Apenas queda espacio para la casualidad cuando toda una vocación y profesión se han dedicado a servir a los demás. Vagamente la sorpresa tiene encaje cuando a lo largo de más de cuatro décadas los principios y valores de la Guardia Civil incardinaron y siguen incardinando su vida.
Apenas recién puesto a mirar ese ya estuario en el que la memoria va ganando terreno a la expectación a lo venidero, Manuel Llamas Fernández, Manolo, ha sido llamado para una nueva responsabilidad, la más alta que honra al Cuerpo de la Benemérita; es ese compromiso con ella, y al fin y al cabo con España como fin principal, el que le ha llevado a ser Director Adjunto Operativo, DAO por los ahorros del lenguaje.
Con ese particular aspecto de su personalidad, el de ver la botella medio vacía y que le hace invertir el pesimismo en esfuerzo y el optimismo en cautela, el Teniente General Llamas repasa ese estuario donde van a parar los sedimentos de una vida profesional, y que siempre arrastra a la personal, que le ha hecho pasar con singular acierto por tantas disciplinas en las que Guardia Civil tiene mucho que ver y, sobre todo, hacer.
Toda una vida que, en sus inicios, comenzó a forjarse junto aquellos guardias civiles que, en la plenitud de su juventud y con las expectativas de ella, tuvieron que afrontar la más letal amenaza a la vida en España, el terrorismo de ETA. No siempre se hizo justicia, ni bien, a quienes muy jóvenes afrontaron el mayor reto en Navarra o el País Vasco.
Varios destinos se sucedieron a continuación, Casa Real, UCO, OTAN en Balcanes, Tenerife, Granada, Guatemala o Toledo entre otros, incluido Melilla y que al frente del operativo, junto al en su día Teniente Coronel de la Comandancia Domingo Aguilera de comenzó a tratar ese fenómeno humano, aún por entonces poco entendido, de la inmigración irregular y que tuvo su punto álgido en aquello que se denominó la crisis de las alambradas, especialmente entre septiembre y octubre de 2005.
Desde hace unos años en Madrid, en la Dirección General, ha seguido con esa impecable conciencia a la hora de la relación con otras instituciones, no solo relacionadas con la seguridad, nutre igualmente este amplio bagaje, muy resumido por mi parte, en el que figuró y figura siempre un serio talante que concilia la bondad, la generosidad y el sentido de la justicia acendrados dentro en la prudencia y la sensatez.
Esa vida profesional que condicionó y condiciona la personal, contó y cuenta que un actor indispensable, en este caso actriz, su esposa, Rosario, garante de su cometido como guardia civil y como hombre.
Es verdad que este modesto escrito lo ha escrito un amigo, el que suscribe, pero también quién, coetáneo de Manuel llamas, por edad y lances profesionales, es testigo durante algo más de siete lustros de quehacer institucional y ha tenido la oportunidad de conocer a quienes, muchos, tuvieron y tienen un papel en la vida de las instituciones. Es por ello que, a riesgo de quedarme algo corto pero dentro del animo de la objetividad, creo que España, la Guardia Civil en este caso, sabe también saber elegir a sus responsables por ser sus merecedores.
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