Si hay una cosa que abundan en Melilla son las escaleras y es que muchas calles de la ciudad están repletas de escalones. Algunas son muy empinadas, como las que suben a Calvo Sotelo; otras tienen encanto, como las de piedra de Melilla La Vieja.
Las escaleras de aspecto medieval que suben hasta el Pueblo son una auténtica belleza y forman parte del patrimonio melillense. Paco, por ejemplo, considera que son las más emblemáticas. Para él son un recuerdo vivo de su niñez, cuando las subía y bajaba al visitar la ciudadela.
También son algo empinadas y están separadas unas de otras. A pesar de ello, algunas personas consideran que merece la pena subirlas, sobre todo cuando en la época navideña o cuando antes se hacía el mercado medieval.
Aún así, a pesar de su belleza, hay melillenses que intentan evitarlas. Los motivos son diversos. Algunas personas no pueden subir tantos escalones porque afirman que tienen operada la rodilla o tienen alguna lesión en las piernas que les impide ir por ellas.
Luisa considera que hay muchas escaleras que están bien, pero otras necesitan un arreglo. “Dependiendo de la zona, o está en mal estado o está sucio”, comenta.
Otro motivo es que algunas tienen bastante pendiente y les obliga a dar un rodeo para evitarlas. En el caso de Juan Miguel, que tiene dos hijos pequeños, le cuesta bastante acceder a algunas zonas cuando va con los carritos de bebé. “La accesibilidad es un poquito regular”, afirma.
Las que se encuentran en la calle Gabriel de Morales, junto al Colegio de la Salle, son de mármol blanco y otorgan un toque majestuoso al paisaje. Sin embargo, tal y como comenta un guardia de seguridad cercano a la zona, son muy peligrosas. La superficie es resbaladiza y los viandantes que bajan por ella corren en muchas ocasiones el riesgo de caerse.
Las personas mayores que viven cerca dicen que prefieren no hablar de las escaleras, pues suponen un peligro constante en su día a día. La situación empeora los días de lluvia. Además de transformarse en un vertiginoso río de agua, la superficie de los escalones se vuelve aún más resbaladiza y duplica la probabilidad de caerse.
Son muchas las personas mayores que tienen que usar las escaleras en su día a día para poder acceder a su lugar de residencia. Estas, junto a aquellos ciudadanos con movilidad reducida, son el sector de la población que más difícil lo tienen.
“Las personas jóvenes supongo que no tendrán mucho problema, pero las personas mayores…”, nos cuenta Mohamed. Este colectivo en determinadas ocasiones no se encuentra con la fuerza suficiente como para subir tantos escalones y deberían, en su opinión, habilitar otras zonas para mejorar el acceso y evitar rodeos y trayectos más largos.
Algunos melillenses, como Ali, plantean la búsqueda de una solución que permita mejorar la accesibilidad a estos colectivos, como la instalación del número de ascensores en la ciudad o incluso escaleras mecánicas.
“Tienen que hacerla de otra forma para que la gente mayor pueda subirla fácilmente, como en la península”, explica.
Asegura que donde él vive, por el Tiro Nacional, todo son escaleras. “Subes una, te encuentras una plazoleta. Luego subes otra, y otra, y otra”, dice. Añade que parece “una montaña”.
Ali comenta que incluso en muchas ocasiones la guardia civil o la policía nacional, cuando han ido a buscar a alguien, han tenido algún percance con las escaleras. “No se puede correr por allí. Se pueden caer fácilmente”.
Y es que en determinadas escaleras el riesgo está asegurado. Y cuando el tiempo empeora, todavía más.
Al llover las losas resbalan mucho. Algunas también son muy finas y con los charcos de agua se vuelven como “cuchillas”. “Si tú te caes, te rompes la cabeza entera”, apunta Ali. Este ciudadano también cuenta a El Faro que su hijo se cayó por ellas durante un día de lluvia y que se hizo una brecha enorme en la cabeza. Ha denunciado el suceso, pero no ha servido para nada.
“Son muy peligrosas. Yo he visto mucha gente que se ha caido y han acabado en el hospital”, asegura.
También son muchos ciudadanos los que se quejan del estado de limpieza en el que se encuentran algunas escaleras. Latas, papeles y restos de basura se pueden ver por algunas calles de la ciudad. “Cuando ves algunas escaleras así de sucias, te planteas pasar por ahí porque dan bastante asco”, asegura otra melillense. Añade que “deberían tener más mantenimiento”.
Aún así, las escaleras de la ciudad autónoma forman parte del paisaje melillense y le otorgan un encanto único.
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