Categorías: Cultura y Tradiciones

Melilla recuerda el ritmo de Copacabana

Armando Pelayo dirige un espectáculo centrado en la música de los cabaret de los 50

Un payaso salió a escena. Llevaba un pañuelo en la mano y con sólo agitarlo en el aire lo convirtió en una vara de mando. Dio unos golpecitos en el telón y éste se levantó. La banda de músicos, bailarines y cantantes aparecieron de la nada vestidos como en los cabaret de los años 50. Ellos con traje y pajarita, para guardar las formas, y ellas con vestidos largos y brillantes. Aunque para ser francos, la actuación que ofreció ayer el grupo de artistas dirigidos por Armando Pelayo comenzó con volantes y faldas coloridas, con toques muy brasileños, como si el público estuviera en la ‘Copacabana’ hace más de 60 años. La música de Carmen Miranda fue la primera en sonar y por ello el escenario se llenó de buen ritmo con ‘Rebola a Bola’.
En los cabaret de aquellos años, la magia de los escenarios atraía a un gran número de personas a esos salones en los que disfrutaban de la música en directo y de bailes más complicados de imitar por parte del público. El mago Sarapín, que apareció ayer en escena, fue el encargado de poner este toque mágico. La pretensión de Pelayo con este espectáculo, que se podrá ver de nuevo en el Kursaal esta noche a las 21:00 horas, es llevar a los ciudadanos a aquellos años y a aquellos lugares donde uno abandonaba sus miedos y sus preocupaciones para disfrutar del ‘show’. Las canciones pícaras, las bailarinas con escasos vestidos y los guapos músicos eran las claves del éxito de estos salones.
Pero no todo era música para bailar con toques de salsa y rumba en esos cabaret. También había espacio para hermosas melodías de amor que las parejas bailaban bien agarrados, como los boleros ‘Toda una vida’ o ‘No se por qué te quiero’. Además, los tangos comenzaban a sonar en la radio y los cantantes y bailarinas los incluían en sus repertorios, como hizo ayer Pelayo con una versión de ‘Fumando espero’ con ritmos de este estilo musical tradicional de Argentina.
Y la música continuó sonando toda la noche, gracias al arte de músicos y cantantes que entregaron sus almas por el espectáculo. Los bailarines también destacaron por sus arriesgados pasos, no en vano, Pelayo ha contado en esta ocasión con una academia de salsa de la ciudad que tiene muy buenos alumnos. El público, que llenó el patio de butacas, disfrutó de las melodías, de los juegos de luces y de los mil y un vestidos de cantantes y bailarines. Y todo hecho por gente que vive en Melilla y que no se dedica de forma profesional al mundo artístico, aunque no se les notó que eran amateur.

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