Marruecos ha incluido a Melilla bajo la jurisdicción del Consulado de Almería. Podría parecer normal si no fuera porque esta decisión es novedosa y además constituye en sí misma un reconocimiento a la españolidad de nuestra ciudad. Si no nos consideraran España no tendríamos por qué acudir a un consulado marroquí en la península.
Hace unos meses se interesó por el tema una diputada marroquí del partido nacionalista conservador Istiqlal, que gobierna en coalición con la formación ganadora de las elecciones, la liberal centrista Agrupación Nacional de Independientes (RNI) y también con el liberal progresista Partido Autenticidad y Modernidad (PAM).
La diputada, a través de una pregunta parlamentaria a la que tuvo acceso El Faro, se interesaba por el vacío legal al que se enfrentaban hasta hace poco los niños marroquíes nacidos en Melilla, a los que se les había vencido la vigencia del pasaporte marroquí durante la pandemia y no podían salir de Melilla a renovarlo en Nador porque no tenían documentación para cruzar la frontera y tampoco les permitían hacer el trámite en un Consulado marroquí en la península.
Pero las cosas han cambiado. Hemos hablado este martes con un melillense que este verano sufrió un grave accidente de tráfico en Málaga y su coche quedó siniestro total. Cuando intentó dar de baja la carta verde del vehículo (imprescindible para acceder en coche a Marruecos) presentó la documentación que le dieron en la Dirección General de Tráfico (DGT) y en la Guardia Civil. Sin embargo, el agente de la Policía marroquí que le atendió en la frontera de Beni Enzar le dijo que no era suficiente y que tenía que hacer los trámites correspondientes en el Consulado de Almería.
Lo que es una buena noticia a nivel político y una victoria diplomática, no lo es tanto a nivel pragmático porque los melillenses tienen que coger el barco y plantarse en el Consulado marroquí de Almería sin tener cerrada una cita previa. O sea, van a ciegas porque nadie responde al teléfono de la sede consular.
Y todos sabemos lo que significa tener que viajar en barco a Almería. Es, de todos los trayectos, un viaje retrospectivo en el tiempo. A eso hay que sumarle la estancia, si no da tiempo a hacer la gestión necesaria antes de que salga el siguiente buque y toca hacer noche en la península.
Hay que reconocer que la inclusión de Melilla en la jurisdicción de Marruecos es el segundo gran paso que da el país vecino admitiendo (¿consciente o inconscientemente?) que no somos lo que 'vende' su propaganda sino una ciudad española y europea limítrofe con el Rif.
La primera vez que lo admitió indirectamente fue cuando el país vecino empezó a construir un foso paralelo a la doble alambrada de Melilla, en la zona de Farhana, para impedir los saltos a la valla constantes que sufrió la ciudad durante los años 2013-2016.
En aquella ocasión, se debatió en Marruecos la conveniencia de asegurar la frontera de una ciudad que ellos reclaman como propia, pero el foso siguió adelante y aunque en la práctica hemos seguido teniendo saltos a la valla cada vez son menos los migrantes que lo intentan por el excesivo rigor físico que implica y también por lo peligrosa que se ha vuelto la doble alambrada española.
Prueba de su peligrosidad son los al menos 23 muertos reconocidos por Marruecos en la matanza de Barrio Chino del pasado 24 de junio. Cruzar por Melilla ha dejado de ser un chollo. Por aquí solo saltan los más jóvenes y los más pobres que son los que ya solo tienen una cosa que perder: la vida.
El segundo gran paso es desde luego, la inclusión de Melilla en la jurisdicción del Consulado de Almería y el tercero puede ser la reapertura de la aduana comercial de Beni Enzar.
Si bien las relaciones bilaterales no atraviesan su mejor momento, Marruecos está hoy enfrentado en el Magreb con Argelia y con Túnez. No puede abrir conflictos en todas las direcciones por el bien de la estabilidad política de la región.
El dinero huye de la inseguridad y tal y como están las cosas en Rif, hay muchos planes en ciernes, pero hoy por hoy, del otro lado de la frontera la situación económica de muchas familias es de resistencia. La inflación nos está hostigando a todos, pero no lo hace a todos con la misma intensidad. Quienes llegaron débiles a esta crisis mundial provocada por la guerra de Ucrania tienen todas las de perder.
Lo ideal sería restablecer una relación sensata, de respeto mutuo, que sea buena para las dos partes: sin zancadillas ni puñaladas traperas. El objetivo debe ser caminar hacia el entendimiento mutuo y acabar de admitir que si le va bien a Melilla, le irá bien a Nador y viceversa.
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