María, vecina de La Victoria, sobre el cura detenido: "Yo lo conocía de la iglesia, le daba catequesis a mi nieto y era muy antipático"

Los vecinos del barrio de La Victoria están consternados tras conocer que el cura que hace años oficiaba la misa en la iglesia Santa María Micaela fuera detenido ayer por cometer presuntamente varias agresiones sexuales a mujeres a las que sedaba previamente y grababa. Fue tras la denuncia de su novia, que encontró la imágenes, cuando la policía arrestó a este hombre de 34 años en la localidad malagueña de Vélez-Málaga. Por el momento se desconoce si hay alguna víctima de Melilla aunque la investigación sigue abierta y no se descarta que aparezcan nuevas víctimas.

"Yo lo conocía de la iglesia, le daba catequesis a mi nieto y era muy antipático". Así define María, vecina de este tradicional barrio melillense, al supuesto agresor. Aún no se puede creer que la persona encargada de dar catequesis a su nieto cuando hizo la comunión y a muchos más niños, haya sido detenido acusado de un delito tan grave. Esta vecina, que ha coincidido varias veces con el cura detenido, señala que solo con verlo, ya no le daba buena impresión. Un impacto que empeoraba al tratar con él, ya que destaca que el comportamiento que tenía con los parroquianos no era muy amable.

A pesar de que el recuerdo que guarda de él no es muy bueno, asegura que jamás hubiera pensado que pudiera haber llegado hasta tal punto. "Era normal y no era normal, pero es que es algo que no te puedes esperar", relató. Al ver la noticia en la televisión y reconocer su cara, explicó esta melillense, se quedó perpleja. María comenta que lo primero que sintió al verlo fue miedo por la cercanía que había tenido el sacerdote con su nieto y por temor a que pudiera haber agredido también a niños. "Me parece muy mal, fatal".

Una de las partes de esta historia que más le llama la atención a ella es que el sacerdote tuviera novia. Un asunto que nada le sorprende a Pepa, otra vecina de La Victoria, que cuenta a este diario que no es la primera ver que conoce una historia parecida. Según ha señalado a este diario, el cura que ofició la boda con su marido también tenía una pareja con la que se veía a escondidas. A todo ello le suma que se rumoreaba por aquel entonces que el cura había tenido un hijo con esa señora.

Es por ello, que después de todo lo vivido a lo largo de sus más de 80 años de edad, aclaró que ya nada le sorprende. Mucho menos, dijo, sabiendo que no es el primer caso de abusos que sale a la luz en el seno de la Iglesia. Para Pepa, la solución para que no se produzcan casos de este tipo pasaría porque los sacerdotes pudieran tener la libertad de poder casarse.

Pero no solo las personas que lo han llegado a conocer están consternadas por lo sucedido sino el barrio entero. Algunos no quieren ni ver la imagen del cura aunque ya circulan por las redes sociales algunas fotografías de él de cuando estaba destinado en nuestra ciudad. A pesar de que la noticia ha corrido como la pólvora por Melilla y las localidades por las que ha pasado, llama la atención que la mayoría de personas con las que ha hablado El Faro sienten reticencia a verle la cara. No se atreven a verlo por si en algún momento se han podido encontrar con él o han guardado cierta relación. Es el sentimiento común que más ahonda entre los vecinos, la necesidad de no haberse cruzado con él nunca.

Una de estas vecinas es Carmen, que no sabía nada de la noticia, pero que al enterarse no quería creérselo o no podía. "Por el amor de Dios, dime que no ha sido aquí en Melilla", recalcó esta mujer al conocer lo sucedido. "No había escuchado nada, me parece rocambolesco. Que sea un abusador no me extraña. A mi no me extraña ya nada de lo que pase", insistió.

Esta melillense aclaró que teniendo 83 años ya no le sorprende nada y que ante situaciones como esta, que se conocen cada día, siente pavor. Carmen subrayó que a su madre la criaron las monjas y que fue conocedora de muchas historias parecidas. Historias que le fue contando a lo largo de su vida y que le han hecho perder la incredulidad. Lo que más lamenta esta mujer, tal y como aseguró e El Faro, es que no se tenga la suficiente dureza para castigar delitos como este. Carmen solo pide que no se vuelvan a repetir más casos como este. "Antes las cosas se ponían de pie, pero ahora ya nada se pone de pie y me lo creo todo. Al cuello con él", remarcó.

Tampoco se pueden creer lo que ha pasado Juan y Eric, dos jóvenes melillenses que hasta ahora no sabían nada. "Me he enterado de esto ahora mismo de sorpresa. Que mal rollo", apuntó Juan. Su amigo aún estaba intentando asimilarlo ya que, según dijo, la iglesia de Santa María Micaela era la parroquia en la que había hecho la comunión y donde había estado acudiendo para dar catequesis previamente. "Da un poco de impresión porque he conocido a casi todos los curas que ha habido aquí y es una cosa muy fuerte. Más aún viniendo de una persona que se supone que tiene que ser lo más cercana posible", añadió.  Una opinión que, sin duda, compartían ambos. Tampoco quisieron perder de vista estos jóvenes a los familiares de las víctimas que conocían al sacerdote.  "Imagínate a los amigos o familiares de las víctimas que digan si yo con este hombre o he comido con este hombre. Eso es un impacto. Es que es duro, muy duro", insitió Juan.