Las consejerías de Fomento y Medio Ambiente participan en un proyecto que creará un Parque Histórico en el cuarto recinto de Melilla La Vieja · El Instituto de Cultura Mediterránea ha comenzado las obras desenterrando el camino que está junto a los fosos.
A principios del siglo XVIII la artillería enemiga era tan avanzada que a Melilla no le quedó otra opción que reforzar sus defensas en el Alto del Cubo, donde actualmente se encuentra el Parador de Turismo. Desde este cerro, las bombas podían asediar Melilla La Vieja en poco tiempo, así que los gobernadores de la ciudad decidieron construir allí unas fortificaciones para defender el lugar de intrusos. Las primeras fueron de tierra compacta y madera y con el tiempo, las fueron transformando hasta crear los fuertes de Rosario, Victoria Grande y Victoria Chica. Si el enemigo conseguía hacerse con este emplazamiento, se hacía con ‘las llaves de la ciudad’, así que este enclave era vital para mantener a los melillenses seguros durante los asedios.
Fue en la noche del 19 de noviembre de 1734 cuando los militares melillenses aprovecharon la oscuridad para construir un pequeño fuerte en el Alto del Cubo. Despistaron al enemigo que estaba apostado en zonas cercanas y mantuvieron la vigilancia en este cerro desde ese mismo día.
Era peligroso para Melilla dejar que la artillería de los asediantes llegara a este lugar, pero no fue la única razón para hacerse con este terreno. Desde el Alto del Cubo se tiene una visión de toda la ladera que hoy conforma el parque Lobera, y toda esta zona era un punto ciego desde Melilla La Vieja para los militares.
Los soldados que construyeron estos fuertes fueron los ingenieros del ejército, que por estas fechas ya tenían creado esta arma. Además, contaban con una gran experiencia en construcciones y con un gran número de manuales que les sirvieron para crear tres fuertes, un gran foso junto al muro de estas edificaciones y un sinfín de minas, es decir, galerías subterráneas que utilizaban para llegar a otros puntos de la ciudad.
Melilla bajo el suelo
El Alto del Cubo es un lugar particular de Melilla. Bajo las piedras de los fosos de las Victorias, hace un par de siglos había un gran número de minas que servían al ejército para defender la ciudad. Las galerías principales permitían llegar a diferentes lugares de Melilla, por ejemplo, del fuerte del Rosario a la parte baja de esa ladera, es decir, muy cerca del Auditorio Carvajal. Los principales caminos subterráneos iban pegados al foso, aunque a más profundidad.
Las minas formaron parte del sistema de fortificación y defensa de los fuertes y sólo eran usadas por los militares. Así, contaban con cuerpos de guardia y cada cierta distancia se contaba con apostoreros, es decir, unas verjas de hierro que estaban cerradas y vigiladas por cinco o seis soldados.
¿Y qué ocurría si entraba el enemigo en una de estas galerías? Seguramente acabaría en una de las trampas que estas minas tenían, esto es, pozos de hasta cinco metros que podían pasar desapercibidos y en los que se podía caer con facilidad sino se conocía el terreno.
Pero las galerías subterráneas no sólo eran una forma de comunicarse con otras áreas de Melilla sin ser visto.
También servían para abrir minas secundarias con las que llegar hasta las galerías del enemigo. Siguiendo líneas perpendiculares, los ingenieros construían estos caminos bajo tierra y creaban habitaciones a las que llamaban hornillos. Allí se hacían las escuchas y se acercaban hasta el enemigo para colocar bombas y hacer volar toda la zona.
El proyecto de recuperación
Esta historia sobre el Alto del Cubo y las fortificaciones de las Victorias no es muy conocida por los melilleses y por ello, hay que recuperar esta zona para que vuelva a ser utilizada por los ciudadanos y comprendan su importancia.
Estos fuertes han mantenido segura a la población melillense desde el siglo XVIII, así que se podría decir que Melilla está en deuda con las personas que desde este cerro protegieron la ciudad. Y una forma de ser agradecidos es restaurar estos muros, limpiar los fosos y desenterrar los caminos por los que la infantería lanzaba su ataque al enemigo.
El Instituto de Cultura Mediterránea está precisamente inmerso en esta labor de restauración y recuperación de esta zona de la ciudad. Gracias al apoyo de las consejerías de Fomento y Medio Ambiente, van a poder transformar un montón de tierra, piedras y basura en los fuertes que defendieron Melilla en el siglo XVIII.
Los primeros hallazgos
Los arqueólogos del Instituto de Cultura Mediterránea indicaron que los primeros en comenzar las excavaciones para recuperar el camino cubierto, es decir, los pasos desde donde la infantería protegía los fuertes, fueron los jóvenes que este verano participaron en el campamento de arqueología organizado por el Injuve. Estos chicos encontraron los restos de una bomba y pudieron ver los daños que había causado en el empedrado de esta vía.
El proceso de desenterrar todo el camino cubierto llevará unos cuatro meses, pero ya se pueden ver grandes avances e incluso, se han podido conservar los palos de madera que hacían el soporte de la cubierta de estos pasos. Aunque hace unos días un desalmado tuvo la gran idea de romper uno de estas maderas.
Los arqueólogos indicaron que una vez que se comience con la restauración de los muros y de los fosos se contará con vigilancia para evitar que los gamberros de turno puedan causar algún daño.
Durante los trabajos de restauración analizarán la evolución de las construcciones de los fuertes y estarán muy atentos por si bajo la tierra y los escombros encuentran objetos u otras edificaciones anteriores. Los arqueólogos creen que puede haber restos de pobladores árabes de época medieval en este cerro.
Un lugar de visita
El objetivo del Instituto de Cultura Mediterránea es crear un Parque Histórico Arqueológico de Interpretación de los Fuertes. La rehabilitación del interior de las fortificaciones permitiría utilizar las salas para exponer a los visitantes para qué servían estas edificaciones y la historia que hay tras cada una de las piedras que las componen.
Este proyecto, que tendría una duración de unos cuatro años, permitiría recuperar también las minas e incluso, se podrían visitar las galerías que van del fuerte de Rosario al Auditorio Carvajal.
Un jardín para pasear y disfrutar de las vistas
La consejería de Medio Ambiente será la encargada de que en lugar de piedras y matojos el Alto del Cubo luzca una manta verde de césped y se hagan caminos de grava para que los ciudadanos puedan pasear y disfrutar de las vistas desde fuera de los fuertes de las Victorias.
El proyecto de recuperación de esta zona, que une los esfuerzos de ambas consejerías, permitirá crear un nuevo espacio de ocio para los melillenses. Será una zona para los corredores, los amantes de las bicicletas y los entusiastas de la historia, ya que el interior de las fortificaciones estará abierto al público.
El Instituto de Cultura Mediterránea explicó a El Faro que la intención de los arqueólogos es recuperar los fuertes de Rosario, Victoria Grande y Victoria Chica y dejarlos como en el siglo XVIII, sin modificar los edificios para albergar alguna instalación moderna.
El fuerte de Rosario será el primero en rehabilitarse y le seguirán los de Victoria Grande y Chica, por ese orden. En este último es donde se tiene previsto que se diseñe un centro de interpretación de estas fortificaciones, para que las visitas guiadas comiencen desde este punto y recorran el resto del cuarto recinto fortificado de Melilla.
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