El Sindicato Unificado de Policía (SUP) ha pedido a la Delegación del Gobierno de Melilla un refuerzo permanente en la plantilla, que a nivel nacional la organización sindical está reclamando en todas partes.
En Melilla la situación es tanto o más difícil por las exigencias que plantea la vigilancia y control de la frontera. Ya es difícil en estos momentos y previsiblemente la cosa se complicará aún más en cuanto abra la aduana comercial.
No es lo mismo vigilar una ciudad de la península, que una ubicada en el norte de África que además, colinda con una de las zonas más pobres de Marruecos.
El caso es que desde la Delegación del Gobierno, en una entrevista concedida a El Faro, su titular, Sabrina Moh, se ha mostrado satisfecha con el incremento de la plantilla de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en 25 agentes, más otros 90 de refuerzo para Guardia Civil y Policía Nacional. Eso, en su opinión, ayuda a paliar las 13.000 vacantes (en todo el país) que dejó sin cubrir el PP durante sus años de mandato.
En definitiva, esto es un diálogo de sordos. Cada uno tiene argumentos a favor y en contra. Las plantillas llevan años estresadas y unos y otros se achacan la responsabilidad. Mientras tanto, en Melilla vivimos escenas inaceptables como cuando previo a la apertura de la frontera, en mayo pasado, algún mando intermedio interpretó erróneamente que no podía dar vacaciones a ningún agente para hacer frente a la reapertura del puesto fronterizo de Beni Enzar.
En Melilla los sindicatos llevan años reclamando más efectivos y aunque existe la posibilidad de pedir ayuda Frontex, seguimos sin permitir que las fuerzas de la Agencia Europea de Control de Fronteras entren en España como lo hacen en Grecia.
En la frontera, además, los agentes siguen sin percibir en sus nóminas la compensación que sí perciben los mandos por el esfuerzo extra que representa trabajar de pie, por turnos (incluidas las noches), a merced de las inclemencias del tiempo y con una tasa elevada de responsabilidad porque del control del paso fronterizo depende que no entren en Melilla desde narcotraficantes hasta yihadistas.
Las autoridades, por tanto, deberían tomarse en serio el reclamo de los policías nacionales. Son muchos años tocando en puertas cerradas que nunca se abren. Son muchos años exigiendo que se tenga en cuenta la particularidad de ser una ciudad fronteriza. Son muchos años viendo cómo todos prometen villas y castillas y cuando llegan al poder o se olvidan de lo prometido o no son capaces de cumplir sus promesas.
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