A las 19:30, puntuales a su cita, alrededor de 1.150 personas, según la Delegación del Gobierno, comenzaron a desfilar en la manifestación que, como en numerosas partes del mundo, se había convocado en Melilla en el Día Internacional de Solidaridad con Palestina.
Una marea de niños iban al frente y, durante toda la Avenida Juan Carlos I Rey, fueron lanzando gritos y canciones del tipo “Israel asesino”, “estado terrorista” o “Gaza, aguanta, el pueblo se levanta”, o “Gaza, aguanta, Melilla se levanta”. Una de las pancartas decía “Melilla está con Palestina” mientras seguían las consignas: “Israel asesino con los niños palestinos”, “no es religión, es humanidad”, “Palestina libre” o “Israel asesino del pueblo palestino”.
Iban cantando frases del tipo “Europa asesina, Europa patrocina”. Llevaban banderas tanto de Palestina como de España, y algunos se tenían enrollada la primera de ellas al cuerpo.
Otra pancarta decía “Melilla con Palestina. Paremos el genocidio de Israel en Palestina”. También se oía “no somo sterroristas, somos sanitarios” y algunas personas iban vestidas de tales.
A la altura de la plaza Menéndez Pelayo, un gruo de niños se tiró al suelo mientras la gente preguntaba “dónde están las sanciones a Israel”. Seguían gritando “Estado terrorista”,”son hospitales, no bases militares”, “no es una guerra, es un genocidio”, o también clásicos como “todos somos Palestina” o “el pueblo, unido, jamás será vendido”.
Cinco niñas iban tocando el bombo y, durante toda la marcha, vigilancia de la Policía Nacional y de la Policía Local. Ya en la Plaza de España, el único incidente, cuando los agentes tuvieron que coger a un joven que llevaba encendida una bengala mientras se escuchaban otros lemas como “boicot a Israel”.
Una vez llegados junto al monolito a la Constitución, era el momento de los discursos. El primero en intervenir fue el Padre Esteban, quien, para empezar, se declaró a favor de “los derechos históricos de Palestina en su territorio” y habló de “una historia de atropellos contra unos derechos históricos por parte de Israel”, al tiempo que dejó claro que “la violencia no es la solución”. “Si actuamos ojo por ojo y diente por diente, terminaremos todos ciegos”, afirmó parafraseando a Gandhi.
Tras criticar a la actual Organización de las Naciones Unidas (ONU) y pedir “un organismo que de verdad represente a todos”, el Padre Esteban exigió que no se utilice el nombre de Dios en ninguna guerra. Con Abraham como principio de las tres religiones, “todos –judíos, musulmanes y cristianos, deben aspirar a la reconciliación en la justicia. Todos, según tu proyecto –el de Dios– estamos llamados a colaborar en la construcción de un mundo nuevo”, concluyó.
A continuación, fue el turno de una chica, llamada Meriem, quien criticó “la guerra que lleva a cabo Israel desde hace más de 75 años en Palestina” e insistió en que “no es una guerra”, sino “un genocidio”, con el agravante de que Palestina no tiene ejército, sino “una población oprimida, humillada, sometida y vulnerada a los ojos del mundo desde hace más de 75 años”.
Meriem se preguntó por qué los derechos humanos, “que se defienden en todo el mundo, no se defienden en Palestina” y opinó que, “cuando se mata a niños, mujeres y hombres inocentes, no es una guerra, sino un acto criminal” y, sin embargo, “el mundo se queda de brazos cruzados viendo cómo siguen bombardeando y masacrando a civiles”. “Este genocidio es una responsabilidad de toda la humanidad”, añadió, e insistió en que “el problema no es que sobren humanos, sino que falta humanidad”. También exigió Meriem al Gobierno español que no mantenga “una postura neutral y progresista”, sino “que diga alto y claro que está en contra de este genocidio”, ya que “no puede ser cómplice de esta limpieza étnica que está teniendo lugar en Gaza”. Criticó esta chica a Israel porque “ha bombardeado hospitales, colegios, casas, mezquitas e iglesias haciéndonos creer que todo es Hamás y así poder exterminar a toda una población”. “Palestina, estamos contigo y estaremos contigo hasta que seas libre”, dijo por fin.
Por último, intervino el doctor Mohamed, gazatí y cuya familia se encuentra en Gaza, quien comenzó dando las gracias de parte de este pueblo a todo el mundo que los apoya con este tipo de actos solidarios.
El doctor expresó que lo único que reclama Palestina es “libertad, justicia, derechos humanos y vida”, porque “la han despojado de la libertad, la han tratado sin justicia y le han quitado los derechos humanos e incluso la vida a mucha gente”.
Mohamed insistió en sus gracias “de corazón”, y puntualizó que, “cuando el agradecimiento es de un corazón herido, desgarrado y dolido, es mucho más profundo, sincero y emocional”.
Precisamente “dolido”, dijo, está todo el mundo “por la destrucción de Gaza, de los hospitales, iglesias, mezquitas, universidades”. Infraestructuras, en general, porque los israelíes “hasta los pozos de agua han destruido”, además de “edificios, jardines y la infraestructura del gas”. Con todo, lo que “duele más”, prosiguió, es ver a 36.000 heridos mal curados, 7.000 personas debajo de los escombros “ue seguramente estén muertos”. “Duelen más los 15.000 muertos, pero un dolor más fuerte es de las 4.000 mujeres asesinadas y el dolor más desgarrador es el de los más de 6.000 niños muertos”. El doctor dijo no saber “hasta cuándo van a seguir destruyendo, cuántas viudas y huérfanos van a dejar, cuántos padres sin hijos”. “¡Cuántas historias tristes están dejando! ¡Cuántos sueños han matado!”, agregó.
Mohamed aseguró que los palestinos quieren la paz y que aman la vida como todo el mundo y él nunca la ha conseguido, ya que, desde los cuatro años, estuvo viendo muertos en las calles por unas guerras que no acaban.
El doctor recordó que los palestinos tienen “sensibilidad, emociones, ilusiones y sueños” y que no son “animales, como dicen por ahí”, y que los niños también juegan al fútbol, o con muñecos; que la juventud sabe estudiar y divertirse, y que sabe trabajar.
Así, consideró que los palestinos son fuertes y que, aunque les corten el agua y la luz y aunque no les dejen entrar alimentos o medicamentos, saben sobrevivir.
A continuación, rezó un gua que fue respondido por la multitud presente en la Plaza de España.
Para concluir, los organizadores recordaron que ellos no defienden el terrorismo, sino la paz, y que “los malos” son los sionistas, antes de agradecer su presencia a todos los que allí acudieron.
Con ello, la manifestación quedó disuelta, no sin que antes se pidiera que cada uno se marchara a casa “sin violencia”.
Desde la Plataforma de Apoyo al Pueblo Palestino –que lleva convocando estas movilizaciones casi dos meses– Mohamed Bussian, se congratuló de que, “una vez más, los melillenses han manifestado su rechazo a los horrendos crímenes que se vienen cometiendo en este genocidio contra seres humanos y la población civil y, en particular, contra los niños”.
Bussian dijo tener claro que “el objetivo final de Israel es la desaparición del pueblo palestino” y lamentó que los “crímenes” cometidos por Israel no estén siendo respondidos por la comunidad internacional.
Sin embargo, apuntó que “Melilla ha reaccionado una vez más” y calificó la manifestación como un “éxito” por la “asistencia masiva”.
Además, alabó la “altura moral” de todos los presentes, que habían “representado como nadie los valores proclamados por la comunidad internacional”, aunque sean “despreciados” cuando se trata de Palestina.
Unos valores entre los que citó los derechos humanos, la legalidad internacional o la dignidad humana, que “han desaparecido entre las bombas de gran precisión del ejército de ocupación israelí”.
Por tanto, y para terminar, se mostró satisfecho Bussian con la organización y la participación en esta manifestación, “sobre todo en valores morales y éticos”.
Respecto al protagonismo que habían tenido los niños, lo justificó porque, según él, “son las principales víctimas del Estado de Israel y de su ejército de ocupación”, y opinó que “es inadmisible e intolerable que más de 7.000 niños hayan perecido por las bombas de uno de los ejércitos más poderosos”.
“Pasarán las décadas y los siglos y la humanidad recordará este horrendo crimen contra los seres humanos como una mácula, como una vergüenza que será difícil de superar por las futuras generaciones”, apuntó, antes de terminar apelando a que el alto el fuego “frágil” existente ahora se convierta en algo definitivo y que “se busque una solución definitiva y duradera en la zona para que todos los pueblos puedan coexistir de manera pacífica”.
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