Televisiones, radios y periódicos de toda España se han volcado con el escándalo del voto por correo en Melilla. Todos se hacen la misma pregunta: por qué pasa esto y cómo es posible que pase esto en una ciudad española. Aunque en realidad la pregunta correcta debería ser, por qué se ha permitido que lleguemos hasta aquí. Estamos, obviamente, en un punto de no retorno. Nada volverá a ser como antes tras el triste espectáculo que hemos dado. No unos sí y otros no. El que estamos dando todos. Los que compran, los que venden; los que lo permiten y los que miran para otra parte.
Que en Melilla las solicitudes de voto por correo se hayan disparado hasta superar el 21%, en primer lugar ha dejado patente la urgencia de modificar cuanto antes la Ley Orgánica del Régimen Electoral para taponar las vías de escape de la democracia en Melilla.
En segundo lugar porque ha dejado patente hasta dónde pueden llegar los enemigos de España cuando se lo proponen. Y en tercer lugar porque ha quedado patente la urgencia de investigar las fuentes de financiación de la compra del voto por correo. El dinero no crece en los árboles y si queremos acabar con el sabotaje a nuestro sistema electoral, tenemos que desmantelar las fuentes de financiación de este ataque a la democracia.
Con el voto por correo nos ha pasado algo muy similar a lo que ocurrió con las devoluciones en caliente. Lo normalizamos hasta el punto de terminar creando una figura, la del rechazo en frontera, para dar cobertura jurídica a la decisión de no conceder asilo a quienes quieren entrar por la fuerza en España, huyan de donde huyan y vengan de donde vengan. Hasta que el 24 de junio aquello se fue de las manos por muchos motivos, entre ellos, que estuvimos ante un salto violento como no habíamos visto nunca. Aquella tragedia dejó al menos 23 muertos de la parte marroquí, pero empañó de por vida el nombre de Melilla.
Ahora pasa algo muy similar con la compra del voto por correo, un tema del que llevamos años hablando en Melilla hasta que ahora ha saltado a todas las televisiones nacionales. Hemos llegado hasta aquí porque algunos se sintieron impunes y creyeron que nadie les iba a toser. Pero, sobre todo, porque minimizamos el problema durante años y no encontramos herramientas dentro del juego democrático para frenar a los corruptos.
La solución de votar de forma presencial y presentando el DNI ha tenido ya sus primeras consecuencias en Melilla: se acabaron las colas en Correos. La gente que ha votado a distancia tiene miedo de que le llamen a declarar en la investigación en marcha. Estamos hablando de 11.000 votos que se pueden quedar fuera de las urnas porque esas personas no podrán votar de forma presencial el 28 de mayo. Eso será un mazazo a los corruptos del que tendremos constancia el 28 de mayo.
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