Los vecinos de Melilla La Vieja han visto como el patrimonio de la ciudad se convierte en un botellódromo donde los jóvenes se reúnen sin mascarillas y fuman cachimba. Lo que no se puede hacer en los bares, se hace frente a sus casas. Están cansados porque desde que terminó el estado de alarma la situación ha ido a peor. Cada día son menos los espacios donde los jóvenes se pueden entanar y Melilla La Vieja les ofrece un lugar bonito, resguardado y donde no pasan los agentes para llamarles la atención.
No es la primera vez que las personas que viven en este barrio denuncian que grupos de chicos van a este lugar para reunirse, pero ahora ni pueden tirar la basura tranquilos porque los grupos están por todos lados sin mascarilla.
Un vecino, que prefiere quedar en el anonimato, nos asegura que cualquier rincón les sirve para fumar, comer y beber. Y aunque tengan un contenedor al lado, no tiran ni los desperdicios dentro. Una vez que han bebido y fumado a su antojo, hacen pis en las esquinas y luego cogen los coches y se van.
Y si llaman a la Guardia Civil o la Policía local ni aparecen, afirma uno de los vecinos, que además, asegura que “el barrio se ha convertido en lo que era el paseo marítimo de Horcas Coloradas”.
Para otro vecino, la seguridad dentro del barrio es la única solución que ve. Hay controles antes de llegar a la Cuesta de la Florentina, pero si tienen los papeles del coche en regla pasan sin más. En cambio, en el maletero tienen los hielos, las pizzas y el alcohol. Asevera que esta situación ha empeorado ahora que hay menos sitios donde entanarse en Melilla con el cierre de los pinos y las carreteras de circunvalación.
Hay descampados donde pueden aparcar hasta 30 coches y si no hay más es porque no caben. Creen que si hubiera espacio para más, habría más vehículos allí estacionados con gente entrando y saliendo de unos y otros, sin mascarilla y compartiendo cachimba, bebida y comida.
Esta persona explicó que hubo un tiempo en Melilla La Vieja en la que había seguridad privada vigilando las entradas y dando vueltas por el barrio. Fue la mejor época y la más segura para los vecinos. Cree que como haya vigilancia dentro, ya sea de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o de una empresa privada, las cosas van a seguir empeorando.
Y es que los botellones no son de madrugada. Ya a primera hora de la tarde hay gente bebiendo y comiendo en las calles. Este vecino aseveró que el servicio de limpieza del barrio es muy efectivo y les agradecen su trabajo, pero no pasan hasta primera hora de la mañana y, por lo tanto, el barrio está lleno de botellas de alcohol, latas, cajas de pizza y otras basuras, así como pis en cada rincón, hasta que es el día siguiente.
Esta persona vive en Melilla La Vieja de siempre y se pregunta cómo ha podido empeorar tanto el barrio en pocos meses. Y todo esto teniendo en cuenta que no es un lugar cualquiera, sino que es una parte muy importante del patrimonio de la ciudad.
Además, este mismo vecinos afirma que los grupos de menores y mayores migrantes que rondan por Melilla La Vieja hacen sentir inseguros a todas las personas que viven allí. Se llegan a reunir más de 30, tirados en las aceras y murallas sin mascarilla. La Guardia Civil los ve desde el puerto, pero no se hace nada para disuadirlos. Pasean por las calles sin mascarilla y como van en grupos grandes, hay personas mayores que ya ni de día quieren bajar al centro o ir de compras fuera del barrio. Esta persona asevera que se ha provocado que los vecinos se autoconfinen en sus hogares por esta sensación de inseguridad, que no solo tiene que ver con que sientan que les pueden robar, sino porque no llevan distancias ni mascarillas.
Por ello, insiste en que contar con seguridad en el barrio sería lo mejor. Se trata de un espacio que se puede cerrar a quien no es vecino o no va a la casa de un familiar. Es un fortín con tres entradas y salidas y sería sencillo impedir que los grupos de jóvenes entraran para usar estas murallas de escondrijo para beber o para que pasaran los migrantes que desean colarse en el puerto.
Y otro habitante de Melilla La Vieja explica a El Faro que sufrió hace pocos días el allanamiento de su vivienda. Entraron por el tejado de una casa abandonada, forzaron su ventana e intentaron robar. Serían las 5:00 horas de la mañana y estaba la familia dentro durmiendo. No pasó nada, pero no deja de darle vueltas a esta situación peligrosa para sus seres queridos. Afirma que la seguridad es cero en el barrio.
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