba de sus allegados y aprovechan para limpiar sus tumbas y dejar flores frescas o de tela. En el cementerio de la Purísima, recientemente arreglado para la ocasión, numerosas personas se encontraron allí: nietos con sus abuelos, madres e hijas, amigos y vecinos que se reencontraban, etc.

“He venido a la tumba de mis padres y a la de la familia de mi marido. Este día es muy importante para mí y lo vivo con mucho sentimiento”, relató Consuelo, que había dejado claveles y gladíolos en las tumbas de sus familiares. Además, explicó que suele venir a menudo, pero que hoy es un día especial.

“Vine porque tengo enterrada a mi madre aquí, es una tradición y que a parte, suelo venir de vez en cuando y hoy más que ningún día por la fecha que es”, declaró Francisco, que contó este día para él es como “rendir un homenaje a los familiares fallecidos, según te lo pida el cuerpo, porque es un recuerdo que tengo de mi madre y hoy es su día y tengo que estar aquí”. Este vino con su mujer y su cuñada, que fueron a ver a sus familiares también.

“Llevo solo tres ramos de clavelinas, porque estos días anteriores fui poniendo las flores”, detalló Cayetana, que puso flores a su sobrino, a su abuela, a su padre, la abuela de su marido, a su suegra y a su cuñado. “Aquí tengo a mis seres más queridos. Hoy es un día para venir a verlos, aunque yo vengo todos los viernes”.

“Vengo a ver a mucha gente; tengo aquí a mi suegra, a mis padres, a mis hermanos y a muchos familiares. Hoy es un día muy especial, me vienen recuerdos muy emotivos, me emociono hablando de ellos”, relató Carmen, que tiene un mausoleo en casa, donde cada viernes les pone una luz, por lo que solo iba en el Día de Todos los Santos a visitar a sus fallecidos al cementerio. “Es muy penoso venir aquí, se recuerdan muchas cosas”, concluyó Carmen.

Marina iba acompañada de su nieto Segundo, que la llevaba cogida del brazo. Este explicó que “hemos venido a ver a mi abuelo como casi todos los años para hacer una visita y limpiar la tumba”. Para Marina es un día muy significativo porque “está su marido y su madre”. Esta declara que aunque suele recordarlos, hoy más que el resto de jornadas y que el día de ayer “se lo pasó suspirando”. “Los muertos nunca se olvidan”, aseguró Marina.

Un poco más adentro del cementerio, en el lado derecho, había una mujer con su madre que limpiaban una tumba de infantes. “Es la tumba de mis tíos, que murieron en una bomba cuando eran pequeños, que tenía forma de un balón. Estaban jugando y se la encontraron. Así que empezaron a lanzársela y esta acabo explotando. Esto fue en 1927”, relató Carmen. En la tumba están su tío, su primo y otro niño, que eran del barrio de Cabrerizas.

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