Dice Moratinos que no ha habido conflicto ni crisis con Marruecos, que las relaciones son excelentes, que existe el mejor nivel de interlocución con el vecino magrebí. Por su parte, De la Vega se niega a hablar de incidentes, como mucho de ‘malentendidos’, y señala que los ‘acontecimientos’ se han superado y que la situación está “reconducida”.
Como dice el vicesecretario de Comunicación del PP, González Pons, a qué venía entonces la necesidad de utilizar al Rey para frenar la crisis galopante que andaba escenificándose en nuestra frontera y en la que las mujeres policías se convirtieron en el pimpampum de escarnios machistas de baja estofa y peor calaña. “Apelar al Rey debe ser siempre el último argumento de un Gobierno incapaz de resolver una crisis”, escribía ayer en ‘El Mundo’ el catedrático de Derecho Constitucional, Jorge de Esteban.
El PSOE y el Ejecutivo de Zapatero quieren hacernos ver lo contrario: que no había problema y, entonces, a cuento de qué recurrir a nuestro monarca para que, justamente, al día siguiente de su llamada contemporizadora a Mohamed VI, se colgaran los fotomontajes insultantes contra las agentes policiales y se produjera el primer bloqueo en el paso de pescado marroquí a Melilla.
No hay crisis pero Moratinos va a reunirse el mes que viene con su homólogo marroquí y el Rey también va a hacerlo con Mohamed VI.
Melilla se ha visto retratada en su imagen más conflictiva ante el resto del mundo, las policías y sus compañeros de los cuerpos de seguridad, han sido sometidos a una tensión extrema sin que nadie del mismo Gobierno de España les enviara el menor mensaje de apoyo. Qué más da, según Moratinos no ha habido conflicto ni real ni eventual y mucho menos hay crisis bilateral, porque las relaciones marroquíes son “sólidas” y “excelentes”.
Los oportunistas, los alborotadores, los provocadores, según el PSOE y su socios de CpM y, en cierto modo también, el representante de UPyD en Melilla, Emilio Guerra, no son otros que los populares, “oportunistas y desleales” que han montado la tangana para sacar rédito electoral, pero que a fin de cuentas, pese lo que les pese, han sido los únicos en venir a apoyarnos y denunciar abiertamente la discriminación de género contra las policías de la frontera.
El guión oficial del PSOE no deja de hacer agua. Por ejemplo, según el diputado nacional por el Partido Socialista adscrito a Melilla, caso de Antonio Hernando, los incidentes han sido en realidad “problemas de orden policial” y es por eso que quien viaja a Marruecos es Rubalcaba y no Moratinos. Un razonamiento tan endeble como falso que se ha encargado de desmontar nada más y nada menos que la vicepresidenta Teresa de la Vega, quien en cambio anunciaba el encuentro entre Moratinos y el ministro de Exteriores marroquí, Taieb Fassi Fihri, precisamente por los “acontecimientos” de Melilla, que nunca conflictos ni incidentes en el lenguaje oficial socialista.
No sé a ustedes pero este empeño del PSOE y el Gobierno Zapatero por negar la evidencia sí que me escama, me preocupa y me hace pensar que detrás de todo hay más de lo que pudiéramos esperar. Expertos ya anunciaban un verano caliente y un resurgir del irredentismo anexionista marroquí, aunque solo sea por activar el chantaje hasta lograr sobre el Sáhara lo que el régimen alauita pretende.
Las excelentes relaciones hispano-marroquíes no han impedido tampoco que Moratinos y el portavoz del Gobierno aluita, Jalid Naciri, entraran en contradicciones, y mientras el primero, nuestro ministro, niega que la “razón profunda” de lo sucedido sea la apetencia soberanista marroquí sobre nuestras dos ciudades, Naciri sí dice que hay una “causa profunda” y que es “la disputa de los dos países acerca de la soberanía de Ceuta y Melilla”.
Esto es lo que hay y así lo expongo, aunque a más de uno no le guste, caso por ejemplo del presidente de CpM, Mustafa Aberchán, para quien la ilación entre su discurso respecto de los mismos conflictos y su extrema coincidencia con el análisis del portavoz marroquí sobre el mismo asunto, es una prueba de intoxicación informativa tendente a asimilarlo al vecino país o de subrayar subliminalmente una supuesta tendencia promarroquí del cepemista.
Ante ello, reconozco que, efectivamente, no sólo Aberchán ha utilizado la palabra “provocación” (a Marruecos) como resumen de su valoración de la visita de Aznar a Melilla en medio de la crisis. También lo ha hecho el upedista Emilio Guerra, desvelando del mismo modo que el dirigente de CpM que, en su balanza, prima más lo que preocupa a terceros que el efecto de la visita del expresidente en nuestra propia casa. De ahí, la diferencia entre el discurso del Gobierno socialista, que aún excesivo al calificar de grave deslealtad la presencia de Aznar en Melilla, al menos no cayó en la torpeza política de poner el acento en su mayor preocupación expresa por el vecino marroquí. Se trata de mucho más que una cuestión léxica, revela una forma de pensamiento que no tiene por qué implicar proximidad a las tesis promarroquíes sino error nefando en el análisis político, pues prima el impacto en quien nos hostiga en detrimento de su efecto en nuestra propia ciudad.
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