Marruecos mueve ficha

¿QUÉ pasó? Casi siete meses después de que Rabat cerrara las fronteras con Melilla, dejando atrapado en nuestra ciudad a cerca un millar de marroquíes, por fin el país vecino se digna a dejar regresar a su gente a Nador.

Hasta ahora el Reino alauí, socio prioritario de la Unión Europea, ha ignorado desde el 13 de marzo pasado el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que garantiza, en territorios democráticos, el derecho de todos los ciudadanos a entrar y salir de su país. Si por ello alguien ha sufrido sonrojo en la UE, si alguien ha intercedido desde el Parlamento europeo, no lo sabemos. Hasta nosotros no ha llegado el ruido de esas gestiones.

Aunque es evidente que algún tipo de negociación ha habido. No sabemos si de alcance nacional o a nivel europeo. Pero se ha negociado. La delegada del Gobierno, Sabrina Moh, anunció el martes el inicio de las primeras 200 repatriaciones por el paso fronterizo de Beni Enzar. El resto se harán mañana viernes 2 de octubre y el domingo 4. Estos retornos se suman a los que se hicieron en mayo, cuando buena parte del pijerío marroquí que pernocta en nuestra ciudad en condiciones normales, volvió a casa. En aquel momento, la Delegación estuvo fina y metió entre los repatriados algún que otro regalito que no nos merecemos en Melilla.

Para nuestra ciudad, el retorno de casi un millar de marroquíes a Nador evidentemente es un alivio. Si conseguimos impermeabilizar la frontera y no nos entran vecinos a nado ni migrantes por la valla, entenderemos que nos quitamos presión y gastos de encima. No digo que sea fácil. Es sencillamente necesario porque no hacemos nada si esto se convierte en un intercambio de cromos con Marruecos.

No sabemos si las gestiones de la devolución de marroquíes a Nador las ha hecho directamente la Delegación del Gobierno. Teniendo en cuenta que se hace conjuntamente en Ceuta y Melilla, entendemos que el Ejecutivo central ha metido mano en el asunto, pero en estos momentos da igual quién lo consiguió, porque el mérito se lo lleva sin dudas Sabrina Moh. Si ella es responsable de todo lo que depende de Madrid y va mal en esta ciudad, también tiene que serlo cuando llegan los aplausos. Al César, lo que es del César.

Ya sabemos que el Ministerio del Interior ha ampliado hasta el 31 de octubre el plazo de apertura de la frontera con Marruecos. Por informaciones oficiosas que Rabat coloca allí donde cree que más repercusión tienen, sabemos que ellos no quieren abrir los pasos de Melilla y Ceuta hasta primeros de 2021.

Tal y como está la situación epidemiológica en nuestra ciudad no creo que sea bueno ni para ellos ni para nosotros retomar el trasiego fronterizo, porque todos sabemos que se montaría aquí la de Dios.

Aparte de que la pandemia no está controlada a un lado y otro de la valla, empieza a preocupar a las autoridades marroquíes la posibilidad de un estallido social. Cuando la gente no tiene qué comer, tampoco tiene nada que perder. Es en ese momento en que empieza a correr peligro la paz. En Nador no aguantan más y Rabat lo sabe.

Llama la atención que Marruecos dé su brazo a torcer y admita el retorno de sus nacionales, una semana después de que la Audiencia Nacional haya dictado una orden internacional de busca y captura para tres altos mandos de la Marina Real marroquí y que periódicos nacionales de nuestro país empiecen a hacerse eco de las intenciones anexionistas respecto a las ciudades autónomas de Melilla y Ceuta, sugiriendo que esas informaciones salen del CNI.

Hasta ahora era Rabat quien marcaba los tiempos. En cuanto España le ha enseñado los dientes, el Majzén ha movido ficha. Y ese movimiento, por leve que sea, nos da oxígeno a los melillenses. Llevamos casi siete meses dando alojamiento y comida a personas que están deseando regresar con los suyos. Sacar a casi un millar de personas de la ciudad, alivia, sin lugar a dudas, no sólo a las familias que acogían a parte de ellos sino también la ocupación de nuestra Plaza de Toros.

Es incomprensible, que teniendo un tratado de repatriación con Marruecos nos veamos obligados a acoger a nacionales suyos atrapados en nuestra ciudad o con orden de expulsión de España y no podamos devolverlos porque la verja está cerrada. Si hubo PCR y cuarentena para el pijerío de Nador, tiene que haberlo también para la gente humilde. Damos por hecho que Sabrina Moh aprovechará la situación y les mandará de vuelta en estos tres envíos a todos los menores que cumplieron la mayoría de edad en Melilla y cuya seguridad no podemos garantizar en plena pandemia.

No sabemos si qué pasará cuando esta segunda ola del coronavirus se nos junte con la gripe de todos los años. Tenemos que estar preparados para lo peor. Que cada palo, aguante su vela.

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