Las calles de Melilla se inundaron este sábado de música, alegría, luz y color gracias al Carnaval. Cientos y cientos de personas se lo pasaron en grande durante la tradicional Cabalgata, que se desarrolló en el centro y que culminó con la quema de la sardina.
La celebración de la Cabalgata ha estado en el aire estos días debido al mal tiempo. La borrasca Karlotta que está dejando su huella en la península, también tenía previsto que hiciera sus estragos en Melilla. Vientos de hasta 70 kilómetros y fuertes lluvias se esperaban estos días, por lo que la tarde del sábado no estaba del todo segura para que pudiera celebrarse la famosa Cabalgata, que muchas personas esperan con ganas e ilusión.
Sin embargo, aunque hubo lluvias y viento el viernes por la tarde y por la noche, la mañana del sábado amaneció despejada y soleada. El tiempo nos dio una tregua.
La Cabalgata, que este año ha seguido el mismo estilo que la de los Reyes Magos, comenzó a las 18:30 horas con distintos pasacalles por toda la zona centro. Chirigotas en la plaza Menéndez Pelayo o pasacalles de Drag Queens, El juego del calamar, Barbie, Arlequín, Ugly Dolls, Los Picapiedra o uno estilo Venecia. Una apuesta que triunfó entre el público asistente, que comentaba constantemente el acierto de la Cabalgata y lo divertido que era disfrutarla de esta manera.
A las 19:30 horas llegó el turno del desfile. Las carrozas de los Bomberos y de la Diosa del Carnaval desfilaron por la avenida junto a los distintos personajes de los pasacalles y todos los melillenses que quisieran unirse a la fiesta con sus disfraces.
La avenida Juan Carlos I Rey se encontraba repleta de gente. Más de un millar de personas habían bajado al centro para celebrar todos juntos el Carnaval. Una cita en la que no podían faltar los cabezudos, esos personajes que dan risa a algunos y a otros provocan pesadillas. Tampoco faltó la serpentina y la purpurina, que quedó colgando de las luces de Carnaval, en el suelo y ropa de la gente.
Al ritmo de un sinfín de canciones populares que arrancaron a muchos espectadores a bailar, el pasacalles desfiló por Plaza de España y concluyó a las puertas del Palacio de la Asamblea. Todas las carrozas y personajes divertidos se arremolinaron junto a los cientos de espectadores para contemplar el famoso entierro de la sardina.
También se encontraban allí esperándola el vicepresidente de la Ciudad Autónoma, Miguel Marín, la consejera de Cultura, Fadela Mohatar, el consejero de Seguridad Ciudadana, Daniel Ventura, y el presidente de Melilla Monumental, Francisco Díaz.
Un numeroso grupo de jóvenes lloraron y bailaron a la pobre sardina durante su funeral. Un momento muy divertido –aunque triste– con el que el público también se lo pasó en grande.
Tras el velatorio, llegó el momento de encender la antorcha que portaron las autoridades locales y prendieron fuego a la escultura. De esta manera, ante la atenta mirada de los cientos de melillenses que se encontraban allí, la quema de la sardina puso el broche de oro al Carnaval melillense, que se despidió por todo lo alto.
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