Durante dos semanas, las mochilas escolares descansan en los rincones de casa mientras los niños de Melilla disfrutan de unas merecidas vacaciones que combinan la 'Semana Blanca' -una pausa previa a la Semana Santa pensada para desconectar del ritmo académico- con la festividad religiosa más arraigada del calendario.
Este año, el descanso se extiende del 7 al 20 de abril, ofreciendo a las familias melillenses la oportunidad de organizar viajes, actividades culturales, escapadas al campo o simplemente desconectar en casa y disfrutar de la Semana Santa. Y aunque muchos lo viven como un simple paréntesis escolar, otros aprovechan estos días para reconectar con las tradiciones y el ambiente que se respira en las calles.
Padres entre la logística y el descanso
Para los padres, estas fechas suponen un equilibrio entre la organización y el disfrute. "La verdad es que se agradece tener más días para estar con ellos, pero también hay que organizarse bien si los padres trabajamos", comenta Marta, madre de dos niños de 8 y 12 años.
“Este año hemos optado por quedarnos en Melilla, apuntarlos a algunas actividades y disfrutar en familia de las procesiones. Lo viven con mucha ilusión”.
Otros, como Javier, padre de tres hijos, han aprovechado para salir fuera. “Hemos decidido cruzar a la península y visitar a la familia. Lo bueno de tener tantos días seguidos es que no vamos con prisas. Es una oportunidad de oro para desconectar todos juntos y disfrutar en familia”.
En muchos hogares, las vacaciones escolares implican reajustar horarios, buscar actividades alternativas y, en algunos casos, recurrir a abuelos o familiares para ayudar durante los días laborables.
Los niños: juegos, parque y procesiones
Para los más pequeños, estas dos semanas son sinónimo de libertad. “¡Lo que más me gusta es que no hay deberes y puedo ir al parque de bolas con mis amigos!”, dice Sofía, de 10 años, con la energía típica de quien ya ha guardado los libros por unos días. Su hermano pequeño, Lucas, de 7, lo tiene claro: “A mí me encantan los pasos de Semana Santa, sobre todo cuando suenan los tambores muy fuerte”.
Aunque el buen tiempo anima a disfrutar al aire libre, muchos niños también participan de forma activa en la Semana Santa. Algunas cofradías cuentan con secciones infantiles y ensayos previos, lo que hace que para algunos niños este tiempo no sea solo de ocio, sino también de vivencia cultural y religiosa.
Entre el turismo local y la tradición
Melilla en abril vive un ambiente particular: menos tráfico, más paseos, más vida en las plazas y un ritmo algo más pausado. Las vacaciones escolares, junto a las celebraciones religiosas, reconfiguran la rutina de la ciudad. Los pasos procesionales recorren toda la ciudad, acompañados por melillenses y turistas que se mezclan entre incienso y marchas.
“Nos gusta mucho salir a ver las procesiones. Mis hijos ya conocen los nombres de algunas hermandades. Es bonito ver cómo lo viven”, cuenta Noelia, madre de dos pequeños. “Y también aprovechamos para hacer pequeñas escapadas, salimos a cenar en familia o incluso al cine, que durante el curso a veces se hace complicado”.
Tiempo para respirar
Más allá del componente religioso o lúdico, estas dos semanas sirven también como una pausa mental para los estudiantes. El segundo trimestre escolar suele ser exigente, y este paréntesis actúa como una válvula de escape. “Es necesario que los niños desconecten, no solo por el cansancio físico, sino también por la presión académica”, opina una madre de una adolescente que este año se enfrenta a la selectividad, la prueba académica que decide el futuro de los estudiantes. “El tiempo libre, la convivencia en familia y el descanso son tan importantes como los contenidos escolares”. así asegura.
Un descanso antes del último empujón
El 20 de abril, los colegios volverán a abrir sus puertas. Para entonces, muchos volverán con las energías recargadas, nuevas historias que contar y alguna que otra foto de procesiones, excursiones o helados frente al mar.
Y mientras tanto, Melilla seguirá saboreando este descanso primaveral que une generaciones: los niños que juegan sin reloj, los padres que ajustan agendas para compartir momentos y una ciudad que, entre incienso y brisa marina, se toma un merecido respiro.
Que alegría más grande, en particular para los papás más modernos (cuando los dos trabajen, los papás y las mamás) y la labor casera, familiar, la llevan, los mal entendidos y nunca comprendidos: “SUEGROS”. Pero no hay que distraerse, hay que seguir luchando, para conseguir más días libres y más aumento de sueldo, los dos elementos fundamentales de esta sociedad. ¡Que alegría de vivir! .