Tras 23 años ejerciendo el Periodismo, casi todos ellos en Televisión Española, actualmente es la corresponsal de la cadena pública en Lisboa, donde la melillense está destinada desde 2008. La vemos frecuentemente en la televisión nacional y durante años nos acostumbramos a que fuera una de las caras asiduas de los informativos de Televisión Española. María Oña, actualmente corresponsal en Lisboa de TVE, ha pasado por todo en la profesión del periodismo. Ha sido editora, redactora, presentadora, enviada especial, corresponsal de guerra. Y es que no ha parado de trabajar desde se licenció en la Complutense. Primero, durante un año, en prensa escrita, en Ibiza, luego ya en televisión, en la pública, donde sigue y se mantiene actualmente en la categoría máxima a la que aspiraba, la de corresponsal en el extranjero. Desde Lisboa, nos cuenta la actualidad de Portugal y nos trasmite detalles del país y sus gentes.
Tras 23 años ejerciendo el Periodismo, casi todos ellos ante una cámara de televisión, María Oña sigue siendo también la melillense orgullosa de su tierra y apegada a su familia, que todos los años vuelve un mínimo de dos veces para reencontrarse con los suyos. Aprovechando su estancia durante unos días en nuestra Melilla común, hablamos con ella de Periodismo e, inevitablemente, de su amistad con la también periodista y esposa del Príncipe Felipe, Leticia Ortiz. De todo un poco pero, principalmente, de la profesión con la que María reconoce se ha casado y en torno a la cual gira su vida.
-¿Qué es para ti el Periodismo además de, lógicamente, tu medio de vida?
-Es un derecho y un privilegio. Un privilegio para el periodista el poder ejercerlo y un derecho de todos los habitantes de este planeta a que se les informe de cómo está el mundo. Creo que, gracias al Periodismo también, la historia es como es y la vida es como es…y pobrecitos y desgraciados los que no tienen derecho a la información.
-¿De todas las cosas que has hecho como periodista, con qué te quedas?
-Con la adrenalina que me da el estar en primera línea y poder contar lo que está pasando como un testigo de excepción. Lo difícil es elegir una noticia entre todas las que he contado. Eso es como los hijos. No se puede elegir, porque en todo mi trabajo siempre pongo toda mi piel, todas mis ganas de contar lo que ocurre de la mejor manera que sé. Podría elegir desde una tontería de la que logré sacar algo diferente o, por el contrario, algunas de las escenas más duras que he visto en las guerras, en las chabolas de países tercermundistas, con las ‘maras’ o pandillas callejeras que se asesinan entre ellas, hasta el punto de ver un asesinato en directo… Es muy difícil elegir con qué me quedaría, porque han sido muchísimas las noticias que he cubierto y, como digo, esto es como los hijos, no se puede elegir. Yo me he casado con mi profesión, mis hijos son mis noticias y pongo la piel en ello.
-¿Sigues en Lisboa por gusto o por obligación?
-Para mí Lisboa ha sido el descubrimiento de mi vida. Portugal es una maravilla de país. Los españoles no tenemos ni idea de lo que en realidad es. Hemos tratado siempre a los portugueses por encima del hombro, como si fueran nuestros hermanos pobres, cuando en realidad los portugueses y el país son maravillosos. Tienen una gran calidad de vida, son educadísimos, son gente culta, se come fenomenal y Lisboa es para mí una de las ciudades más bonitas del mundo y, no sé, nunca he contado cuantas ciudades conozco, pero conozco muchas.
-¿Es un tópico o es una verdad que a la mujer le cuesta más ejercer como corresponsal de guerra?
-Creo que es una verdad, aunque nuestra generación e incluso la anterior ya ha roto ese tópico y ha logrado que hoy en día ya no sea así. Hasta hace muy poco era más difícil pero creo que ya no, que ya hemos conseguido que se nos vea exactamente igual y que manden igualmente a una mujer que a un hombre. Ahí tenemos a compañeras como Almudena o Rosa Molló o como yo misma, que nos han mandado y no ha habido mayor problema. Si es verdad que cuando los conflictos son en países árabes, siempre se dice que las mujeres vamos a tener más dificultades, pero, como digo yo, más dificultades para algunas cosas pero más facilidades para otras. Creo que ese tópico lo hemos conseguido ya derrumbar hace tiempo.
-¿Crees que ha cambiado la percepción sobre Melilla en los medios nacionales o que sigue siendo la gran desconocida?
-No ha cambiado en absoluto. Melilla sigue sorprendiendo a cualquier persona en la Península. Sigue siendo la gran desconocida.
-¿O sea que eres partidaria de hacer una campaña de promoción de la ciudad?
-Totalmente, lo pienso desde hace años y sería bueno y necesario. Vendría bien y no sólo por el turismo, sino porque sería una alegría, una inyección para la ciudad. Melilla merece la pena que se dé a conocer, que se meta dinero en eso, en hacer una buena campaña de promoción.
-¿Te gusta o te molesta que haya quien te compare con Rosa María Mateo?
-Me encantaba, fue un tótem de la profesión. Me suena un poco antiguo ya y me recuerda que tengo unos años, pero sí, me gusta. Era muy buena comunicadora y muy natural. A mí siempre me dicen que tengo esa virtud ante la cámara, que sigo manteniendo mucha naturalidad. Es un orgullo para mí que me comparen con ella, sea por lo que sea, porque siempre me ha parecido una gran profesional.
-Inevitable que te pregunte por tu amistad con Doña Leticia ¿te ha favorecido o te ha perjudicado?
-Ni una cosa ni otra, es mi amiga y lo sigue siendo, mañana martes como con ella y cada vez que voy a Madrid, nos vemos.
-¿Te reconociste en la serie sobre su noviazgo con el Príncipe Felipe?
-No, me sentí muy mal y precisamente estuve hablando con ella del tema y me aconsejó que lo dejara correr. Porque yo no soy así, al revés, tengo fama de no enterarme de nada. Y me pasa una cosa que no sé si debería decir, pero aunque en esta profesión se deba ser curioso, yo no lo soy por naturaleza para muchas cosas, sobre todo para los cotilleos de tipo privado. Sin embargo, me ponían de cotilla y hasta pensé en meterme en abogados. La propia Leticia me decía que lo dejara, porque al fin y al cabo ellos no aludían a mí más que como ‘María’ y siempre podrían decir que no se referían realmente a mí, que yo no era esa. Ellos me dibujaron así sin ningún pudor porque les convenía y tampoco tuvieron el más mínimo interés por hablar conmigo. Aunque no les hubiese contado nada, por lo menos podrían haber intentado conocerme y haber visto un poco como soy en realidad.
-¿Qué opinas de los medios de comunicación de la ciudad?
-A veces veo cosas que me llaman mucho la atención y que me dan ganas de levantar el teléfono y deciros que hay cosas, como los titulares a cuatro renglones, que creo no se deben hacer así. Pero, en general, pienso que el nivel es muy similar al de otras provincias. Con la televisión me pasa igual, creo que hay muchas cosas que se pueden hacer mejor. Me podrían tener como asesora, ni cobraría por ello. Si yo estuviera en la tele de Melilla y tuviera una compañera que llevara más de veinte años en la profesión, me aprovecharía de ella. Aquí se puede hacer una tele con mucha gracia: Medios hay, Melilla da de sí y con un poco de gracia e inteligencia se podría hacer algo mucho más atractivo.
-¿Por qué tantos años en la tele y no en la prensa escrita o la radio?
-Bueno me dieron la oportunidad, probé el medio y me gusto. Me gusta la adrenalina, soy hiperactiva y cuantas más cosas tenga por hacer y más esté en la calle, más feliz soy. Y la tele te da eso. Me ha enseñado que con cuatro cositas en una maleta se puede vivir en cualquier parte. Te demuestra que todo lo que nos rodea y todos los apegos que tenemos son prescindibles.
-¿Qué prefieres, un buen documental en prensa escrita o en televisión?
-Son incomparables, cada uno tiene sus valores. Un buen reportaje en prensa escrita me gusta mucho, porque soy detallista y me encantan los pormenores. Pero luego está el reto de contar una buena historia en un número determinado de minutos, acompañándolo de unas imágenes. Ese engranaje mágico de la televisión es lo que en el fondo me apasiona. Y también me apasiona el trabajo en equipo, porque un periodista puede ser buenísimo pero si el cámara es malísimo y luego, al editar, el montador es más malo todavía… pues entonces no hacemos nada. Ahora, con que yo escriba decentemente, el cámara trabaje bien y el montaje sea bueno, se puede contar de todo de una manera fascinante. A veces me admiro incluso de cosas que sacamos y siento hasta pudor, porque quizás creamos expectativas mayores de la realidad que hemos mostrado y que a simple vista puede parecer más mediocre.
-Es un debate intenso y abierto, pero ¿crees que desaparecerán los periódicos en su versión papel actual?
-Yo creo que no, que no desaparecerán nunca. Con un periódico bajo el brazo voy a una cafetería y no me siento sola. En un banco de un parque, dónde esa. De un periódico siempre se disfruta. Yo no lo cambio por un portátil.
-¿Qué supone para ti volver a Melilla?
-El reencuentro con mis raíces, es como volver a la cuna a sentirme mecida. En Melilla me siento siempre en familia, pero no sólo por los míos sino por los melillenses en general. Melilla es mía y es muy especial. Yo creo que los melillenses somos especiales y me lo demuestro a mí misma cada día. Por más vueltas que doy al mundo, siempre veo aquí algo especial. Creo que esta mezcla de culturas nos ha hecho diferentes y creo que los melillenses no lo aprecian tanto como lo aprecio yo desde fuera. Deberíamos valorarlo más y también deberíamos querernos un poco más. Nos pasa un poco como a los portugueses: tenemos un cierto complejo de estar abandonados, retirados y, no señor, al revés, hay que echarle narices y estar orgullosos de lo que tenemos y nos hace diferentes.
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