Los relojes se han atrasado este fin de semana. En la madrugada de este sábado, a las tres de la mañana las manecillas del reloj han vuelto a marcar las dos de nuevo. Se trata de uno de los dos cambios de horario que no solo alteran el tiempo sino que también tiene consecuencias en el organismo de las personas.
En los últimos años, se han puesto en duda los supuestos beneficios que esto podía tener en cuanto a ahorro energético o aprovechamiento de la luz solar y se ha puesto sobre la mesa el impacto que puede llegar a tener en la salud de las personas.
Tanto es así, que en los últimos años se ha especulado sobre la posibilidad de establecer un horario fijo y decir adiós por fin a los dos cambios de hora que se producen durante el año.
España se sumaría así a otros tantos países que ya han optado por no cambiar su horario respecto a las estaciones. El Faro ha querido preguntar a pie de calle a los melillenses si son partidarios de estas modificaciones o si preferirían tener el mismo horario tanto en verano como en invierno.
La mayoría de encuestados han asegurado que se adaptarían a cualquiera de las dos opciones, ya que no es una situación que les afecte demasiado a su ritmo de vida. Una cuestión que no es así para todos, ya que muchas otras personas señalan que el cambio horario les perjudica para conciliar el sueño y por ende al cansancio que arrastran durante los días posteriores.
"A mí no me afecta para nada el cambio de hora. Sigo igual con mi rutina y mi horario de acostarme y de levantarme", comenta Mimón. Este melillense explica que él ya está jubilado y que estas cosas ya le dan igual. Él suele siempre despertarse sobre las diez o las diez y media de la mañana y después se hace un recorrido de unas dos o tres horas de caminata.
Mimón señala que al darse cuenta de que este fin de semana cambiaban la hora, decidió irse acostumbrando y acostándose más tarde. Además, afirma que el mismo sábado decidió no cambiar la hora.
Misma situación que la que le ha ocurrido a Ana. Esta encuestada comenta que no ha sufrido ningún desajuste en su rutina. Simplemente, contó, hoy ha amanecido una hora antes. En lugar de despertarse a las diez de la mañana, como suele ser habitual en ella, ha abierto los ojos a las nueve.
"La verdad que a mí no me ha afectado. Yo por la noche me suelo acostar siempre a las doce o la una viendo la tele", relató.
Tampoco le ha afectado en gran medida esta situación a Irene, toledana residente en Melilla que resalta que casi no se dio cuenta de este cambio. "Un poco a la hora de acostarme, pero enseguida me entró el sueño y nada", reconoció. Lo mismo le sucedió a su hija pequeña, que tampoco se vio afectada.
Además, reconoce esta toledana que ella es muy partidaria de este nuevo horario ya que le "encanta" que anochezca antes.
A otros encuestados sí que les ha perjudicado algo esta modificación horaria. Es el caso de Liberto, un joven que asegura que vivió una situación algo extraña en la madrugada del sábado. Comenta que se encontraba de fiesta y que justo cuando a las tres de la madrugada volvieron a ser las dos, la tarjeta de crédito dejó de funcionarle durante un rato.
"Tuve una hora más de fiesta, lo que pasa es que no pude beber porque no podía pagar así que estuve un raro bebiendo agua del grifo", bromeó este melillense. Aún así, subrayó, al día siguiente no le afectó para nada la noche de fiesta ya que pudo dormir una hora más.
Más allá de cuestiones meramente anecdóticas, a otras personas lo que más le provoca este cambio horario son alteraciones en el estado de ánimo. Es lo que le sucede a Lola y Francisco, un matrimonio encuestado por este diario que afirman que a ellos lo que menos les gusta de este cambio es que anochezca antes. Les da un poco de bajón.
Asimismo, apuntan que "algo" sí que les ha afectado. "A la hora de acostarte, es verdad que se siente que te entra el sueño antes", comentó Francisco. Al mismo tiempo que los ritmos de sueño, la rutina de comidas de este matrimonio también se vio modificado en el mediodía del domingo.
"Sí que es verdad que ayer comimos muy tarde, ya casi era merienda pero volveremos a la normalidad", dijo Lola.
Algunas personas pueden tardar más de un día en adaptar su cuerpo al nuevo horario, lo que tiene repercusiones en la capacidad de concentración y reacción, con implicaciones en la salud física y mental y también en el desarrollo profesional
El último cambio de hora en 2024 se produjo en la madrugada del 26 al 27 de octubre cuando tuvimos que atrasar el reloj una hora para adoptar el horario de invierno. Un cambio que se hizo de madrugada, a las 3 horas, por lo que "ganamos" una hora de sueño. Pero, para algunas personas, el cambio de hora puede suponer una incomodidad que se trasladada al aspecto físico y mental.
"Nuestro cerebro se adapta bastante bien, pero el impacto del cambio de hora puede ser tener más somnolencia, cansancio, o que al día siguiente nos cueste más iniciar el sueño y tener un poco más de embotamiento cognitivo: estar más distraídos o con una sensación física de más cansancio, o incluso en el estado de ánimo puede repercutir", explica Diego Redolar, neurocientífico y director de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Como destaca Redolar, la razón de estas sensaciones es que "puede haber cierta desregulación de los ritmos circadianos", ya que nuestro cerebro está programado para regular cada veinticuatro horas los ritmos biológicos principales, como el ciclo de sueño-vigilia y la liberación de determinadas hormonas, como la melatonina o el cortisol.
Por eso, si introducimos algún cambio horario que implica alterar ese periodo de veinticuatro horas, el cerebro necesitará más tiempo para reajustarse.
"Normalmente, necesitamos un día, desde un punto de vista fisiológico, para volver a adaptarnos a ese cambio de hora", subraya Redolar. "Pero hay población más vulnerable, como las personas de edad avanzada o los niños, que quizá necesiten un poco más de tiempo para que el cerebro vuelva a regular esos ritmos circadianos de manera correcta", añade.
Por lo general, la sensación de cansancio, somnolencia o embotamiento mental que sufren algunas personas durante la jornada siguiente al cambio de hora, comparable a una "resaca", es un proceso temporal que simplemente evidencia que su cerebro necesita adaptarse a la nueva situación. "El impacto que puede tener el cambio de hora en la salud de las personas es pequeño", tranquiliza el experto, subrayando que se trata de un proceso natural y temporal.
Sin embargo, esta es una cuestión polémica que, en España, llevó al Gobierno a encargar a una comisión el estudio de la reforma de la hora oficial, que elaboró un informe al respecto.
Su respuesta fue que había que evitar un "cambio precipitado en los husos horarios mientras no exista un consenso compartido y una difusión práctica a nuestra ciudadanía de los riesgos y oportunidades que comporta". Según señalaron entonces desde esta comisión, "tras mantener el horario actual durante ochenta años, la población española ha desarrollado una adecuación a ese horario y no hay suficientes razones para modificarlo".
En paralelo, la Unión Europea debate desde hace años sobre la posible supresión del cambio de hora estacional bianual. El Consejo Europeo ya presentó, en 2018, un proyecto para eliminar los cambios de hora, apoyado por el Parlamento un año después.
El proceso está a la espera de la decisión del Consejo, donde se requiere una mayoría cualificada de los Estados miembros que, hasta ahora, se ha resistido, por lo que los europeos seguimos cambiando la hora dos veces al año. Este hecho nos invita a conocer fórmulas para que la población potencialmente más afectada por estos cambios pueda reducir su impacto en su vida cotidiana.
Aunque el grueso de la adaptación al cambio de hora depende del propio cuerpo y de ese periodo de tiempo necesario para ajustarse, sí podemos ayudar a que sea un proceso más cómodo y rápido, como explica un artículo publicado en el blog de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC en el que participa como experto el propio Diego Redolar.
Así, entre las principales medidas que podemos adoptar, está el respeto a las rutinas habituales, sobre todo las referentes a la hora habitual de irse a dormir.
Otro consejo para adaptarnos al cambio de hora puede ser mantener la mente ocupada, algo que algunos expertos sugieren que hagamos mediante actividades al aire libre. Salir a dar un paseo es un método sencillo para despejar la mente, pero también se puede optar por el ejercicio físico y el deporte, o por actividades relajantes antes de acostarnos.
Por último, podemos prestar atención a la alimentación eligiendo para ese día de adaptación una dieta ligera basada en alimentos de temporada.
La realidad es que el cambio de hora puede suponer una incomodidad durante el primer día, pero con un poco de adaptación ayudaremos a nuestro cerebro a gestionarlo mejor para pasar página rápidamente.
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