Opinión

Marruecos descarga toda la responsabilidad sobre España

El Consejo Nacional de Derechos Humanos de Marruecos se dice "pluralista e independiente" y, con todo respeto, lo ponemos en duda. Es todo lo pluralista y todo lo independiente que le permite el Gobierno marroquí que sea. En un país bajo sospecha de fabricar delitos comunes a periodistas que se separan de la línea oficial y que critican directamente al majzen, lo de independiente suena a broma de mal gusto.

¿Puede ser un organismo independiente en un país en el que salir a la calle a manifestarse está penalizado con prisión? Acordaros de las revueltas de Alhucemas de 2016 y 2017. La primavera rifeña terminó silenciada en la cárcel. Pocos se acuerdan ya del líder rifeño Nazer Zefzafi, condenado a 20 años de cárcel.

Pues bien, este organismo seudo-independiente acusa a España de no abrir los tornos de Barrio Chino ni auxiliar a los migrantes que quedaron atrapados tras el salto violento a la valla del 24 de junio. Básicamente, según el Consejo Nacional de Derechos Humanos marroquí, los fallecidos son víctimas de la inacción española.

Si no tuviéramos a Marruecos tan cerca, si no conociéramos tan bien su cultura si no hubiéramos visto los vídeos de la Gendarmería apedreando a los migrantes o pateándolos cuando estaban desvanecidos en el suelo, creeríamos la versión del Consejo Nacional de derechos Humanos marroquí que confirma la versión oficial y dice que en efecto hay 23 muertos, que no fueron enterrados y a los que se les ha practicado la autopsia.

Las mismas ONGs marroquíes elevan el número de muertos el 24J a 37 mientras los migrantes hablan de 60. Pero este organismo independiente ha podido constatar la versión oficial.

Hace unos días, alertábamos desde estas páginas que Marruecos estaba construyendo su relato sobre lo ocurrido en la valla el 24 de junio. Mucho tienen que demostrar después de que el mundo entero viera las imágenes de la Gendarmería pateando y arrastrando muertos y heridos para hacinarlos como bestias durante varias horas al sol.

Sólo entonces España empezó a recabar el testimonio de los sobrevivientes. Hay un testimonio escalofriante: el de Maruán, que se puso un zapato en la cabeza, amarrado con un pañuelo, para aguantar los golpes que le daba la Gendarmería marroquí.

Mientras el presidente Pedro Sánchez asumía el coste político de defender la actuación de Marruecos en la valla, Rabat preparaba su propia defensa. Son muchos muertos y ahora quiere repartirlos. Y para conseguirlo tiene de rehenes a la treintena de migrantes que llevará a juicio el próximo 27 de julio. Esos jóvenes harán lo les pidan con tal de reducir sus condenas.

Marruecos no es de fiar. Eso no es nuevo. Lo hemos sabido siempre. Le hemos dado el apoyo español al plan de autonomía sobre el Sáhara y no han sido capaces no ya de retirar las piscifactorías de Chafarinas; ni siquiera han reabierto la aduana comercial de Melilla.

¿Qué hemos ganado con ese paso tan decisivo en el futuro del Sáhara? Sencillamente, lo único que hemos conseguido, a medias, es volver al punto en el que estábamos antes de la pandemia. O sea, hay frontera abierta, pero ni es fluida, ni el paso se produce en las mismas condiciones que el resto de fronteras del país.

Tras las declaraciones del Consejo Nacional de Derechos Humanos marroquí, la Comisión Europea ha pedido a España una investigación independiente sobre lo ocurrido, más allá de lo que pueda investigar la Fiscalía General del Estado controlada por una ex ministra del Gobierno de Pedro Sánchez.

Tampoco avanza la investigación del Defensor del Pueblo, bastante más tibio en las pesquisas, que apenas si ha dicho que no le envían las imágenes de lo ocurrido en la valla que, por cierto, no ha pedido la fiscal de Extranjería Beatriz Sánchez. Por lo que se ha publicado en prensa, solo han reclamado las imágenes del helicóptero y de los drones.

Llama la atención que la comparecencia del Consejo Nacional de Derechos Humanos de Marruecos presente sus conclusiones sobre lo ocurrido en la valla de Melilla sin hacer mención a la responsabilidad de las fuerzas marroquíes. Se limita a decir que los excesos "son casos aislados". El resto es culpa de España.

Pero casualmente esa comparecencia se produce menos de 24 horas después de que Gabriel Rufián mostrara en la tribuna del Congreso de los Diputados los casquillos de balas usadas por Marruecos en la valla. El presidente Sánchez, que nunca se enfada con Rufián, más que nada porque necesita el voto de ERC hasta para sonreír, se enfadó muchísimo.

La escenita de Rufián sacudió a la opinión pública y, vuelvo y repito, casualmente, el Consejo Nacional de Derechos Humanos de Marruecos, un organismo independiente, no encontró ninguno de esos casquillos en la valla y mucho menos tiene constancia de que se usaran.

Casualmente, vuelvo y repito, el Consejo Nacional de Derechos Humanos de Marruecos sale a compartir los resultados de su investigación para comerse el titular de Gabriel Rufián y los casquillos de balas rojas encontradas en la valla.

En definitiva, quien espere lealtad de Marruecos se equivoca. Si tiene la mierda al cuello, que la tienen, intentará salpicarnos porque el descrédito internacional ha sido tan grande y tan abrumador que ni como país, ni como socio es capaz de hacerle frente con los millones que cobra por hacer el trabajo sucio a la Unión Europea.

Me quedo, por cierto, con una advertencia que ha hecho el Consejo de Derechos Humanos de Marruecos diciendo que "las vallas y las puertas no van a impedir a los migrantes llegar a Europa" y afea que la UE intente cerrar sus puertas para que los países vecinos asuman las consecuencias de los flujos migratorios.

Traducido al español: Marruecos quiere más dinero. Lo que le damos es suficiente para frenar la migración, pero si queremos que asuman la culpa de todo lo que pase, tenemos que pagar mucho más. Vamos, se entiende clarito.

En definitiva, es difícil alcanzar acuerdos con un país que no valora la amistad de España. Esta relación beligerante continuará hasta que llegue un Gobierno con solidez parlamentaria que imponga respeto nacional e internacional. A Sánchez no lo valoran ni lo respetan. Con estas declaraciones, le tiran a la oposición encima en pleno Debate del estado de la nación. Van a por él.

Leo en esta reacción pueril de Marruecos una respuesta airada a la mención especial que hizo el presidente en el Congreso a las ciudades de Melilla y Ceuta. En Rabat escuece que Sánchez reivindique nuestra españolidad desde la plataforma más importante de este país. Marruecos no se lo va a perdonar. Y ya no quiere construir el relato: éste es su relato.

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