Marruecos y el teléfono de Sánchez han dado mucho de qué hablar en los últimos días. El volantazo del presidente del Gobierno español con respecto al Sáhara sin consenso alguno y sin tan siquiera haber despachado previamente con el jefe del Estado ha sido actualidad y no precisamente en positivo. Eso sí, ha servido para un nuevo rifirrafe entre el PSOE y el PP en el Congreso porque los socialistas acusan a los populares de no tener ni idea de política exterior con los marroquíes mientras los populares entienden que los socialistas ponen a España de rodillas ante Mohamed VI.
Es decir, nada nuevo bajo el sol. Como tampoco ha sido nada nuevo que saliera a relucir el teléfono del presidente Sánchez y el contenido por el que supuestamente se doblega ante Marruecos. Lo cierto es que entre la llegada clandestina a España del enemigo número uno de Mohamed VI, el jefe del Frente Polisario Ghali, y el cambio repentino e inesperado de posición con respecto al Sáhara solo hubo un dato de interés: la sospecha de que los marroquíes hubieran espiado a Pedro Sánchez a través de su móvil.
Y mientras sigue la guerra política entre los dos grandes partidos de España, Melilla continúa asfixiada por Marruecos y su economía no dejar de estar a la baja. Se ve que no hay forma humana de conseguir que el vecino del sur reabra la aduana comercial como tampoco de que nuestro propio Gobierno, el que debiera mirar por los intereses de los melillenses, se decida a poner fecha para devolvernos un derecho adquirido desde hace casi 20 años: la bonificación al 50% de las cuotas patronales de la Seguridad Social.
Por eso los empresarios han decidido concentrarse el próximo jueves, a partir de las ocho de la tarde, ante la Delegación del Gobierno con dos reivindicaciones muy claras: que vuelva el flujo comercial con Marruecos y un régimen de viajeros recíproco, y el retorno al sistema anterior de la bonificación a la Seguridad Social. Se trata de dos demandas muy justificadas, que concitan el acuerdo y el apoyo de la práctica totalidad de organizaciones empresariales, sociales y políticas de Melilla, y que deben ser escuchadas de una vez y por todas en Madrid.
No es de recibo que el melillense no pueda pasar a Marruecos ni un cartón de leche mientras que los marroquíes tienen hasta diez kilos para traer productos a Melilla. Eso no ha ocurrido nunca y pone de manifiesto el poco interés de los marroquíes por normalizar las relaciones con España porque el Gobierno, por mucho que lo repita, no puede hablar en propiedad de esa "normalización" bilateral si Ceuta y Melilla continúan en el disparadero y las autoridades alauitas siguen negándose a cumplir los compromisos adquiridos hace ya dos años.
Marruecos es evidente que no va hacer honor a su palabra con España, cosa poco sorprendente en este vecino que tenemos pero que sí demuestra su clara vocación de hundir a la ciudad. Nunca va a asumir que Ceuta y Melilla no le pertenecen, jamás cejará en su empeño de hacernos daño y utilizará cualquier arma a su alcance para conseguir su objetivo.
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