Cría cuervos y te sacarán los ojos. A menos de 24 horas de que el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, viajara este viernes a Rabat, el rey Mohamed VI y el presidente Pedro Sánchez mantuvieron una conversación de la que salió un discurso amable, buenas palabras y la suspensión del viaje del canciller español.
La versión oficial dice que el rey de Marruecos le ha confirmado a Sánchez que lo recibirá próximamente, algo que ya sabíamos desde que el presidente vino a Melilla, y que, por eso, no tiene sentido que Albares vaya antes. En este sentido no hay nada nuevo.
Ahora resulta que el rey ha concretado la invitación. ¿No lo estaba ya? Y, como consecuencia, en el Gobierno han decidido que no tiene sentido la visita de Albares, en la que el ministro estaba encargado de cerrar con su homólogo marroquí, Nasser Bourita, los términos de la reapertura de las fronteras de Melilla y Ceuta, así como las fechas del inicio de la Operación Paso del Estrecho, que tradicionalmente ha empezado siempre el 15 de junio. Vamos tarde no, lo siguiente.
Pues bien, nadie ha explicado por qué pierde sentido la visita de Albares, si desde que Sánchez estuvo aquí se sabía que iría "próximamente a Rabat". Lo peor no es que Albares no viaje, sino que la visita de Sánchez no tiene fecha fijada porque si la tuviera, Moncloa la habría soltado ya.
Cuando se cierra una cita, lo normal es fijar día y hora. Todo lo demás es humo. Y esto en Madrid se lo tragarán alegremente, pero en Melilla sabemos que la suspensión de la visita de Albares a Rabat se parece mucho a las pataletas de Marruecos.
Lo sabíamos, lo dijimos en su momento y lo repetimos hoy: en Marruecos no debió sentar bien que tras la filtración de la carta de Sánchez a Mohamed VI, el presidente español viajara a Ceuta y Melilla, en ese orden.
No les gusta. Lo sufren y esa es la señal más fehaciente de que esta gente no es trigo limpio. Marruecos está jugando con el futuro de nuestra tierra. Nos quiere en vilo, desesperados, poniendo las casas en venta y bajando precios para que, entre otros, los narcos se hagan con todas las propiedades que se les pongan a tiro.
Para conseguirlo necesitan mantenernos en jaque constante. Las diplomacias de los dos países sabían de sobra que había muchas esperanzas puestas en la visita de Albares a Rabat porque hay mucha gente en Melilla que se muere de ganas de ver a sus familiares en Marruecos; hay mucha gente también que está deseando salir a hacer deporte con la bici; a hacer turismo; o recibir cuanto antes a los clientes marroquíes que tanto necesitan nuestros comercios, nuestros hoteles y nuestros restaurantes.
Marruecos ha usado su poder para darle el tiro de gracia a Pedro Sánchez, aprovechando que tiene al Congreso entero en su contra. Quiere que lo crucifiquen. De lo contrario, le habría puesto una alfombra roja para cerrar cuanto antes lo que el presidente de España necesita para acallar críticas.
La actitud de Rabat sólo viene a dar veracidad al argumento pueril del PSOE de que nada ha cambiado en la postura de nuestro país respecto al Sáhara. Efectivamente, que Pedro Sánchez haya asumido el coste político de poner negro sobre blanco que España apoya el plan marroquí de autonomía, no ha cambiado las cosas. Estamos hoy como estábamos antes del 18 de marzo.
Las dos partes se regodean en discursos melosos, pero lo único que apunta al cambio de postura de Marruecos con España es el regreso de la embajadora Karima Benyaich a la que nunca debimos dejar volver a pisar Madrid. No se nos olvidan sus palabras desafiantes cuando la invasión a Ceuta recordándonos ante las cámaras que los hechos tienen consecuencias. Si nosotros servimos en bandeja la cabeza de la ex ministra Arancha González Laya debimos exigir el cese de Benyaich.
Pero no lo hicimos porque no estamos en condiciones de exigir nada y cuando se está en una posición de debilidad se reciben ataques por todos los frentes. Todos aprovechan la flojera para dar una coz.
La cancelación del viaje de Albares a Marruecos es decepcionante y por mucho que el Gobierno de España venda que empezamos una relación en la que primará la transparencia, Mohamed VI ha dejado claro que las reglas de este juego se ponen en Rabat.
Por eso la ampliación del estado de emergencia sanitaria hasta el 30 de abril en Marruecos y por eso, tras el último Consejo de Gobierno en Rabat, el ministro portavoz, Mustafa Baitas, no quiso responder a la pregunta de cuándo se abrirán las fronteras con Melilla y Ceuta. Los tiempos los marcan ellos. Y por ellos tenemos que esperar.
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