El Gobierno de España se ha esforzado en hacernos creer que las relaciones con Marruecos iban por buen camino pese a que el baño de realidad que nos damos a diario los melillenses indica lo contrario.
Hoy sabemos que el excesivo celo en los registros en la frontera por donde no pasa ni un Danone, las colas infinitas para cruzar a Nador por falta de personal para sellar pasaportes en Beni Enzar, el hostigamiento a los dueños de barcos amarrados en Melilla o la detención de dos jóvenes que estaban pescando calamares en Cala Blanca no son casos puntuales ni hechos aislados.
Hoy sabemos que forman parte de la guerra híbrida intensa que el Reino de Marruecos mantiene contra nuestra ciudad pese a que el Ejecutivo de Pedro Sánchez, en un gesto sin precedentes, cedió y apoyó el plan de autonomía marroquí sobre el Sáhara.
Creyó el presidente del Gobierno que esa cesión iba a ser suficiente para aliviar la furia marroquí tras al entrada en España de Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, el 21 de abril de 2021 para atenderse de covid en Logroño. Creyó también que el conato de Marcha Verde sobre Ceuta, de mayo de 2021, había sido un error de cálculo del Majzén.
Este jueves hemos conocido un escrito enviado por Marruecos a la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU centrado en el salto a la valla del pasado 24 de junio, que dejó al menos 23 sudaneses muertos en la frontera de Barrio Chino. En ese texto, Marruecos se refiere a Melilla como "presidio ocupado", un término trasnochado con el que habitualmente el país vecino insulta a una parte de España y de Europa.
"Las autoridades marroquíes quieren aclarar que la separación entre Marruecos y Melilla, siendo fronteras marroquíes-españolas, es inexacta, ya que el Reino de Marruecos no cuenta con fronteras terrestres con España. Melilla es un presidio ocupado y no se puede hablar de fronteras, sino de sencillos puntos de paso", dice textualmente el escrito al que ha tenido acceso El Faro.
Haciendo contorsionismo geopolítico, Marruecos niega tener fronteras terrestres con Melilla y habla "simples puntos de paso". Es una aclaración un tanto ingenua porque la frontera sur de Europa no es un concepto abstracto sino un hecho irrefutable.
Hay que admitir que nosotros hemos dado pie a que el país vecino hable en esos términos. No hay que olvidar que el ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, nunca se ha referido a nuestra aduana comercial por su nombre. Se ha mantenido abonado al concepto de "puestos aduaneros" y con Marruecos, las concesiones se pagan caras. Si les seguimos la rima, siempre van a querer más.
No es casual que estas declaraciones marroquíes, incluidas en una carta enviada a Ginebra el 9 de septiembre, hayan causado este jueves tanto revuelo. Ha sido una jugada maestra de comunicación. El presidente, Pedro Sánchez, comparecía en el Congreso para presentar un paquete de medidas de 3.000 millones de euros para paliar los efectos de la crisis provocada por la guerra de Ucrania y, al final, la noticia del día ha sido la carta de Marruecos a la ONU.
PP y Vox han hecho piña en el Congreso (juntos, pero no revueltos) para convertir esto en el tema del día porque es relevante que nuestro socio estratégico nos insulte en las instituciones internacionales. Quien lo ha movido, lo ha soltado en el momento oportuno y ha conseguido opacar el titular de los 3.000 millones. Esa relevancia es la que ha obligado a Sánchez a pronunciarse en directo sobre las declaraciones de Marruecos, sin apenas tiempo para malabarismos diplomáticos.
Tras el revuelo causado en el Congreso, un alto cargo del Ministerio de Exteriores marroquí reculó y señaló a EFE este mismo jueves que en la declaración conjunta que el rey Mohamed VI y Pedro Sánchez firmaron el 7 de abril en Rabat queda claro que sí existen fronteras terrestres con España. Nunca antes una perogrullada similar a afirmar en pleno siglo XXI que la tierra es redonda había servido de excusa perfecta.
Sin embargo, la disculpa de un segundón del Ministerio de Exteriores de Marruecos nos sabe a poco. Ahora entendemos la mirada complaciente que Nasser Bourita, el canciller marroquí, le echaba en Nueva York, en septiembre pasado, a nuestro ministro José Manuel Albares, en el marco de la Asamblea General de la ONU, cuando éste se pasó echándole miel a sus declaraciones y llegando incluso a confesar que el marroquí se encuentra entre su círculo de amigos.
Es lo que tienen las amistades peligrosas. Se ha tomado Albares demasiado en serio eso de tener a los enemigos más cerca que a los amigos.
El presidente del Gobierno ha enviado un mensaje de tranquilidad a los melillenses con otra perogrullada: ha dicho que Melilla y Ceuta son España. Pero eso desgraciadamente no tranquiliza a los inversores, que se lo pensarán muchísimo antes de traer su dinero a nuestra ciudad.
En estos momentos, Melilla no necesita una palmadita en la espalda sino una defensa contundente y una excusa humilde que no aceptamos que la dé un segundón del Ministerio de Exteriores marroquí. No nos vale para estar tranquilos. No podemos vivir siempre preguntándonos qué será lo próximo que haga Marruecos.
No podemos ni queremos vivir con el temor a perder lo invertido en Melilla y necesitamos que el Gobierno hable claro. Estamos pagando la novatada de no haber incluido en la declaración bilateral del 7 de abril en Rabat la salvaguarda de la soberanía de Melilla y Ceuta. Hay que ver, con lo mucho que nos gustan las perogrulladas y cuando hay que incluirlas, prescindimos de ellas.
El ataque de 2021 a Ceuta y este de 2022 a Melilla demuestran que no tenemos motivos para fiarnos de nuestro socio estratégico. Las relaciones bilaterales no están bien y llevamos tiempo denunciándolo. No nos basta con que el presidente del Gobierno diga que Melilla y Ceuta son España. Necesitamos cariño, sí, pero sobre todo, inversiones. Seguir retrasando el Plan Estratégico Integral no nos tranquiliza. Los tiempos del Gobierno están a años luz de las urgencias y las necesidades de Melilla.
Sí, es cierto que se ha construido un hospital y es mérito del Partido Socialista porque esas obras han estado paradas durante todo el Gobierno del PP. Pero hay que equiparlo y para equiparlo hace falta dinero. Un recorte del 24,5% en los Presupuestos del Estado para 2023 no animan a pensar que tendremos el hospital a punto antes de las elecciones.
Marruecos nos insulta y esto hay que pararlo con inversiones.
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