Marruecos ha cortado relaciones diplomáticas con Alemania. En un primer momento todo apuntaba a que se debía a un incidente en Bremen, donde habían colgado en un edificio oficial una bandera saharaui. Ayer trascendió un supuesto escándalo de espionaje. En fin, el culebrón acaba de empezar y esto seguramente va para largo.
La decisión de Rabat de cortar por lo sano con Berlín llega apenas unos días después de que la Unión Europea sacara a Marruecos de la lista gris de paraísos fiscales. Digamos, que el Gobierno marroquí se ha venido arriba y está tratando de echar un pulso al buque insignia de los 27. Total, mientras Bruselas no rompa con ellos, nos va a ir minando uno a uno. En fila india. Esto es Marruecos contra el mundo.
En los últimos tiempos, desde Rabat se han atrevido a desafiar a Francia, pero también a España y ahora se lanzan a por Berlín. Me da la impresión de que es una guerra sin cuartel contra todo el que no reconozca la soberanía marroquí sobre el Sáhara, como hizo Donald Trump a finales del año pasado, cuando estaba en tiempo de descuento para dejar la Presidencia de los Estados Unidos.
De momento, Biden no ha dado pistas sobre por dónde irá su política exterior en este tema. No se ve un volantazo a la vista pese a que sabemos que debería interesarle más mantener buena sintonía con la UE, que con un régimen totalitario africano peleado a muerte con Argelia y que durante años ha sostenido serias diferencias con Mauritania.
Marruecos está envalentonado y eso definitivamente no es buena noticia para Melilla. Mucho menos después de que el primer ministro marroquí haya dicho que en cuanto resuelvan el conflicto del Sáhara irán a por nosotros. No se nos puede olvidar la cara de ese señor diciendo que los melillenses somos marroquíes.
Y digo que no es buena noticia para nosotros porque ya conocemos cómo reacciona el país vecino cuando nos quiere intranquilos. Tenemos aún recientes los saltos masivos a la valla de los años 2013 a 2015. Fueron 24 meses en los que no sólo iba mal la economía de esta ciudad, que vivía entonces la llegada con retraso de la crisis económica.
También sufrió muchísimo la imagen de Melilla, que quedó por los suelos con aquellas devoluciones en caliente que hoy da la impresión de que cuentan con el visto bueno del Tribunal de Estrasburgo.
Los expertos creen que España está alargando todo lo que puede y más el estallido de un conflicto con Marruecos porque es justo eso lo que quieren en Rabat. La ministra de Exteriores González Laya hace malabarismos verbales para no dejar escrito, negro sobre blanco, que la postura de España respecto al Sáhara no ha variado un ápice desde los años de Perejil.
Pero a Marruecos le va la marcha. De hecho, se hizo viral en las redes sociales marroquíes un comentario lamentable sobre la retirada de la estatua de Franco de la entrada a la estación Marítima de Melilla. Para ellos, representó un paso hacia la desaparición de los españoles de esta tierra.
Evidentemente cuando uno tiene que poner la foto de un Rey (Mohamed VI) por obligación hasta en la pared de un bar y lo hace, es difícil comprender lo que significa la palabra democracia. No se les puede explicar lo que es la memoria histórica.
Recapitulando. Si Marruecos da el paso de romper con España, nos van a llegar inmigrantes hasta dentro las latas de Harissa. Pero corremos el riesgo de mantener la frontera cerrada con lo que eso significa para esta ciudad y también Nador.
No nos interesa como españoles, que al Gobierno marroquí se le vaya la mano apretando a su gente y termine habiendo un estallido social en Beni Enzar como el que vivimos hace unos años en Alhucemas.
A Rabat se le olvida que apretando a Melilla aprieta también a todas las familias de Nador que viven de remesas enviadas desde esta ciudad. Pero, además, se arriesgan a perder todo el turismo español que cada fin de semana acostumbra a cruzar la frontera para alquilar casas, dormir en hoteles, comer, comprar en los zocos…
Romper relaciones significa olvidarnos de la Operación Paso del Estrecho y hacernos a la idea de que nuestras empresas no podrán recuperar la exportación a través de la Aduana de Beni Enzar.
Nos jugamos mucho. Y esta tensión llega en un momento difícil para todos. Especialmente para los políticos de esta ciudad, a los que se les ha olvidado que ahora toca apretar el culo y darle a los pedales.
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