Editorial

Marruecos quiere la final… ¿la tendrá?

Dicen todos los analistas deportivos y, más concretamente, de las cosas del fútbol, que España es la favorita de los países que se repartirán el Mundial de 2023 y entre los que se encuentran los vecinos Portugal y Marruecos. De hecho, será en nuestro país donde se dispute el mayor número de encuentros que se jugarán en esa fiesta del fútbol, que promete ingresos millonarios para las ciudades en las que la lotería futbolística toque.

Se comenta entre los periodistas deportivos a nivel nacional que ese Mundial solo tendría lugar entre España y Portugal, que Marruecos no estaba ni se le esperaba. Pero, claro está, eso era así hasta que Mohamed VI decidió que esa disciplina deportiva es un buen revulsivo para dar a conocer a los marroquíes a nivel planetario. Consecuencia: presión a las autoridades españolas para incluir al reino alauita y, por supuesto, reverencia del Gobierno español a la exigencia del monarca del sur.

Pero Mohamed VI no se conforma con tener algunos partidos del Mundial en su territorio. Ahora lo que quiere es que se dispute allí la final del Mundial, el partido más importante, el más esperado, el más deseado, el que verán decenas de millones de personas. Lo quiere en Casablanca, donde está dispuesto a construir un estadio que albergue a 93.000 personas.

¿A algún melillense le cabe la menor duda de dónde se va a jugar la final del Mundial 2030? Seguramente no. España, que tiene las mejores infraestructuras del mundo, como son el Bernabeu y el Camp Nou, debe decidir qué sede apoya ante la FIFA para lo cual tiene dos años de plazo.

Y si Marruecos ha sido capaz de doblegar la voluntad del presidente Sánchez con respecto al futuro de algo tan importante como es el Sáhara sin que tuviera que ceder algo a cambio, qué duda cabe que conseguir una final de fútbol será para Mohamed VI un paseo militar en lo que se refiere a los españoles.

Aquí en Melilla, los ciudadanos saben mucho, desgraciadamente, de lo que es Marruecos y cómo impone su voluntad a capricho aún cuando suponga humillaciones y tremendos golpes a los españoles que residen en las dos ciudades autónomas en el norte de África. Hay ejemplos para dar y tomar, como el incumplimiento del acuerdo para la apertura de la aduana comercial, la negativa a aceptar el régimen de viajeros si procede de este lado de la frontera, llamarnos “ciudad ocupada” o “presidio ocupado” en documentos oficiales ante la ONU, incluirnos en su territorio en el mapa de la web oficial de la Embajada en España o negarse a enjuiciar a los asesinos de Emin y Pisly, enviar a Ceuta a 10.000 migrantes (la mayoría de ellos menores) entre una larga lista de agravios.

Las declaraciones públicas que ha realizado el presidente de la Federación de Fútbol marroquí y ministro delegado de Presupuesto, Fouzi Lekjaa, tras visitar al rey y ser nombrado presidente del Comité para la Copa del Mundo 20230, han sido de lo más contundente: Marruecos organizará la final y será en Casablanca. Punto.

 

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