El Instituto Nacional de Estadística (INE) pronostica que la población en Melilla decrecerá desde los 83.001 habitantes censados el 1 de enero de 2023 hasta los 80.624 –un 2,9%- el 1 de enero de 2037.
Por segmentos de edad, será entre los 18 y los 41 años la franja en la que, según el INE, habrá mayor cantidad de población al superar las 1.000 personas, mientras que en el resto de franjas que actualmente superan esa cifra ya no llegarán a ella, salvo la excepción de los 59 años.
Por sexos, según el INE, serán en 2037 39.410 hombres mientras que actualmente son 41.484, y 41.214 mujeres frente a las 41.518 de 2023.
Pese a todo, la tasa bruta de natalidad, que ya en Melilla es la más alta de España con casi 18 nacimientos por cada 1.000 habitantes, seguirá siéndolo, según estas previsiones, con más 20 nacimientos por cada 1.000 habitantes.
En el cómputo nacional, la España vacía quedará aún más vacía en los próximos quince años, y eso a pesar de que crecerá el número total de habitantes, porque lo hará precisamente donde es mayor la densidad de población.
La población española está creciendo, y el pasado mes de mayo el Instituto Nacional de Estadística señaló que acabamos de superar los 48 millones de habitantes.
Este dato reciente va en línea con la última proyección de población publicada por el Instituto Nacional de Estadística (de octubre de 2022), que apuntaba un crecimiento poblacional para el año 2037 de un 25% para Baleares, o de más de un millón de nuevos habitantes para Madrid o Cataluña.
Además, habrá descensos de población en zonas que ya padecen este problema, especialmente en Asturias, Extremadura y Castilla y León, comunidades que se encuadran en lo que ya es España Vacía.
Y mientras, aunque en Ceuta, Melilla y Murcia o, en menor medida, en Baleares o Madrid, habrá más nacimientos que muertes, en general en todo el país no habrá crecimiento vegetativo, sino envejecimiento de la edad media.
La explicación de todos estos datos se halla en la inmigración exterior, que compensará el envejecimiento de la población y ofrecerá la fuerza de trabajo necesaria para que se mantenga el crecimiento económico.
Pero, salvo que haya políticas que modifiquen la tendencia, lo hará acudiendo a donde, precisamente, hay una mayor oferta de empleo.
Esto es lo que lleva a Alberto Del Rey, catedrático de Sociología y Comunicación de la Universidad de Salamanca, a señalar la conveniencia de políticas que ordenen la inmigración desde una estrategia planificada que la oriente hacia las comunidades donde hace falta más población.
“España no hay tenido nunca ninguna política migratoria. Nunca hemos planeado el facilitar la llegada de gente que se quiera instalar en determinadas zonas, seleccionar gente en función de las necesidades laborales y, por supuesto, ofrecer trabajo a inmigrantes en esas zonas, mediante una cierta descentralización”, explica.
"Yo vivo en Salamanca, por ejemplo. Y en Castilla y León, muchos puestos de trabajo están vacíos. Por otro lado, si no ofrecemos trabajos de acuerdo a la formación de determinados trabajadores, con el tiempo se van a ir a donde les ofrezcan un puesto acorde con esa formación. Para la despoblación, la única solución es la inmigración”, añade.
Rey señala dos aspectos importantes en esta política, una actitud más abierta por parte de las comunidades de acogida y fomentar el empleo de calidad en las áreas despobladas.
Otro posible problema que parece emerger, ante un saldo migratorio de cientos de miles de personas cada año en zonas de vivienda muy cara, como Baleares, Madrid o Cataluña, es precisamente el de la vivienda.
Pero Julio Vinuesa, catedrático emérito de Geografía Humana en la Universidad Autónoma de Madrid, señala que debemos desterrar la equivalencia fácil que asocia más población inmigrante con nuevos planes de construcción de viviendas.
“La llegada de inmigración no necesariamente supone que hagan falta muchas viviendas. Depende. En realidad, el aumento de la demanda de vivienda es función más de cambios en la dinámica de los hogares, por ejemplo el gran número de separaciones, entre otros factores”, señala.
“Además, el precio de la vivienda puede tener un efecto de rechazo, los inmigrantes no solo vienen por el trabajo. Y más aún si tenemos en cuenta que, en quince años, puede haber cambios que permitan un mayor deslinde entre el trabajo y el lugar de residencia”, explica.
“En todo caso, lo que hace falta es mucha vivienda protegida, como dos millones. Pero no a base de construir, sino consiguiendo mediante la colaboración público privada que parte del parque que se está alquilando tenga precios mejores, y también adecuando las viviendas antiguas a las necesidades actuales” concluye.
España ganará 4.236.335 habitantes (un 8,9%), hasta superar los 51 millones de personas, en 2037, señala el INE.
La población de Baleares aumentará en 306.142 personas, que representan un 25% más de las que actualmente habitan las islas. En la Comunidad de Madrid aumentará la población en 1.039.391 nuevos ciudadanos. El crecimiento poblacional previsto para Cataluña es similar (1.067.598 de nuevos habitantes). Habrá también incrementos relativos de población en la Región de Murcia (16,0%) y Canarias (15,5%).
Este aumento de población se debería exclusivamente a la migración internacional. Y ante el progresivo envejecimiento de la población, que señala el INE, la inmigración internacional será necesaria para mantener la economía, como refleja, por ejemplo, un reciente informe del Defensor del Pueblo, titulado 'La contribución de la inmigración a la economía española (2019)'.
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